Si alguien dudaba de que el peronista de centroizquierda Alberto Fernández tuviera habilidades para la negociación política, unos pocos meses le bastaron para demostrarlo.
Desde que la carismática y polémica expresidenta Cristina Fernández de Kirchner lo eligió en mayo para encabezar la fórmula presidencial opositora, unificó al fragmentado peronismo detrás de su candidatura y sumó el apoyo de partidos de centroizquierda y poderosos sindicatos de Argentina.
Prácticamente un desconocido para muchos -especialmente para los más jóvenes- hasta hace ocho meses, su capacidad para el diálogo llevó a Fernández asumir el martes la presidencia, secundado por la exmandataria, luego de ganar las elecciones de octubre.
Consciente del rencor que su estilo despierta en muchos argentinos, que le restaba chances de ganar las elecciones, la carismática Cristina Fernández eligió a su homónimo para liderar a la oposición y optó por la vicepresidencia.
"Es un hombre inteligente, con buena formación, que escucha, que dialoga, que defiende su punto de vista. Nunca lo vi tener una posición dogmática", dijo sobre Fernández el excanciller Jorge Taiana, que entre el 2003 y 2008 compartió el Gabinete de ministros con el flamante presidente.
En medio de una grave crisis económica, con una inflación superior al 50% anual, una recesión y una pobreza cercana al 40%, Taiana no dudó de la capacidad de Fernández para conducir el país. "Alberto es una persona que está en el lugar oportuno en el momento oportuno", dijo a Reuters.
Fernández, un abogado de 60 años criado en una familia de abogados de clase media, fue jefe de Gabinete durante la gestión de Néstor Kirchner (2003-2007) y el primer año de los Gobiernos de su esposa, Cristina Fernández (2007-2015).
La economía creció y la pobreza cayó en esos 12 años, pero los críticos del "kirchnerismo" sostienen que el período estuvo marcado por una profunda intervención estatal en la economía y reiterados casos de corrupción.
Años antes, Fernández había sido legislador de Buenos Aires por el partido del economista neoliberal Domingo Cavallo y en la década de 1980 funcionario del Gobierno de la tradicional Unión Cívica Radical, actualmente aliada de su principal rival, el neoliberal Mauricio Macri.
El loco de la música
Un aspecto que era poco conocido de la biografía del líder peronista puede revelar el origen de su eclecticismo.
Detrás del bigote adusto y el traje formal que usaba como profesor en la Facultad de Derecho se esconde un músico amante del rock que se vuelca a la guitarra cada vez que la política argentina le da un respiro. Incluso bautizó a su perro Dylan por el legendario músico y compositor Bob Dylan.
Es un "loco de la música, un tipo muy culto", dijo sobre Fernández el pionero del rock argentino y latinoamericano Lito Nebbia, en una entrevista radial de este año.
Como Nebbia era su ídolo, a los 16 años Fernández se dejó su ancho bigote para homenajearlo y hasta tomó clases de guitarra con él. El actual presidente le hizo llegar sus antiguas canciones para que Lito Nebbia las escuchara y actualmente son amigos.
Consultado sobre sus influencias ideológicas, Fernández dijo este año a una radio: "Un poco es Perón, un poco son los grandes pensadores de la Argentina pero también son mucho Nebbia, Bob Dylan, Joan Báez, el Flaco (Luis Alberto) Spinetta".
Cuando era jefe de Gabinete, Fernández -que siguió tomando exámenes hasta este mes en la Universidad de Buenos Aires- a veces se escapaba de la Casa Rosada para tocar la guitarra.
El presidente, que comenzó su militancia política en el colegio secundario, tampoco oculta su fanatismo por el club de fútbol Argentinos Juniors, cuyo estadio estaba a unas pocas cuadras de la casa en la que se crió en el barrio de Villa del Parque, en la ciudad de Buenos Aires.
Dudas a ambos lados
Pero muchos inversores creen que detrás de la máscara de la moderación política de Alberto Fernández se esconde un "kirchnerista duro" que, de ser necesario, avanzará sobre los intereses de las empresas para aplicar políticas populistas. Y aguardan sus primeros anuncios para saber qué esperar.
Los agricultores, particularmente, no le perdonan haber apoyado un alza de impuestos a los granos que generó una áspera pelea entre los productores y la gestión de Cristina Fernández en el 2008, que llevó a Alberto Fernández a dejar el Gobierno.
El líder peronista ha dejado en claro su intención de impulsar el mercado doméstico -principalmente a través de mejoras salariales para reactivar la economía-, lo que los economistas neoliberales interpretan como un indicio de nuevas trabas al comercio internacional.
"Para reordenar a la economía necesitamos salir de la lógica de más ajuste, más recesión y más deuda que se ha impuesto en los cuatro años que hoy acaban. En esa acción de reordenamiento, vamos a proteger a los sectores más vulnerables", señaló el martes Fernández al jurar como presidente en el Congreso.
Por otro lado, algunos kirchneristas duros lo miran con recelo por su tibieza y por las duras críticas que lanzó contra Cristina Fernández tras abandonar el Gobierno. En años recientes, además, fue asesor de algunos peronistas enemistados con la exmandataria, que solo volvieron al peronismo de su mano.
Fernández "no me gusta. Su cabeza no es de peronista. Alberto en economía es neoliberal", dijo hace meses en una entrevista el controvertido exsecretario de Comercio Guillermo Moreno, que compartió Gabinete con Fernández durante años.
Si bien el año pasado los dos Fernández se reconciliaron y aseguran que su relación es excelente, no todos los seguidores de la exmandataria se sienten representados por el flamante presidente.
"Hasta las elecciones del 2021 no va a haber problemas, se va a mantener la alianza. Pero no sé qué va a pasar en el 2023", dijo una fuente cercana a Cristina Fernández.
Lo cierto es que su habilidad para tender puentes le permitió ganar ampliamente la presidencia y ahora deberá lidiar con una severa crisis económica.