En Argentina, el mayor exportador de productos de soja, los agricultores están acaparando más cosecha de lo normal para protegerse contra la inflación desenfrenada, en un nuevo golpe a la oferta mundial de alimentos.
Los productores han utilizado durante mucho tiempo el acaparamiento para protegerse de la volatilidad de la economía argentina, en especial de las fluctuaciones del tipo de cambio y los impuestos a las exportaciones. Pero este año, la espiral inflacionaria está exacerbando la dinámica. Han vendido solo el 46% de la cosecha de soja, en comparación con el 57% en la misma etapa del año pasado, según un análisis de datos del Gobierno y de la bolsa de cereales.
Estas reservas de soja más grandes de lo normal, a menudo almacenadas en los campos en gigantescas silobolsas, reflejan la lucha de los agricultores contra tasas de inflación que se encuentran entre las más altas del mundo: los precios al consumidor aumentaron un 64% interanual en junio, y se prevé que las alzas se aceleren.
Más acaparamiento indica una desaceleración de los envíos de aceite y harina de soja en un momento en el que las cadenas de suministro de alimentos ya están gravemente alteradas por el persistente impacto de la pandemia y la guerra en Ucrania. También reduce los flujos de divisas a las arcas argentinas, exacerbando los problemas de deuda.
Los precios de todo se disparan, desde el diésel y los neumáticos de los tractores hasta los salarios de los trabajadores agrícolas y las tarifas de los camioneros. Pero la depreciación del tipo de cambio oficial al que se convierten los ingresos de las cosechas de dólares a pesos no ha seguido el mismo ritmo. Así que, en lugar de vender soja a los exportadores ahora, es mejor esperar a una devaluación o evitar los pesos por completo mediante el trueque de frijoles por insumos.
“En Argentina tienden a retener el grano el mayor tiempo posible, tratándolo como dinero en el banco”, dijo Arlan Sudermann, economista jefe de productos básicos de StoneX. “Es hasta el punto de que harían un trueque para comprar una camioneta nueva con granos en lugar de pesos”.
El trueque de soja en medio de una alta inflación y las fluctuaciones del tipo de cambio no es para cobardes.
Ariel Striglio, un agricultor de la provincia de Santa Fe, aprovechó los altos precios internacionales y comercializó suficiente soja para cambiarla por insumos y pagar deudas, mientras almacenó la mitad de su cosecha. Pero recientemente vio cómo colapsaron dos operaciones, tal es el ritmo de los movimientos de precios.
Tras negociar un préstamo para una nueva sembradora, Striglio tuvo que cancelarlo después de que el banco aumentara la tasa en 15 puntos porcentuales. Sus proveedores también suspendieron una venta de fertilizantes que necesita para la siembra de maíz y girasol en pocas semanas, después de que se disparara el tipo de cambio paralelo del peso.
Para Striglio, debería ser una ecuación simple de vender por más de los costos, pero en estos días acertar es como meter un gol de media cancha.
La mayor incertidumbre hace que los agricultores entren en modo de espera y definitivamente no busquen expandirse, dijo Eugenio Irazuegui, jefe de investigación de la compañía de corretaje de granos Enrique Zeni en Rosario.
Francisco Perkins, un agricultor de la provincia de Buenos Aires, también ha retenido cerca de la mitad de su cosecha de soja a medida que se acelera el aumento de los costos. Cada vez que la inflación es mayor que la depreciación de la moneda, se pierde competitividad porque se necesitan más dólares de la cosecha para cubrir los pagos en pesos, explica.
Perkins destacó los aumentos desmesurados que cobran los contratistas de campo, que realizan la mayor parte de la siembra y la cosecha en Argentina, y los proveedores que se esfuerzan por reponer las existencias debido a las restricciones a la importación diseñadas para proteger las reservas de dólares del banco central.
Una de las pruebas más recientes para Perkins consistió en la búsqueda de neumáticos para tractores, para luego tener que pagar cinco veces más de lo que habría pagado hace un año.