Un equipo de científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) ha descubierto un método basado en la aplicación de calor sobre el cartílago durante la práctica de ejercicio físico que podría prevenir los primeros signos de la artritis de rodilla.
Los expertos han descubierto que combinar un aumento de la temperatura con la estimulación mecánica del cartílago favorece la producción del tejido celular, lo que permite preservar la integridad del cartílago impidiendo su degeneración.
La artritis de rodilla erosiona gradualmente el cartílago encargado de amortiguar el impacto entre los huesos de las articulaciones.
Es una enfermedad sin tratamiento y degenerativa, una vez que empieza el proceso de desgaste del cartílago es irreversible y causa un dolor intenso, explica en un comunicado Dominique Pioletti, director del Laboratorio de Ortopedia Biomecánica de la Escuela de Ingeniería de la EPFL.
“Cuando el cartílago se empieza a degenerar pierde la capacidad de acumular calor, lo que provoca que la temperatura del tejido no suba e impide que las células funcionen de forma óptima”, señala el experto.
Para la elaboración del estudio, publicado en la revista especializada “eLife”, se contó con la participación de algunos alumnos de la propia universidad, que se prestaron voluntariamente como objeto de estudio.
El análisis consistió en un escáner de las rodillas de los estudiantes en reposo y luego nuevamente tras subir ocho tramos de escaleras. Los resultados mostraron que la temperatura del cartílago aumentó cinco grados tras ser sometido a ejercicio físico.
“El cartílago no contiene vasos sanguíneos y, por lo tanto, tiene tendencia a retener el calor cuando caminamos o corremos”, explicó Pioletti.
Los investigadores trasladaron los resultados al laboratorio, aplicaron calor a las células del cartílago a través de un biorreactor y comprobaron que cuando se combinan los efectos mecánicos y térmicos las células del cartílago muestran mayor cantidad de genes relacionados con el mantenimiento del cartílago.
Los expertos calculan que en los tres próximos años ya podrían tener resultados concluyentes sobre la interrelación entre la formación del cartílago, la temperatura y la carga mecánica.