“Son de niños, niños, niños, podría ser mi sobrino”, repite Hussam Hussain Tomeh agarrando entre sus manos un pequeño cráneo que yacía junto a otros huesos y una columna vertebral en un edificio en ruinas de Tadamon, un barrio de Damasco donde se cree que hay fosas comunes con víctimas de ejecuciones extrajudiciales.
Según se van hallando nuevas fosas comunes en Siria tras la caída del régimen de Bachar al Asad, Human Rights Watch (HRW) pidió el lunes preservar este tipo de lugares para una exhumación coordinada, de modo que no se pongan en riesgo “pruebas cruciales” para la rendición de cuentas.
En Tadamon, sus investigadores verificaron estos días la ubicación de un vídeo de 2013 -filtrado hace dos años-, en el que se puede ver cómo once personas con los ojos vendados son disparadas a bocajarro y empujadas a un foso.
Ante la presencia de otros restos humanos en la zona, consideran “lo más probable” que otros hayan sido asesinados o enterrados aquí.
Los vecinos conocen a la perfección en qué puntos entre los destruidos inmuebles estarían estas fosas comunes, todavía por abrir mientras muchas familias esperan noticias de las decenas de miles de desaparecidos por las fuerzas de Al Asad, acusadas de numerosas matanzas como estas.
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Desapariciones
Hussam vivió “seguro” en este vecindario durante casi cuatro décadas, hasta que con el inicio de las revueltas populares contra a Al Asad en 2011 llegó a la zona la milicia progubernamental Fuerzas de Defensa Nacional y “la mayor parte de la población se vio desplazada de forma forzosa”.
Según relata a EFE, su familia decidió quedarse en Tadamon. Un día recibió una llamada de su nieta, que le dijo que su hermano, su cuñada y sus dos hijos habían desaparecido, junto a otros cinco parientes.
“Mi hermana vino a mirar, pero no encontró a nadie, encontró colchones en el suelo, la ropa en el suelo (...) Mi hermana también vino a buscarlos aquí, también desapareció, los desaparecidos de la familia se convirtieron en diez”, asegura el anciano junto a una de las posibles tumbas.
“Si aún estuviese vivo, el más pequeño de los niños tendría ahora once años, entonces tenía alrededor de un año”, agrega.
Tras el incidente, acudieron a un puesto de control de las Fuerzas de Defensa Nacional para tratar sin éxito de obtener información sobre su paradero, pero cuando el vídeo de la masacre comenzó a rodar por internet hace un par de años, perdieron por completo la esperanza de volver a verles.
Hussam no sabe si su familia pueda encontrarse debajo de la arena disimulada con rocas a su lado, pues aunque no reconocieron a ninguno de los asesinados a bocajarro en el vídeo, sabe que hubo más masacres en la zona.
“Tengo un amigo llamado Hisham Abdalá, tiene pasaporte palestino. Le dije que no viniera, que tengo 14 personas desaparecidas, entre mi familia y la de mi primo, pero una semana después no apareció a trabajar. Supimos que también había desaparecido junto a su familia”, dice.
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Varias supuestas fosas
El derrocamiento de Al Asad ha abierto una ventana de esperanza para las familias que solo quieren saber, pero Hussam no cree que una eventual exhumación de restos en Tadamon vaya a aclarar nada.
Mantiene que la ciencia forense no están “tan avanzada” en el país y que, tal y como muestra un vídeo, los autores rociaron los cuerpos con gasolina para ayudar a que el fuego llegara a “altamente inflamables” neumáticos colocados allí a propósito.
“Este es el problema, incluso no existirán restos de ADN y solían hacer esto a diario, lo solíamos oír a diario”, lamenta el hombre.
Por su parte, el vecino Nazir Al Tahan explica a EFE que volvió por primera vez a esta parte del barrio hace alrededor de un año, ya que antes estaba prohibido para que los vecinos “no descubrieran estos crímenes”.
“Estos son los restos de cientos de personas enterradas aquí abajo, no de una masacre, de varias (...) Hay varios fosos y ese de ahí es otro. Y muchos más”, aventura el joven, al afirmar que las desapariciones siguieron ocurriendo durante un lustro a partir de 2013.
Él mismo lleva grabada a fuego la fecha del 10 de octubre de 2014, el día en que su hermano Bashir fue visto por última vez antes de que un grupo de efectivos se lo llevaran de su casa, para nunca más volver.
“Uno salía de su casa para comprar algo y no regresaba, ¿dónde está? Desaparecido. Sus propias familias no saben dónde están, miles de personas están así, preguntando por sus hijos y no encontrándolos”, explica Al Tahan.
“Algunos murieron y otros desparecieron, nadie sabe donde están”, concluye.
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