(Foto: Reuters)
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Reunidos en un castillo en una montaña de el pasado noviembre para un retiro nocturno que terminó con una degustación de whisky, las autoridades rebeldes del y , su nueva presidenta confirmada, hicieron un pacto.

Lagarde se comprometió a pasar más tiempo escuchando, y no a tomar decisiones antes de que las autoridades monetarias hubieran participado en el debate, algo de lo que a menudo se acusaba a su predecesor

A cambio, pidió disciplina al Consejo de Gobierno, el principal órgano de decisión del BCE, que está formado por los jefes de los bancos centrales nacionales de los 19 países de la zona euro y seis miembros del Comité Ejecutivo, entre los que se encuentra la propia Lagarde.

También pidió que los gobernadores dejen de criticar las decisiones tomadas y mantuvieran las disputas internas fuera de los medios de comunicación, presentando un frente externo común, según dijeron a Reuters 11 fuentes, algunas de ellas críticas y otras partidarias del último y controvertido paquete de estímulos del BCE.

Una mirada a sus primeros tres meses en el cargo sugiere que Lagarde está utilizando el acuerdo del castillo de Schlosshotel Kronberg para hacer cambios sutiles pero significativos en la institución más poderosa de Europa.

"El cambio es cultural pero bastante profundo", dijo a Reuters una de las fuentes, que pidió no ser nombrada. "La cultura de la institución influye en la forma en que tomamos las decisiones, por lo que tiene un impacto en la política".

La mayor importancia concedida al consenso ha potenciado el papel del Consejo de Gobierno y ha dado más voz a miembros críticos como Alemania, cuyo aporte puede ser vital cuando llegue la próxima crisis, según la mayoría de las fuentes consultadas, que tienen todas un conocimiento directo del funcionamiento interno del BCE.

Sin embargo, Lagarde también ha dejado claro que el polémico paquete de medidas de estímulo de Draghi de septiembre no se tocará, y ha mantenido a los principales colaboradores de Draghi, arquitectos del plan.

En Europa, el papel del presidente del BCE es extraordinariamente poderoso: respaldado por el Consejo de Gobierno, es el rostro y la voz de la institución, llevando su mensaje a las empresas, a los hogares y a los líderes mundiales.

El BCE y Lagarde se negaron a hacer comentarios. Draghi no respondió a una solicitud de comentarios.

Disidentes

Las reuniones ahora comienzan varias horas antes, lo que deja más tiempo para la deliberación y da tiempo a las autoridades para hablar. En gran medida Lagarde preside el debate, según muchas fuentes, habla relativamente poco y mantiene sus puntos de vista en silencio para fomentar un debate abierto.

"Cuando los gobernadores hablan, ella escucha. Puede que esto no parezca algo importante, pero Mario estaba a menudo con el teléfono o el iPad", dijo una segunda fuente. "Madame Lagarde le dice a la gente que guarde los móviles".

Las propuestas para las reuniones se entregan a los gobernadores con hasta una semana de antelación, añadieron algunas fuentes, no solo horas antes por temor a filtraciones.

Estos cambios han desplazado el poder del estrecho círculo de asesores en los que Draghi confiaba y han dado a los miembros del Consejo de Gobierno más capacidad para dar forma al debate, reduciendo la necesidad de sacar a la luz los desacuerdos.

Todas las fuentes dijeron que consideran a Draghi, conocido como "el hombre que salvó al euro", un magnífico banquero central. Pero su disposición a prescindir del consenso -como en septiembre, cuando impulsó el nuevo paquete de estímulos a pesar de una fuerte oposición- molestó a algunas autoridades de política monetaria, lo que provocó un abierto desacuerdo.

Otra señal del clima de paz es que los miembros del Consejo de Gobierno han aceptado en gran medida la petición de Lagarde de no discutir públicamente la esencia de la amplia reforma de la política monetaria del BCE.

Compañeros de Lagarde dicen que su encanto y accesibilidad contrastan con el estilo más distante de Draghi. Ella utiliza los ascensores de personal dentro de la torre del BCE, pregunta los nombres de la gente y charla gustosamente con sus colegas.

Sin embargo, la exministra de finanzas francesa es una despiadada controladora de los tiempos, haciendo que las reuniones no duren más de lo establecido y se respete la agenda, y recordando a menudo a los asistentes que presenten mensajes breves y al grano.

"En una reunión (de la Junta Europea de Riesgo Sistémico), cuando a un ponente se le acabó el tiempo y pidió indulgencia, ella dijo que lo sentía, que teníamos que seguir adelante, y se acabó", dijo una tercera fuente.

Inteligencia política

También es significativo lo que no ha cambiado.

El economista jefe del BCE, Philip Lane, sigue dirigiendo los debates sobre la política monetaria, y recibe el tiempo necesario de Lagarde, exjefa del y abogada de formación que carece de la experiencia en política monetaria de sus predecesores.

"Christine conoce sus limitaciones en materia de política monetaria y sabe que debe presidir el debate y no dominarlo", dijo una cuarta fuente. "Ella es más presidencial".

Excolegas del FMI la describen como una dura negociadora cuya fortaleza reside en la construcción de consensos.

Considerada más hábil políticamente que Draghi, se dice que Lagarde está en términos cordiales con la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la canciller alemana, El apoyo de estas dirigentes podría ser vital, ya que el agotado arsenal de políticas del BCE hace que recaiga sobre los Gobiernos la responsabilidad de impulsar el crecimiento.

En su primer discurso en el cargo, Lagarde elogió al exministro de finanzas alemán Wolfgang Schäuble, un severo crítico del BCE.

"Escucharon a Draghi durante la crisis, pero no tanto cuando las cosas iban bien", dijo una quinta fuente. "Se lleva bien con Von der Leyen y en esencia se puede decir que tiene una línea abierta con ella. Mario nunca tuvo esto con (los antiguos jefes de la Comisión) Barroso o Juncker".

"El número de llamadas telefónicas no aumentó repentinamente" entre Lagarde y Merkel, dijo otra fuente en Berlín, aunque ambas se conocen desde hace más de una década y tienen en común su posición conservadora en política.

La revisión estratégica que Lagarde lanzó el mes pasado podría ser transformadora para el BCE, retocando el objetivo de inflación actual -"por debajo pero cerca del 2%"- y mostrando una mayor tolerancia a las desviaciones, pese al riesgo de irritar a las autoridades alemanes de línea dura, detractoras de una politica monetaria excesivamente expansiva.

Sin embargo, el deseo de la nueva presidenta del BCE de que el banco asuma un papel más importante en la lucha contra el cambio climático podría plantear desafíos tempranos para Lagarde, quien bromeó en una reunión el año pasado que era difícil llenar “los zapatos grandes (de Draghi)... pero yo tengo tacones altos”.