Por Gary Shilling
Tras caer en picada entre marzo y mayo cuando los cierres provocados por la pandemia devastaron el gasto de los hogares estadounidenses, los precios al consumidor se recuperaron en los siguientes cuatro meses. Algunos temen que este sea el comienzo de un resurgimiento de la inflación.
La encuesta de las expectativas de inflación al consumidor del Banco de la Reserva Federal de Nueva York muestra un repunte de 2.4% a 3% en un año, así como en tres años.
Si cree que se avecina una inflación grave, no cree en el poder fundamental del exceso de oferta global para deprimir los precios. Con la globalización, la tecnología occidental se combina con la mano de obra asiática barata para producir una amplia gama de bienes y, cada vez más, servicios.
Pero los consumidores asiáticos compran solo una fracción de lo que producen. El gasto del consumidor en China representa solo 39% del producto interno bruto, en comparación con 68% en Estados Unidos, lo que resulta en un exceso de ahorro que es altamente deflacionario.
Es poco probable que este exceso se atrofie, incluso si la guerra comercial entre EE.UU. y China se intensifica. Compañías occidentales e incluso asiáticas como Samsung, Hasbro, Apple y Nintendo están pasando la producción de China a Vietnam, Pakistán y otros países asiáticos que tienen costos aún más bajos y escapan a la línea de fuego de la guerra comercial.
No sorprende que la Reserva Federal, con todo su poder, no haya podido presionar la tasa de inflación hacia su meta de 2% y lo admite al decir que permitirá que la inflación sobrepase su objetivo durante un período de tiempo antes de endurecer la política monetaria. Sin duda, la Fed no está sola entre los bancos centrales en no lograr que la inflación alcance un nivel aceptable.
A nivel micro, la pandemia ha demostrado el poder de la oferta y la demanda en la definición de los precios. Con muchos todavía en casa, el costo de la alimentación en el hogar aumentó 4.1% en septiembre respecto al año anterior. Sin embargo, en escuelas y lugares de trabajo casi desiertos, los costos de los alimentos cayeron 3.4%, según la Oficina de Estadísticas Laborales.
Las diferencias en la inflación entre el gasto estando en casa o en plena libertad de movimiento fueron generalizadas. Los costos de consumo de libros recreativos aumentaron 4.1% en septiembre respecto al año anterior. Las tarifas de televisión por cable y satelital aumentaron 5%, los diarios cuestan 5.6% más, la atención médica subió 4.2%, los precios de productos de limpieza subieron 4.5% y los precios de las bicicletas aumentaron 1.3%.
Los precios de lo que se consume fuera de casa se desplomaron, con tarifas de aerolíneas a la baja en 25%, por ejemplo. Los precios de las chaquetas y los abrigos para hombre cayeron 18.7% y los precios de las prendas femeninas cayeron 16.8%, las tarifas de las habitaciones de hotel bajaron 15% y los costos del transporte urbano perdieron 16.5%.
Las fuerzas de la oferta y la demanda también se revelan en la caída de los precios de la energía. Dado que las personas permanecen en casa y no conducen, viajan o toman algún transporte, la demanda del petróleo se ha desplomado. Los precios del West Texas Intermediate han caído de US$ 58 por barril a principios de año a US$ 41 recientemente aunque frackers estadounidenses y productores convencionales de petróleo han reducido la producción de 12 millones de barriles por día a 11 millones. Y esto después de la caída previa desde US$ 67 por barril a principios de octubre del 2018.
El índice de precios al consumidor sobreestima la inflación de varias maneras, incluyendo cómo contabiliza el rubro de vivienda. Las estadísticas asumen que los propietarios arriendan sus viviendas a ellos mismos y que pagan para dichos arriendos tasas de mercado.
El componente de alquiler equivalente de este propietario es alto, 24% del IPC, y ha aumentado rápidamente en los últimos años a medida que los costos de alquiler subieron junto con la fuerte demanda. La renta equivalente del propietario subió 2.5% en septiembre respecto al año anterior, pero si se elimina, el IPC subió solo 0.8% y no el 1.4% reportado. Dudo que muchos propietarios consideren el alquiler que pagan a sí mismos como parte de su costo de vida.
La orden ejecutiva del presidente Donald Trump para reducir los costos de medicamentos formulados para los beneficiarios de Medicare a lo que cobran las compañías farmacéuticas en otros países es altamente deflacionaria. En el pasado, los estadounidenses esencialmente han pagado el costo de desarrollar nuevos medicamentos cuando los Gobiernos extranjeros los compran más cerca de los costos marginales.
Los costos de medicamentos de marca especializada en EE.UU. han aumentado 62% desde enero del 2014, en comparación con un alza de 10% en el IPC general. Al mismo tiempo, los costos de medicamentos genéricos para los estadounidenses han caído 37%. Con el aumento crónico de los precios de fármacos de marca, el total de los medicamentos, que representa 1.5% del IPC, ha subido 14% desde enero del 2014.
Los picos de los precios derivados de la crisis emergente de coronavirus en la primavera se están reduciendo a medida que las cadenas de producción y oferta se ajustan. Los cierres de mataderos por trabajadores infectados no lograron evitar que los animales crecieran y ganaran peso. Así que ahora abundan las alitas de pollo y las costillas son más baratas que antes de que comenzara la pandemia.
El contagio de Trump de COVID-19 ha revelado en EE.UU. la persistencia de la pandemia y el débil y deflacionario crecimiento económico que se avecina. Lo mismo ocurre con el deterioro de los ingresos familiares y el empleo. Los ingresos personales cayeron 2.7% en agosto a medida que expiraban los beneficios adicionales del seguro por desempleo. A pesar de las próximas elecciones, Washington aún no ha inyectado más dinero en los hogares.
Aunque la tasa de desempleo cayó a 7.9% en setiembre, desde 8.4% en agosto, esto se debe principalmente a licencias temporales que se volvieron permanentes a medida que los empleadores perdieron toda esperanza de una rápida recuperación. Walt Disney Co. está recortando 28,000 puestos en parques temáticos que anteriormente estaban en licencia temporal, y American Airlines y United Airlines están despidiendo a 32,000 personas.
En abril, 88% de los que perdieron empleos informaron que eran despidos temporales, pero solo 51% pensó lo mismo en septiembre, según el Departamento de Trabajo. Los que informaron pérdidas de empleos permanentes aumentaron de 2 millones en abril a 3.8 millones en setiembre.
A medida que la recesión generada por la pandemia persiste en continuar en el 2021, se avecina una inflación aún más baja, si es que no llegamos a una deflación. Esto iría de la mano con rendimientos aún más bajos de los valores del Tesoro de EE.UU. Los precios de los productos básicos, no solo el crudo, caerían. Los minoristas en línea continuarían beneficiándose de los consumidores que permanece en casa, pero la presión sobre los centros comerciales se intensificaría. Muchos minoristas más apalancados y otros con un gran servicio de la deuda fracasarían.