Las naciones en desarrollo expresaron este domingo su decepción y tacharon de “insulto” el acuerdo alcanzado en la COP29 de Bakú, que estipula que los países ricos aporten US$ 300,000 millones anuales para enfrentar el cambio climático, una cifra que consideran insuficiente.
El secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que esperaba “un resultado más ambicioso” y llamó “a los gobiernos para que vean este acuerdo como una base y construyan sobre ella”.
“Este objetivo no es lo que esperábamos conseguir. Después de años de discusiones, no es ambicioso para nosotros”, dijo Evans Njewa, diplomático de Malaui y jefe del bloque de Países Menos Desarrollados.
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La contribución acordada “es un insulto a la demanda de los países en desarrollo”, sostuvo Diego Pacheco, negociador jefe de Bolivia. “El pago de la deuda climática es un derecho de los países del Sur global”, defendió, despertando una gran ovación en la sala donde se celebraba la sesión plenaria.
El keniano Ali Mohamed, al frente del grupo de países africanos, se dijo “extremadamente decepcionado” con un acuerdo “demasiado pequeño, demasiado tardío”. “Esto no será suficiente”, adviritó a AFP el negociador jefe de Panamá, Juan Carlos Monterrey.
Según el proyecto de acuerdo final, los países ricos se comprometen a aportar “al menos” US$ 300.000 millones anuales hasta 2035 para que las naciones empobrecidas enfrenten las consecuencias del calentamiento global.
Pero las naciones en desarrollo calculan que, con la inflación, el esfuerzo financiero real de los países que aportan esa ayuda (los europeos, Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda) sería mucho menor, más aún con los esfuerzos ya previstos por los bancos multilaterales de desarrollo.
“Ningún país consiguió todo lo que quería, y nos vamos de Bakú con una montaña de trabajo aún por hacer. Así que no es el momento de dar vueltas de honor”, afirmó el jefe del organismo de la ONU para el Clima, Simon Stiell, en un comunicado.
El pacto es “decepcionante” y “no está a la altura de los retos”, lamentó la ministra francesa de Transición Ecológica, Agnès Pannier-Runacher.
La Unión Europea, en cambio, celebró el acuerdo. El pacto “marca una nueva era” en la cooperación y la financiación climáticas, celebró la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en X.
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El acuerdo fija separadamente el ambicioso objetivo de obtener un total de US$ 1.3 mil millones al año para 2035, destinados a los países en desarrollo, en el que se contaría la contribución de los países ricos y de otras fuentes de financiación, como fondos privados o nuevas tasas.
La decisión llegó más de un día después de que la conferencia terminase oficialmente y al cabo de unas “dolorosas” discusiones, según las palabras de la ministra brasileña de Medio Ambiente, Marina Silva, quien achacó el bloqueo continuado a una falta de “liderazgo central”.
El año próximo, la ciudad brasileña de Belém acogerá la COP30. “La gente dudaba de que Azerbaiyán puediese lograrlo, dudaban de que todo el mundo pudiese ponerse de acuerdo. Se equivocaron en las dos cosas”, declaró como conclusión el presidente de la COP29, Mujtar Babayev, ministro y exdirecitvo de la compañía petrolera nacional, Socar.
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Jornada convulsa
Para Claudio Angelo, coordinador de política internacional en el Observatório do Clima de Brasil, tras el acuerdo adoptado, el gigante sudamericano “enfrenta ahora una tarea más desalentadora para la COP30: aumentar la financiación y reconstruir la confianza entre los países”.
La jornada del sábado fue convulsa: los negociadores de la alianza de pequeños Estados insulares AOSIS y los países más pobres del planeta, descontentos con el proyecto de acuerdo presentado a puerta cerrada, abandonaron por la tarde abruptamente una reunión con la presidencia azerbaiyana. Reclamaban, como mínimo, una aportación anual de US$ 500,000 millones.
La conferencia debía terminar el viernes pero, a falta de consenso, las negociaciones se prolongaron en el estadio de la capital azerbaiyana.
Durante la sesión plenaria final, los participantes también adoptaron una serie de puntos validados previamente, como las normas que regularán las transacciones de carbono entre Estados.
En cuanto a países como los del Golfo, China y Singapur, que no pertenecen a la lista de la ONU de Estados responsables de financiar los fondos climáticos, elaborada en 1992, su aportación será “voluntaria”, pese a las exigencias de los países occidentales, que señalan que esas naciones se enriquecieron fuertemente en las últimas décadas.
El acuerdo no incluye ninguna referencia directa a la transición hacia la salida de las energías fósiles, que recogía el acuerdo alcanzado el año pasado en la COP28 de Dubái. En cambio, los “combustibles de transición”, término que la industria del gas utiliza para el gas natural, sí que son mencionados explícitamente.
“El año pasado al menos se mencionaba, ahora, la salida se borra prácticamente del texto”, dijo a AFP Eduardo Giesen, coordinador para América Latina de la campaña DCJ. “Este acuerdo y esta COP es de las peores que ha habido”, lamentó.
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