El veto de Brasil a la entrada de Venezuela a los BRICS fue la gota que rebalsó el vaso, fracturando una relación histórica: Caracas denuncia una “agresión” mientras Brasilia habla de “ruptura de confianza” tras la cuestionada reelección de Nicolás Maduro, que no reconoce, pero tampoco condena.
Y el futuro bilateral es “sombrío”, coinciden analistas.
Venezuela evitó pronunciarse públicamente sobre los llamados de Luiz Inácio Lula da Silva a una mayor transparencia en el escrutinio de la elección del 28 de julio, que la oposición tachó de fraudulenta al reivindicar una victoria; pero estalló tras la traba a sus aspiraciones a entrar al bloque.
Es “una agresión”, “un gesto hostil”, es “inexplicable e inmoral”, denunció un comunicado que no se dirige expresamente al mandatario izquierdista, sino solo a su cancillería.
Venezuela insistía con que contaba con el “respaldo y apoyo de los países participantes en esta cumbre para la formalización de su ingreso” a los BRICS. Brasil fue la tranca.
LEA TAMBIÉN: Fallidas promesas pasan factura a la izquierda latinoamericana
“Ruptura de confianza”
El veto respondió a una “ruptura de confianza”, dijo el excanciller y hoy asesor de Lula, Celso Amorim, en una entrevista al diario brasileño O Globo.
Amorim indicó que Maduro prometió a Lula difundir el escrutinio detallado de la elección del 28 de julio. A la fecha, la autoridad electoral no lo ha publicado, como manda la ley.
“El abuso de confianza fue algo grave, nos dijeron una cosa y no se hizo. Venezuela rompió la confianza”, reafirmó Amorim.
Lula fue un aliado histórico de la Venezuela chavista, primero del fallecido Hugo Chávez (1999-2013) y luego con su sucesor Maduro. Al volver al poder en 2023 celebró una “nueva época” en las relaciones bilaterales, rotas en el gobierno del derechista Jair Bolsonaro (2019-2023).
El presidente venezolano incluso visitó Brasilia entre bombos y platillos.
LEA TAMBIÉN: Putin recibe a Maduro y llama a Venezuela “socio fiable” de Rusia
“El futuro de la relación es bastante sombrío”, dijo a la AFP el experto en derecho internacional y diplomacia Mariano de Alba. “Es evidente que la relación va a seguir existiendo aunque de forma muy limitada, porque no hay interés de ruptura total o aislamiento”.
“Hay un distanciamiento, el gobierno venezolano ha acusado incluso al presidente Lula de repetir conductas que había hecho el expresidente Bolsonaro”, destacó por su parte el internacionalista Luis Daniel Álvarez, profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
La relación ya había recibido otro golpe en setiembre, cuando Caracas revocó la autorización otorgada a Brasil para representar a Argentina en el país y, en particular, para gestionar la residencia de su embajada, donde se refugian seis colaboradores de la líder opositora María Corina Machado desde marzo, esperando un salvoconducto para salir del país.
De Alba pronosticó “una relación entre dos vecinos con amplias diferencias que se entienden únicamente para lo mínimo e indispensable”.
“Así será hasta que el gobierno venezolano esté dispuesto a hacer algunas concesiones importantes como otorgar el salvoconducto a los asilados en la embajada de Argentina”, añadió.
Consenso
Para la inclusión de Venezuela a los BRICS era necesario el consenso, según el presidente ruso y aliado de Maduro, Vladimir Putin, que espera que la situación entre Caracas y Brasilia “se resuelva”.
“Venezuela lucha por su independencia, por su soberanía. Consideramos que el presidente Maduro ganó las elecciones y las ganó honestamente y le deseamos éxito”, añadió Putin.
El gobernante ruso dijo además que los BRICS llegaron a un acuerdo sobre una lista para futuros países asociados, a quienes enviaron una oferta. “Una vez recibida una respuesta positiva, anunciaremos quiénes figuran en esta lista”, expresó.
Agobiada por una interminable crisis económica, Venezuela buscaba desde hace meses ser miembro activo de los BRICS. Maduro viajó a Kazán para reunirse con los socios del bloque también en búsqueda de inversiones para su país.
El bloque se fundó en 2009 con cuatro miembros: Brasil, China, India y Rusia, y en 2010 se unió Sudáfrica. En 2024 se sumaron Etiopía, Irán, Egipto y Emiratos Árabes.
LEA TAMBIÉN: El implacable ciclo de la pobreza de la Amazonía