Es una pequeña revolución en el país del gigantismo: cada vez hay más estadounidenses que eligen vivir en "tiny houses", casitas de menos de 40 m2, por su precio módico, su minimalismo y su menor impacto en el medioambiente.
El movimiento, que incluye a las casas sobre ruedas y a las construidas en un terreno, se originó hace varias décadas, pero la crisis financiera de 2008 y la llegada de los millennials a la vida activa le dieron un nuevo impulso.
Primer punto fuerte, el precio. Unos US$ 50,000 por una casa nueva de un poco menos de 20 m2 con un interior personalizado, de aquellos que enloquecen a las cadenas televisivas estadounidenses de manualidades y decoración, que multiplicaron los programas sobre las diminutas moradas en los últimos cinco años.
"Enfrentamos una crisis de vivienda y un parque inmobiliario envejecido", observa Brandy Jones, que se mudó con su marido y sus dos hijos a una de estas casitas en Reading, unos 100 km al oeste de Filadelfia, hace ocho meses.
Para una casa nueva normal, dice, hay que contar "al menos" con US$ 300,000. La opción de una minúscula casita "hace una diferencia enorme. Torna el costo de vida abordable".
Minimalismo
Pero la mayoría de las veces, solo el factor económico no alcanza para explicar el fenómeno en un país donde la superficie promedio de las casas nuevas para una familia es de 228 m2, según la Oficina del Censo.
Estos últimos 40 años, "la sociedad estadounidense siguió la moda del gigantismo, de construir casas enormes", explica Marcus Stoltzfus, director comercial y de mercadeo de Liberation Tiny Homes, una empresa situada en Leola, no lejos de Reading.
Pero hoy, dice, "en algunos lugares la gente toma conciencia de que vivir con menos es muy ventajoso para su estilo de vida".
"Amamos este acercamiento minimalista", explica Scott Berrier, que se mudó hace cuatro meses a una casa de 34 m2 con su pareja, Melissa Meshey, y que aprecia "no tener tantas cosas" como antes.
Aunque de superficie reducida, estas casas son más funcionales que un apartamento tradicional. "La principal diferencia que noto es que no hay ningún espacio perdido", subraya Scott.
"Intentamos simplificar nuestra vida y nos desprendemos de todas nuestras mierdas", confía Roland Figueredo, que este verano boreal dejará su apartamento en Nueva York para mudarse a una nueva "tiny house" en Oregon.
Materialismo
Pero aunque las mentalidades evolucionan, no siempre es fácil ir contra las normas sociales y el materialismo dominantes.
"¡Tendrás claustrofobia ahí adentro!", dijeron a Scott varios amigos cuando éste les anunció su plan.
"Es muy hispter", reconoce por su lado Stoltzfus, que afirma que el movimiento "tiny" siempre tiene una "imagen negativa" para algunos.
La aspiración al minimalismo también se explica por el impacto ambiental, explica Scott. "Reduces tu huella de carbono. No utilizas tanta electricidad, ni tanta agua" como en un apartamento o casa clásicos.
A pesar de estas ventajas, la moda de los hogares diminutos no es aún masiva. Según algunas estimaciones, habría un poco más de 10,000 mini casas en Estados Unidos.
El primer gran freno es el financiamiento. Es casi imposible hallar un préstamo inmobiliario clásico para comprar una.
Pero el principal obstáculo es la legislación: la mayoría de las colectividades locales prohíben a sus residentes vivir todo el año en una habitación sobre ruedas y fijan un mínimo para la superficie de una casa, en general por encima de 80 m2.