Argentina acudirá el 27 de octubre a las urnas con un dirigente peronista respaldado por la expresidenta Cristina Kirchner como absoluto favorito, lo que genera inquietud entre los habitantes de las islas Malvinas.
Ese ventoso archipiélago, cuyo nombre en inglés es islas Falkland, está bajo control del Reino Unido desde 1833 pero desde la década de 1960 Argentina no cesa de reivindicarlo por medios diplomáticos, económicos y hasta militares.
En abril de 1982, tropas argentinas invadieron las islas pero capitularon 74 días después ante las fuerzas enviadas por Londres.
Mientras algunos isleños creen que su vecino podría volver a invadir, lo que más les preocupa es que en Buenos Aires se instale otro gobierno hostil hacia ellos.
"Hacen todo lo posible por perturbar nuestra economía imponiendo toda clase de sanciones en varios rubros y siendo generalmente antipáticos", se queja Shirley Hirtle, de 76 años, quien trabaja en el museo histórico de Puerto Stanley, la capital de las islas.
Las relaciones con Argentina mejoraron cuando el presidente Mauricio Macri asumió en diciembre de 2015, pero sus posibilidades de renovar el mandato parecen remotas.
El favorito en las encuestas, el peronista Alberto Fernández, advirtió el martes que quiere “renovar el reclamo de la soberanía” de las 750 islas del archipiélago.
Consultada sobre el potencial retorno al poder de un peronista, Hirtle dijo estar "muy enojada".
"Les lavan completamente el cerebro desde que nacen. Reescriben su propia historia", afirmó.
Hirtle recordó que en un referéndum en 2013, 99.8% de los isleños se pronunció en favor de seguir siendo británicos.
Apenas tres de los 1,571 votantes se pronunciaron por “No” y un voto fue anulado.
"Estoy segura de que en Argentina hay mucha gente que quisiera ver una isla con su propia libertad y el derecho a la autodeterminación, pero hay otra gente que no quiere eso", dijo Sally Heathman, 25 años, una asistente de comunicación y medios del gobierno isleño.
El Reino Unido reivindica las Falkland desde que se asentó en la isla Oeste del archipiélago en 1765. Argentina, por su parte, dice que heredó esos territorios de la colonia española, que a su vez reclamó su soberanía de 1767, tras comprar un asentamiento francés en la isla Este.
Bajo el kirchnerismo, la tercera economía de América del Sur amenazó el principal enlace de las islas con el mundo exterior: el vuelo semanal que las une con Santiago, la capital de Chile, que atraviesa espacio aéreo argentino.
Se espera que un segundo vuelo, desde Sao Paulo en Brasil, comience a operar en noviembre, pero un cambio de administración en Buenos Aires podría poner esos planes en riesgo.
"No me sorprendería para nada si existiera... un problema con el segundo vuelo", dijo Keith Heathman, 76, chofer y guía turístico de Battlefield Tours.
El vuelo desde Santiago, a través de Punta Arenas en el extremo sur de Chile, es operado por Latam, que también está organizando el vuelo desde Sao Paulo.
Sally Ellis, 48, agente de Latam en las Falkland, dijo que la compañía no permite ninguna mención de las islas en su revista de a bordo.
En el pasado, dijo, hubo presiones para suspender el vuelo, pero lo calificó de "bravuconadas".
Muchos argentinos, como Walter Goncalves, de 50 años, visitan las islas para honrar la memoria de los caídos en combate, en el cementerio argentino cerca de Darwin, en la isla Este.
Goncalves hizo frente al frío, el viento y la nieve para recorrer campos que fueron escenario de batallas, como Mount Longdon, Tumbledown y Two Sisters.
"No me quería morir sin conocerlos... conocerlos era fundamentalmente rendirle homenaje a nuestros caídos en las islas", dijo a la AFP.
“Malvinas es una batalla que para un argentino no terminó”, dijo.
"Un argentino siempre va tratar que sean reconocidas como argentinas, porque argentinas son".
Una vez al mes, el vuelo desde Santiago hace escala en Río Gallegos, en la Patagonia argentina, mientras que los vuelos desde Sao Paulo tienen previsto hacer una parada en Córdoba, la segunda mayor ciudad de Argentina.
Para Ellis, si Argentina bloquea esos vuelos se haría más daño del que haría a las islas, con una motivación más cercana a la venganza que a ningún fin práctico.
Darrel Day, un australiano de 49 años que dirige una compañía de turismo aventura en Stanley, contó que durante la era Kirchner le confiscaron un yate en Argentina, y tuvo que pagar US$ 186,000 en efectivo para recuperarlo.
"Pidieron abiertamente un soborno", dijo. "Macri terminó con la corrupción. Lidiar con la Aduana (argentina) es mucho más fácil" ahora.
"Por eso es que estoy preocupado" de que Fernández pueda ganar la elección, dije.
Pero los 'kelpers', como se los conoce a los isleños, tienen fama de resilientes y saben cómo enfrentar períodos difíciles.
Cada tanto, el barco que trae provisiones de alimentos demora en llegar por el mal tiempo.
“Queda poca comida en la alacena y piensas: oh, está bien, puedo comer algo enlatado”, dice Heathman, la asistente de comunicación gubernamental. “O tengo carne congelada en la heladera, o algo por el estilo”.