Un automóvil de la policía italiana permanece estacionado frente al yate Lady M, propiedad del magnate ruso Alexei Mordashov y atracado en el puerto de Imperia, al noroeste de Italia, el 5 de marzo de 2022. (Foto: Andrea Bernardi AFP)
Un automóvil de la policía italiana permanece estacionado frente al yate Lady M, propiedad del magnate ruso Alexei Mordashov y atracado en el puerto de Imperia, al noroeste de Italia, el 5 de marzo de 2022. (Foto: Andrea Bernardi AFP)

La respuesta occidental a la invasión de Ucrania apunta a las finanzas de oligarcas próximos al presidente ruso, Vladimir Putin, pero la aplicación de estas medidas es difícil y obtiene escasos éxitos, como refleja la incautación de yates en Francia e Italia.

En el punto de mira

Desde el inicio de la ofensiva rusa en Ucrania el 24 de febrero, la Unión Europea (UE), Estados Unidos y el Reino Unido actualizan casi cada día las listas de allegados al régimen ruso, que de un plumazo se convierten en parias del sistema financiero internacional.

Diputados, altos mandos militares, periodistas, industriales y financieros... Cientos de personas tienen congelados sus activos en los países occidentales y en ocasiones tampoco pueden viajar a estos territorios.

Entre estos figuran Nikolay Tokarev, director de la empresa estatal a cargo de los oleoductos Transneft; Serguéi Chemezov, jefe del conglomerado industrial militar Rostec; el empresario ruso-uzbeko Alisher Usmanov, considerado “uno de los oligarcas preferidos” de Putin; o el dirigente del banco ruso de desarrollo VEB Igor Shuvalov.

Los magnates sancionados verán confiscados sus “yates, apartamentos de lujo y aviones privados”, advirtió el 1 de marzo el presidente estadounidense, Joe Biden.

Las medidas también afectan a sus familias y a las empresas conjuntas de gestión de bienes “para que no puedan esconderse detrás de montajes financieros”, subrayó el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire.

Además de los oligarcas, las sanciones apuntan también a otras 2,000 a 3,000 personas “muy muy ricas” y vinculadas al régimen de Putin, precisa el profesor de la universidad inglesa de Sussex, Robert Barrington.

De Londres a la Riviera

Francia “es un país de acogida de estos bienes mal adquiridos”, constata Sara Brimbeuf, responsable en Francia de la ONG Transparencia Internacional. Y “los inmuebles de lujo son una vía privilegiada para el blanqueo de la corrupción o la malversación de fondos públicos”.

Los bienes inmuebles de estas personalidades se concentran en las famosas localidades de la Costa Azul, del oeste parisino y de un puñado de estaciones de los Alpes. Pero es muy complicado identificarlos con certeza.

Daria Kaleniuk, una destacada figura ucraniana de la lucha contra la corrupción citada por Transparencia Internacional, se sumergió en los registros de la propiedad, judiciales y en documentos confidenciales.

Según ella, una villa en Saint Tropez pertenece al fundador del gigante del aluminio Rusal Oleg Deripaska, sometido desde la anexión de Crimea en el 2014 a las sanciones estadounidenses.

Los nombres de Boris y Arkadi Rotenberg, sancionados por Washington, están vinculados a dos propiedades cerca de Niza y Grasse, según Kaleniuk. Estos hermanos, amigos de infancia de Putin, se enriquecieron con contratos públicos de construcción, especialmente, con motivo de los Juegos Olímpicos de Sochi en el 2014.

Daria Kaleniuk también atribuye una suntuosa villa en la Riviera Francesa a Gennady Timshenko, al que la UE considera un “confidente” de Putin. Este multimillonario es cofundador y accionista de varias empresas, entre ellas el grupo de inversión Volga y el de comercio de materias primas Gunvor.

Londres también atrajo muchas inversiones de los oligarcas gracias a las facilidades desplegadas durante mucho tiempo para estos y sus familias y a su elitista sistema educativo.

Rusos acusados de corrupción o próximos al Kremlin cuentan con bienes inmuebles por “1,500 millones de libras” (US$ 1,972 millones al cambio actual), según el profesor Barrington, que considera que es mucho más “en realidad”.

Escollos

La aplicación de las sanciones reposa en un puñado de profesionales como banqueros, notarios o abogados, acusados habitualmente de mirar a otro lado.

Las inversiones rusas dudosas “no se producen sin más”, afirmó Jodi Vittori, investigadora sobre corrupción en la universidad estadounidense de Georgetown. Los oligarcas “tienen facilitadores: abogados, contables, marchantes”.

“No todos cumplen su papel” y “no comunican sus sospechas [a las autoridades], aunque estén sujetos a las obligaciones contra el blanqueo de capitales”, abunda Brimbeuf, de Transparencia Internacional.

Las revelaciones de prensa del 20 de febrero sobre el banco Credit Suisse, acusado de albergar miles de millones de dólares de fondos de origen criminal o ilícitos durante décadas, demuestra que este sector “incumplió ampliamente sus obligaciones de información”, agrega.

La identificación de los activos lleva mucho tiempo y es tediosa, ya que “el examen de los expedientes se hace a mano”, señaló un portavoz de un importante banco. A menudo, hay que examinar complejas empresas ficticias y montajes financieros para vincular a una persona sancionada a sus bienes.

“Uno de los obstáculos es el uso de testaferros”, explica Julien Martinet, abogado del gabinete francés Swiftlitigation. Investigarlos requeriría “una movilización importante de los servicios de inteligencia”.

En consecuencia, ha habido pocas “capturas” mediáticas importantes por ahora.

En el sur de Francia, la aduana se incautó el jueves del ‘Amore Vero’, un megayate valorado entre US$ 108 millones y US$ 130 millones, propiedad de una empresa vinculada a Igor Sechin, presidente del grupo petrolero Rosneft.

Italia anunció el sábado haber congelado bienes de oligarcas rusos por un valor de US$ 153 millones, entre ellos dos yates embargados la víspera.

Uno de ellos, el ‘Lady M’, pertenecía a un magnate del acero Alexéi Mordashov; y el ‘Lena’, a Gennady Timshenko.

La aplicación de las sanciones “no puede hacerse de la noche a la mañana”, declaró Carole Grimaud Potter, profesora de geopolítica de Rusia en la universidad francesa de Montpellier.

Sara Brimbeuf recuerda que “varias investigaciones abiertas hace más de diez años, durante las ‘Primaveras Árabes’, siguen en curso”.

“KleptoCapture”

Para sortear estas dificultades, el ministro estadounidense de Justicia, Merrick Garland, anunció el miércoles la creación de una célula, llamada “KleptoCapture” y dedicada a perseguir a los “oligarcas rusos corruptos”.

Francia también cuenta con su propio grupo de trabajo formado por decenas de personas de la administración fiscal, del servicio de inteligencia financiera, de las aduanas y de la dirección general del Tesoro.

Incluso los aficionados participan. En Twitter, el adolescente estadounidense Jack Sweeney sigue la pista de los aviones privados en su cuenta “Russian Oligarchs Jets”.

Pero no basta con identificar los bienes. Si la constitución de la lista de sancionados permite bloquear sus haberes, su incautación es más compleja jurídicamente.

“Para violar el derecho de propiedad se necesita una ley, no sólo un reglamento o una orden”, explica Martinet.

La incautación del ‘Amore Vero’ pudo llevarse a cabo porque “intentaron desplazarse y, por lo tanto, fueron en contra de la ley”, dijo un supervisor de la “task force” francesa.

Sálvese quien pueda

Varios multimillonarios rusos han preferido enviar lo antes posible sus yates a aguas territoriales más conciliadoras.

“Se habla mucho en el mundillo de que los yates rusos se están preparando para abandonar la Costa Azul”, indica una fuente conocedora del sector, que evoca Dubái como posible destino.

Maldivas, que carece de un tratado de extradición con Estados Unidos, también es otro destino probable. Se avistaron varios yates allí, incluidos los de los magnates del aluminio Oleg Deripaska y del acero Alexander Abramov.

En cambio, no se han producido ventas masivas de bienes inmuebles en la Costa Azul, según un responsable del sindicato del sector.

En cualquier caso, varios multimillonarios rusos han preferido cortar lazos con sus destacados negocios, como el propietario del equipo de fútbol londinense Chelsea, Roman Abramovich.

Este allegado de Putin, que cuenta con una fortuna estimada en US$ 12,400 millones según Forbes, decidió vender el club, pese a no ser objeto de sanciones por el momento.