(Foto: AFP)
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Dos días después de su relevo como portavoz de la Cámara de los Comunes, el carismático John Bercow calificó el Brexit como “el mayor error” de la política exterior de tras la posguerra y anunció que publicará un libro con sus experiencias a principios del próximo año.

Bercow, que presidió el Parlamento británico durante diez años y que se hizo popular por sus gritos de "¡Orden, orden!, conversó el miércoles con los medios extranjeros ahora que, según dijo, ya no está obligado a mantener "la imparcialidad" que guardó durante su servicio en Westminster.

“Somos parte de bloques de poder y de comercio, y mi opinión es que es mejor ser parte de un bloque de poder que no hacerlo”, subrayó Bercow en relación a la , una vez aplazada la salida del Reino Unido por tercera vez hasta el próximo 31 de enero.

La incertidumbre prolongada en el tiempo por este complicado divorcio no ayuda al Reino Unido, en su opinión, ya que es negativo para el "estatus geopolítico" del país y su posición en los diferentes foros multilaterales, precisó.

Acusado de favorecer al bando parlamentario contrario a la partida de Reino Unido del club comunitario -votó a favor de la permanencia en el 2006-, Bercow insistió en que no se arrepiente de su trabajo en Westminster porque lo ha hecho con "honestidad".

Confesó haber sentido "hostilidad" por parte del "establishment" del Partido Conservador, especialmente del ex primer ministro David Cameron, quien mantuvo durante su elección una actitud de "ABB" (Anybody but Bercow, Cualquiera menos Bercow), recordó.

El político de 56 años fue elegido como diputado conservador en la circunscripción inglesa de Buckingham en 1997, pero la presidencia del Parlamento, doce años después, le obligó a rechazar su derecho al voto como diputado para mantener su imparcialidad.

También hizo referencia a otras cuestiones polémicas, como cuando se mostró abierto a que el expresidente catalán Carles Puigdemont, huido a Bélgica, y sus seguidores pudieran hablar en la sede del Parlamento.

"No me toca a mí decir quién sería bienvenido en el Parlamento porque ya no soy miembro de la Cámara de los Comunes ni soy el portavoz", aunque aseguró mantener lo que dijo recientemente, cuando manifestó que Puigdemont podría acudir a Westminster si así lo deseaba.

Sobre el dictamen del Tribunal Supremo que consideró nula, ilegitima y sin efectos por unanimidad la decisión del primer ministro, de suspender la actividad de la Cámara del 10 de setiembre hasta el 15 de octubre, insistió en que esa prórroga “no era normal”.

"Al final lo que importa no es lo que yo opine, sino lo que dijo el Tribunal Supremo", añadió repitiendo hasta en tres ocasiones que los once magistrados que lo forman votaron en contra de esta clausura cuando se estaba debatiendo un asunto tan relevante para el país como el acuerdo del Brexit.

Bercow, que no quiso revelar a quién votará en las próximas elecciones generales del 12 de diciembre, sí se pronunció claramente a favor del tenis, del que dijo ser un "obseso", y aprovechó la ocasión para alabar la figura del tenista suizo Roger Federer, al que ensalzó como "un gran embajador del deporte".

Desde la silla más elevada de Westminster, con la voz quebrada por sus extridentes gritos para llamar al orden y ataviado con coloridas corbatas, consiguió popularizar los debates de la Cámara de los Comunes más allá de las fronteras británicas. Sin embargo, insistió en restar importancia a su "estatus de celebridad".

Sobre sus puntuales jornadas de 14 horas moderando algunos de los debates más acalorados sobre el Brexit, afirmó haberlas disfrutado sin "sentir exasperación" a pesar de no haber podido siquiera beber agua para evitar ir al baño, en contra de las recomendaciones de su médico.

Preguntado sobre una cierta "italianización" de la política, Bercow admitió entre risas que puede estar ocurriendo "hasta cierto punto" y reconoció que en el Parlamento existe una "enorme división" que representa también lo que sucede entre los ciudadanos.

Tras desear suerte a su sucesor, Lindsay Hoyle, hasta ahora vicepresidente de la Cámara de los Comunes, Bercow cerró el acto de la única manera que podía hacerlo, pidiendo orden.