América Latina y el Caribe están en riesgo de que la crisis económica ocasionada por las restricciones para prevenir el contagio del coronavirus se convierta en la región en una crisis de hambre y pobreza, alertó la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El representante para Latinoamérica y el Caribe de la FAO, Julio Berdegué, explicó que todavía “no es irremediable” que millones de ciudadanos en la región caigan en la inseguridad alimentaria.
“El planeta tiene una crisis sanitaria, vamos camino a una crisis económica, los pronósticos para nuestra región son especialmente malos, hablan de entre -5% y -6% este año. La pregunta es: ¿vamos a agregar una crisis alimentaria? Tenemos que hacer, que la crisis económica no se nos convierta en crisis alimentaria”, indicó.
La situación actual todavía permite margen de maniobra, dijo Berdegué, a pesar de que América Latina empezó con mal pie, ya que arrastra un aumento desde hace cinco años de personas en situación de hambre, 18.5 millones según el último estudio de la FAO del 2019.
La inseguridad alimentaria aguda sube a medida que la situación económica baja, por lo que Berdegué señaló que es esencial garantizar la capacidad adquisitiva de la población más vulnerable ante la crisis económica que se avecina en todo el mundo.
“(Hay que evitar) el deterioro del empleo y de los ingresos de millones de personas en la región, trabajadores formales, pero sobre todo millones de informales, ya que más de la mitad de la fuerza de trabajo de la región son trabajadores informales sin seguro de desempleo, de salud... muchos de ellos viven al día”, afirmó.
Comida sobra, falta dinero para comprarla
El problema, a juicio del representante de la FAO para Latinoamérica, no es que la región corra riesgo de quedarse sin alimentos, sino que los ciudadanos no tengan dinero para comprarlos.
“En América Latina hace muchos años que el hambre no es producto de la falta de comida. Hace muchos años que superamos esa situación. Es un problema de falta de dinero para comprar comida y eso se va a agravar”, explicó Berdegué.
En ese sentido, confirmó que ningún país ha reportado problemas de suministros ni abastecimiento, por lo que lo prioritario es la ayuda alimentaria, ya sea en forma de ingresos para conseguir los víveres o en especie directamente.
Por ejemplo, apuntó a los programas de alimentación escolar: “Son 84 millones de niños y esa es una herramienta muy potente que tienen los Gobiernos para que la crisis económica no se convierta en crisis alimentaria, por lo menos de los niños. Los colegios están cerrados pero eso no significa que se tenga que cerrar la alimentación”.
Países que preocupan especialmente
Berdegué aseguró que la FAO tiene especial atención a la situación de siete países por las diferentes realidades críticas en las que se encuentran, y así lo expresó el organismo en el informe publicado que realizó a petición de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y que fue publicado este lunes.
El más preocupante es Haití, sumido en una crisis social, política y económica desde hace años e incapaz de gestionar por sí mismo una solución para evitar el hambre, por lo que apuntan a la ayuda humanitaria.
Por otro lado, en el corredor seco de Centroamérica (Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua) se calcula que 3.2 millones de personas están “sentadas sobre un polvorín” de inseguridad alimentaria aguda, en riesgo de perder la vida o sus medios de vida, que no dudarán en migrar de forma irregular si es necesario, dijo Berdegué.
Y el otro foco de preocupación es Venezuela y los migrantes del país en Colombia y Ecuador.
“Hay un porcentaje importante de la población de migrantes venezolanos en Colombia y especialmente en Ecuador que están en condición de inseguridad alimentaria. El llamado nuestro y del conjunto de las Naciones Unidas es que el derecho a la alimentación es un derecho humano y es deber de los Estados garantizarlo”, señaló.
El informe elaborado para la Celac
El nuevo informe de la FAO, creado a solicitud de México, que tiene la presidencia pro témpore de la Celac, detalla una serie de recomendaciones para enfrentar la crisis.
Así, destaca que es clave que los Gobiernos declaren la alimentación y la agricultura como actividades estratégicas de interés público nacional.
El informe también recomienda a la Celac reactivar su Plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Plan SAN Celac), adecuándolo al nuevo contexto, y fortalecer acuerdos políticos para impulsar el comercio de alimentos entre los países de ese organismo.
Cooperación como nunca antes se ha visto
La esperanza de la FAO recae en la cooperación que los Estados están mostrando para hacer frente a la situación alimentaria en el continente americano.
“Hay grupos de países hoy hablando entre sí diciendo ‘a ti te sobra esto y a mí me falta lo otro, vamos a hacer intercambios’. No había visto eso nunca para ser concreto. Problemas comunes, soluciones diferentes y mucha solidaridad”, destacó Berdegué.
Para el representante de la FAO la pandemia ha conseguido que los países se pongan de acuerdo entre ellos para abastecerse mutuamente y compartir iniciativas locales que fueron satisfactorias para replicarlas en otros lugares.
Salud vs economía: Problemas comunes y soluciones propias
“Nos hemos ido moviendo hacia que la obligación es encontrar las soluciones que nos permitan mitigar la crisis sanitaria, manejar la crisis económica e impedir la crisis de hambre. Se pueden hacer las tres cosas”, dijo Berdegué.
Añadió que la disyuntiva entre economía y salud ya es parte del pasado en la toma de decisiones frente a la pandemia, a pesar de que puntualizó que algunos Gobiernos de América Latina todavía siguen en esa discusión.
“Frente a esta coyuntura los países tienen problemas comunes: que no se interrumpa el comercio mundial de alimentos, que los alimentos lleguen a toda la población y que nadie se quede sin ingresos o sin ayuda alimentaria. Cada país lo puede resolver de manera diferente. El problema es el mismo y las soluciones podrán variar”, indicó.