El Banco Central Europeo (BCE), alentado por la desaceleración de la inflación, podría allanar el camino este jueves para un recorte de las tasas de interés a partir de junio.
Christine Lagarde, la presidenta del BCE, dijo en marzo que los guardianes del euro no tenían “suficiente confianza” para plantearse una relajación de su política monetaria.
Pero ahora tienen motivos para estar más tranquilos ya que la inflación se desaceleró considerablemente en la eurozona, hasta un 2.4% anualizado en marzo, 0.2 puntos menos que en febrero, una caída mayor de lo esperado.
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La inflación se acerca a la meta fijada por el BCE de 2% a mediano plazo.
El Consejo de Gobernadores, que se reúne el jueves, deberá nuevamente mantener las tasas sin cambio, pero la reunión “será el preludio de un nuevo punto de inflexión en la política monetaria de la zona euro: la última etapa antes de la baja”, según analistas del banco ING.
Abril improbable
El costo del endeudamiento en la zona euro está en su nivel más alto luego de que el BCE subió los intereses a un ritmo sin precedentes durante más de un año para contener la inflación, que se disparó en 2022 debido, sobre todo, al efecto de la guerra rusa en Ucrania.
La tasa referencial sobre los depósitos se mantiene desde octubre pasado en su nivel récord de 4%.
El resultado ha sido un crecimiento económico lento debido a que la demanda de créditos se ha frenado, afectando el consumo y la inversión de las empresas y los hogares.
Los mercados financieros llevan meses esperando señales de una baja en las tasas. Esperaban un recorte en abril, pero varias autoridades del BCE, incluida la presidenta, han puesto la mira en junio.
Las buenas cifras inflacionarias publicadas la semana pasada reavivaron las especulaciones, y algunos creen que la institución con sede en Fráncfort está lista para relajar la política monetaria y oxigenar la economía.
El Banco Nacional Suizo se convirtió a finales de marzo en el primero de los grandes bancos centrales occidentales en cambiar de rumbo y bajar los intereses.
Pero una sorpresa como esa el jueves de parte del BCE es “muy improbable”, según analistas de Capital Economics.
Hay varias razones para ello: en junio el banco tendrá una batería de nuevos indicadores clave sobre la evolución inflacionaria, incluido el seguimiento de salarios negociados en la zona euro para el primer trimestre del 2024.
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¿Cuál trayectoria?
Además “los signos de una estabilización económica en la zona euro, con cierta mejora del crecimiento de los préstamos y de los indicadores de confianza son un incentivo para no precipitarse a recortar las tasas”, según Carsten Brzeski, del banco ING.
En cuanto a la inflación, está bajo control pero es probable que siga una tendencia menos rectilínea los próximos meses.
En Alemania podría “caer hasta 2% ya el mes que viene antes de recuperarse un poco en los meses siguiente”, indicó Brzeski.
La actuación del BCE también se ve limitada por la de la Reserva Federal estadounidense, cuyo presidente, Jerome Powell, mantiene un discurso prudente.
Si el BCE se adelanta mucho a la Fed en el recorte de tasas, el euro podría perder valor frente al dólar, lo que encarecería las importaciones europeas y podía generar inflación.
“Si los datos apuntan a un recorte en junio, una semana antes de que la Fed tome su decisión, es probable que bajemos las tasas con la esperanza de que la Fed haga lo mismo”, comentó la semana pasada el gobernador del banco central austriaco, Robert Holzmann, miembro del Consejo de Gobernadores del BCE.
Economistas de ING señalan que el BCE optará por una política “lenta” de reducción de tasas de 25 puntos básicos por trimestre.
Lagarde dijo recientemente que la institución no puede comprometerse con un número predefinido de recortes de tasas. Se espera que los debates sobre esta trayectoria dominen la reunión del jueves.