Elon Musk sabe cómo dominar la actualidad noticiosa, pero pese a la intensa atención mediática que despierta el hombre más rico del mundo, los inicios del emprendedor en la Sudáfrica del apartheid todavía son oscuros.
En pleno debate sobre una eventual compra de Twitter, su padre Errol Musk explica que educó a sus hijos Elon y Kimbal en la austeridad, como buenos “chicos sudafricanos”, inculcándoles desde jóvenes el rigor y la disciplina que aprendió en el ejército.
“Fui un padre estricto. Mi palabra era ley”, dice, asegurando que la ambición de Elon se alimentó de esta educación con un toque deliberadamente machista.
“Era nuestra forma de ser. Nos esforzamos en dar lo mejor de nosotros mismos”, confía este hombre de 76 años de rostro curtido, frente despejada y mirada de acero en su casa en la localidad costera de Lanbebaan, cerca de Ciudad del Cabo. “Es un poco nuestra marca de fábrica”, añade.
Elon Musk nació en Pretoria el 28 de junio de 1971 hijo de este ingeniero y promotor inmobiliario y de Maye, una modelo canadiense.
Como mucho otros jóvenes de su generación terminaría dejando Sudáfrica para evitar el servicio militar en el momento más duro del apartheid.
Antes de dejar el país se crio sobre todo con su padre tras el divorcio de sus progenitores. A los nueve años, “le vi bajar radiante una mañana de la estación, había tomado un tren nocturno él solo” tras dejar la casa de su madre, explica Errol.
Sin filtros
Elon a menudo ha hablado de una infancia triste. Y se distanció de su padre cuando este tuvo un hijo en el 2017 con la hija de su exmujer, 42 años más joven. “A Elon esto no le pareció bien. Yo me tomo la vida como llega”, explica el padre, asegurando que tras este punto de ruptura, su relación ha mejorado.
“Tenemos afecto el uno por el otro”, dice Errol Musk. “Pienso siempre en cómo era con mi propio padre. Era un militar, hablábamos poco. En el almuerzo dominical, yo decía ‘buenos días papá’ y él se iba a hacer sus crucigramas”. Su relación con Elon “no es tan diferente”, reconoce.
Las polémicas del empresario de Tesla y SpaceX, especialmente en Twitter, se han vuelto rutinarios. Pero Errol afirma que su hijo siempre fue peculiar.
“Era un joven astuto y temerario”, que se entrometía en conversaciones de adultos. “A los cuatro años ya se ponía” a escuchar historias de política y negocios.
“Un día, Elon anunció que cuando fuera mayor, sería millonario”, recuerda su padre. Riendo, con un vaso y un cigarrillo en la mano, un adulto le respondió que “el pequeño” podía llevarse una decepción.
“La reacción de Elon fue contestarle: ‘¡Bah! Creo que eres un estúpido’”, continúa. “Típico de Elon”, dice. “Es su naturaleza de decir a la gente” la verdad, sin filtro.
El progenitor recuerda también un comentario hiriente de Elon a un compañero de clase cuyo padre se había suicidado. “El chico lo tiró por las escaleras” y Elon tuvo que ser hospitalizado, cuenta.
Pasado el enfado inicial, “cuando escuché lo que Elon le había dicho, me di cuenta que había transgredido los límites”. Después del incidente, Errol inscribió a su hijo en el prestigioso colegio para chicos de Pretoria.
“El más amable”
La prensa sudafricana aseguró que el magnate donó un millón de rands (60,000 euros, US$ 64,000) al centro a cambio de que nunca se refirieran a él en su material promocional.
“Es una no-historia”, afirma un antiguo director. Efectivamente, donó dinero en dos ocasiones al colegio, pero “se han escrito tantas tonterías sobre esta cuestión”, dice este hombre que prefiere mantener su anonimato.
Sus tratos con Musk se hicieron a través de su asistente. Es el mismo método que el emprendedor emplea con su padre Errol.
La comunicación con Musk está estrechamente controlada, a excepción de Twitter, donde se expresa generosamente. No obstante, Errol lo describe como “el más amable” de sus hijos.
Durante la entrevista con AFP, el progenitor asegura que ha recibido un correo de Elon que le propone pagar una reciente operación del ojo, otro ejemplo de la generosidad de su hijo, según él.
“Elon es muy atento. Lo cree de verdad cuando dice que quiere salvar la humanidad. No es un eslogan”, opina.
La última vez que vio a su famoso hijo, que actualmente vive en Texas, fue hace seis años, por su 70º cumpleaños.
“Soy un hombre sudafricano, no me importa mi cumpleaños, pero fue muy bonito”, dice. Sin él saberlo, Elon invitó a Ciudad del Cabo amigos famosos, como varias actrices de Hollywood.
Durante esa comida hablaron de Donald Trump. “Entonces dije: ‘Sí, yo apoyo a Trump’”, recuerda Errol. “Es un ganador. Como yo, Elon y Kimbal”, su otro hijo.