No hay alivio a la vista para una histórica sequía en la Amazonía de Brasil que ha interrumpido el transporte fluvial, provocado incendios forestales y cobrado vidas en la fauna local, según un destacado científico del clima.
No se esperan precipitaciones en el futuro inmediato en el norte de Brasil, aunque la temporada de lluvias normalmente comienza a fines de septiembre o principios de octubre, dijo en una entrevista el físico atmosférico Paulo Artaxo.
El cambio climático ha vuelto imprecisos y obsoletos los modelos meteorológicos, y las proyecciones sobre cuándo comenzará la temporada de lluvias son un tiro a ciegas, añadió.
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“Ya deberíamos haber entrado en la temporada de lluvias y, eso, obviamente, no ha ocurrido”, dijo Artaxo. El clima “ya ha cambiado. La mayoría de los países no están preparados para hacer frente al aumento de fenómenos climáticos extremos”.
El nivel del agua del río Negro, principal afluente del Amazonas, se encuentra en su nivel más bajo desde 1902, según el Servicio Geológico de Brasil. Se necesitarán hasta dos meses de lluvia para que los ríos amazónicos crezcan lo suficiente como para que la navegación se normalice, dijo Artaxo.
Cerca 30 millones de brasileños viven en la Amazonía y dependen de los ríos para transportar productos esenciales, como alimentos, medicinas y agua potable. La sequía ha obligado a desviar algunos envíos de soja y maíz a otros puertos del sur de Brasil. Este mes se cerró temporalmente un embalse hidroeléctrico en el Amazonas. Los incendios forestales van en aumento y los delfines de río están muriendo.
Las olas de calor que azotaron Europa, Estados Unidos y Asia este año muestran que los fenómenos meteorológicos extremos se están volviendo más frecuentes e intensos en todo el planeta, y los gobiernos deben actuar con rapidez para adaptarse a la nueva realidad, afirmó. Para la Amazonía, esto podría significar encontrar alternativas para transportar cultivos y otros productos debido a los bajos niveles de agua.
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