El cuestionamiento de la neutralidad suiza es un tema recurrente desde la Primera Guerra Mundial y muchos ejemplos históricos muestran que a menudo se ha aplicado de forma ambigua y variable.
El cuestionamiento de la neutralidad suiza es un tema recurrente desde la Primera Guerra Mundial y muchos ejemplos históricos muestran que a menudo se ha aplicado de forma ambigua y variable.

La guerra en Ucrania ha llevado a Suiza a imponer sanciones económicas sin precedentes contra Rusia y a expresar su voluntad de rearmarse, hasta ahora un tema tabú que pone a prueba la histórica neutralidad del país.

Este debate coincide con la aspiración del gobierno suizo, por primera vez desde su ingreso en la ONU hace 20 años, de tener un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad, muy criticada por el conservador UDC (Partido Popular Suizo), el mayor del país, que lo considera una amenaza para su “neutralidad perpetua”.

El gobierno suizo, bajo presión de sus socios, decidió recientemente alinear sus sanciones contra Rusia con las de la Unión Europea (UE).

Se trata de un giro en la política tradicional del país, acogido con satisfacción por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que en su discurso sobre el estado de la Unión señaló que “incluso Suiza” estaba imponiendo sanciones a Rusia.

Las sanciones enfurecieron al UDC, que defiende la neutralidad absoluta, tanto militar como política, y amenazó con un referéndum.

Todos los demás partidos están a favor de las sanciones. “Es un paso hacia una neutralidad política más activa”, declaró el politólogo suizo-estadounidense Daniel Warner.

La expresidenta suiza Micheline Calmy-Rey, líder de los partidarios de la neutralidad activa, dijo que el país, aunque sea militarmente neutral, es “libre de defender sus intereses con una política exterior adecuada y libre de adoptar sanciones”.

“Esquizofrenia”

Suiza distingue entre el derecho de la neutralidad --inscrito en los Convenios de La Haya de 18 de octubre de 1907 y que se refieren a la no participación en conflictos internacionales-- y la política de neutralidad, que no se rige por normas jurídicas.

Una posición que puede llevar a la “esquizofrenia”, según Daniel Warner, que pone el ejemplo de las sanciones europeas contra Moscú. Por un lado Suiza aplicó las mismas que Bruselas pero al mismo tiempo se negó a participar en el boicot en la ONU al jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov.

El cuestionamiento de la neutralidad suiza es un tema recurrente desde la Primera Guerra Mundial y muchos ejemplos históricos muestran que a menudo se ha aplicado de forma ambigua y variable.

“La neutralidad suiza es muy flexible y se aplica en función de los intereses económicos y financieros de Suiza”, apunta el historiador Hans-Ulrich Jost, profesor honorario de la Universidad de Lausana.

“Durante el boicot internacional a Sudáfrica, Suiza se negó a participar en este proceso, lo que le permitió establecerse como intermediario en el comercio del oro”, indica.

Muchos observadores también creen que Suiza violó su neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial al exportar armas a gran escala a los países del Eje.

La guerra en también está sacudiendo la tradicional política de defensa suiza, hasta el punto de que algunos ya no dudan en hablar de un acercamiento a la OTAN o a Europa en el ámbito militar.

También se han multiplicado los llamamientos a aumentar los presupuestos y el equipamiento militar, una medida que apoya el centrista Thomas Süssli, ministro del Ejército.

En una entrevista a La Tribune de Genève afirmó que “en caso de defensa, la neutralidad quedaría obsoleta”. “Podríamos y deberíamos entonces unir fuerzas con otros estados, posiblemente también con la OTAN”, aseguró.