Las algas han cosechado ya fama de “superalimento” por sus beneficios para la salud, por su sostenibilidad y por sus posibilidades de satisfacer muchas necesidades futuras, pero los investigadores han demostrado que estas plantas marinas, y otras procedentes de agua dulce, ya se consumían hace miles de años.
Científicos de varias universidades (entre ellas las de Glasgow, Nueva York y Autónoma de Barcelona) publican hoy en Nature Comunications las conclusiones de un trabajo que les ha permitido encontrar pruebas arqueológicas “definitivas” de que esas plantas se consumían hace miles de años y que se han vuelto marginales en la dieta (europea) recientemente.
Las pruebas arqueológicas han revelado que los europeos ya consumían estas plantas en el mesolítico -hace unos 8.000 años-, durante la transición neolítica a la agricultura y en la alta Edad Media, y han dado así un paso más sobre el uso de estos productos, ya que hasta ahora se consideraba que se usaban como combustibles, como envoltorios de otros alimentos o como fertilizantes.
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Algunos relatos históricos, han observado los investigadores, hablan de leyes relacionadas con la recolección de algas en Islandia, Bretaña e Irlanda que datan del siglo X, y otros autores mencionan las coles marinas como remedio contra el escorbuto de los marineros.
En el siglo XVIII, las algas ya se consideraban alimento contra el hambre, y aunque las algas y las plantas acuáticas de agua dulce siguen teniendo importancia económica en algunas partes de Asia, tanto desde el punto de vista nutricional como medicinal, su consumo es escaso en Europa.
El equipo internacional de arqueólogos examinó biomarcadores extraídos del cálculo dental de 74 individuos procedentes de 28 yacimientos arqueológicos de toda Europa, desde el norte de Escocia hasta el sur de España, que revelaron pruebas directas del consumo generalizado de algas marinas y plantas acuáticas sumergidas y de agua dulce.
En el mundo hay unas 10.000 especies diferentes de algas marinas, pero en la actualidad sólo se consumen 145, principalmente en Asia, y los investigadores esperan que su estudio ponga de relieve la posibilidad de incluir más algas marinas y otras plantas locales de agua dulce en la dieta actual, contribuyendo de esa manera a que los europeos tengan una dieta más sana y sostenible.
Karen Hardy, catedrática de Arqueología Prehistórica de la Universidad de Glasgow e investigadora principal del proyecto Plantas Poderosas, ha subrayado que las algas marinas y las plantas acuáticas de agua dulce están prácticamente ausentes de las dietas occidentales tradicionales y que pasaron gradualmente de ser alimentos a ser un recurso para el hambre y luego forraje para animales.
A su juicio, este “redescubrimiento” puede también contribuir a hacer frente a los efectos negativos para la salud y el medio ambiente de la excesiva dependencia de un pequeño número de productos agrícolas producidos en masa y suministrados a muy larga distancia en todo el mundo.
El investigador Stephen Buckley, del Departamento de Arqueología de la Universidad de York, ha corroborado que las pruebas de este estudio son más de tres mil años anteriores a las pruebas históricas del Lejano Oriente, y demuestran que las algas se consumían en Europa durante el Mesolítico, cuando se sabía que se explotaban los recursos marinos, y que ese consumo continuó durante el Neolítico, cuando la introducción de la agricultura provocó el abandono de los recursos alimentarios marinos.
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