El cierre de la negociación del acuerdo de asociación entre la Unión Europea y el Mercosur no es aún el final del camino en el bloque europeo: antes de su entrada en vigor enfrentará una dura oposición en el Consejo de la Unión Europea, que representa a los países, el Parlamento Europeo y, posiblemente, los Parlamentos de los gobiernos más reticentes al pacto.
Varios países comunitarios, entre ellos Francia e Italia, ya han mostrado su oposición al pacto, que ha recibido la bendición de otros, como Alemania, lo que amenaza con crear un nueva división en el seno de la UE.
El acuerdo, que se negocia desde hace un cuarto de siglo, eliminaría aranceles para el comercio entre los países de la Unión Europea y Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, con una población combinada de más de 700 millones de personas, lo que le convertiría en el tratado de asociación de mayor alcance del mundo.
Tras dos décadas de negociación, la UE y Mercosur cerraron el acuerdo comercial en 2019, pero desde entonces no se ha podido ratificar porque ambos bloques negocian desde entonces nuevos compromisos medioambientales que exigen los países de la UE a causa de la fuerte oposición del sector agrícola.
La Comisión Europea, que negocia en nombre de los Estados miembros, presiona para poner el sello final al acuerdo ante el temor de que China, que ya ha expandido su presencia e inversiones en la región, se adelante al bloque comunitario.
Sin embargo, cualquier texto tendrá que obtener también el visto bueno del Consejo de la UE, el Parlamento Europeo y, dependiendo de la base legal del pacto -aún por determinarse-, posiblemente también los Parlamentos nacionales de los Estados miembros de la UE.
Consejo de la Unión Europea
La institución europea que representa a los países tendrá que reunir al menos 15 socios (un 55% de los 27 Estados miembros) que representen a un 65% de la población de la Unión Europea a favor del acuerdo.
París lidera el esfuerzo para conseguir una minoría de bloqueo que tumbe el pacto en el Consejo y, aunque es muy difícil que encuentre a una decena de gobiernos opuestos al pacto, Francia por sí sola tiene más de un 15% de la población europea y espera que se sumen a su esfuerzo socios grandes como Italia o Polonia para cumplir con el criterio de la población.
También muestran reticencias en diferentes grados Países Bajos, Austria o Lituania, Bélgica, Luxemburgo o Rumanía, aunque no es seguro si alguno de ellos votaría en contra en el Consejo.
Parlamento Europeo
El nuevo Parlamento Europeo salido de las urnas el pasado 9 de junio tendrá también que escrutar y pronunciarse sobre el acuerdo entre la UE y el Mercosur: primero lo harán sus comisiones de Comercio Internacional y de Asuntos Exteriores y, después, tendrá que votarlo el pleno en su conjunto.
El veterano presidente de la comisión de Comercio Internacional, el socialdemócrata alemán Bernd Lange, ha instado a que la razón “prevalezca” sobre la emoción y urgió a tener en cuenta que, aunque el pacto no cumpla con todas las expectativas de la UE, “las consecuencias de no tener un pacto probablemente superarían con creces las debilidades de uno imperfecto”.
“No deberíamos considerar este acuerdo de forma aislada, sino más bien como un símbolo del lugar que queremos ocupar en el mundo”, urgió el alemán.
Lange, eurodiputado desde 1994, no cree que las mayorías a favor o en contra de este tipo de acuerdos hayan cambiado tras las elecciones europeas y sigue viendo a los mismos “sospechosos habituales a favor y en contra” del pacto con el Mercosur.
En contra estarán, con seguridad, los Patriotas por Europa (el partido de la francesa Marine Le Pen es su miembro más numeroso con diferencia), los Verdes y la Izquierda, además de delegaciones nacionales concretas dentro de grupos generalmente a favor, como pueden ser los liberales y socialistas franceses.
¿Y los Parlamentos nacionales?
Está por determinar también qué estructura legal tendrá el acuerdo y si es necesario que el pilar comercial tenga que recibir el visto bueno de todos los parlamentos nacionales de los Veintisiete para que pueda entrar en vigor plenamente.
En el caso de que sea un acuerdo mixto y lo necesite, los países reacios que se quedan en minoría en el Consejo pueden ejercer el veto desde sus Parlamentos nacionales.
El Parlamento neerlandés y el austríaco, entre otros, se han pronunciado en contra del acuerdo con argumentos similares a los que exponen los gobiernos contrarios al mismo. No sería la primera vez que esto sucede: el pacto entre la Unión Europea y Canadá pendió de un hilo en 2016 ante el bloqueo temporal del Parlamento de Valonia, la región sureña de Bélgica, que acabó cediendo.