¿Quién lo habría dicho? Resulta que los estadounidenses son muy buenos para seguir las normas de distanciamiento social y quedarse en casa.
Es un dato sorprendente. Cuando el ritmo de contagios de coronavirus se aceleraba en Wuhan en enero, el Gobierno chino tomó medidas enérgicas y obligó a los ciudadanos a quedarse en sus hogares. En ese momento, era difícil imaginar que los estadounidenses, amantes de la independencia, estuvieran de acuerdo en aceptar una norma similar. Los escépticos dijeron que no sucedería nunca. Se equivocaban.
Nuevos datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. muestran que los estadounidenses respondieron rápida y minuciosamente a las instrucciones de las autoridades federales, estatales y locales. Cumplían todas las recomendaciones, como lavarse las manos cuidadosamente, limpieza de áreas de alto contacto o no desplazarse al lugar de trabajo. Y, en muchos casos, renunciaron a ingresos muy necesarios para quedarse en casa.
Esas medidas ahora parecen estar dando resultados al desacelerar la propagación de la enfermedad. Algunos de los primeros modelos de la pandemia en EE.UU. sugerían que hasta dos millones de estadounidenses podían morir por Covid-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus. El éxito del distanciamiento social redujo esas estimaciones reiteradamente, y los modelos ahora sugieren que morirán menos de 70.000 estadounidenses.
“Es extraordinario”, dijo el director de los CDC, Robert Redfield. “El público estadounidense escuchó ese mensaje: protege a los vulnerables”.
Los modelos subestimaron hasta qué punto los estadounidenses aceptarían las recomendaciones y acatarían el distanciamiento social, dijo Redfield en una entrevista la semana pasada. Las estimaciones originales sobre el cumplimiento eran de alrededor del 50%, pero al final, “el cumplimiento del mensaje ha superado el 90%”, dijo Redfield.
Los políticos han destacado reiteradamente el mensaje de distanciamiento social. “Es un momento sin precedentes en la vida de la nación”, dijo el vicepresidente Mike Pence en una conferencia de prensa de la Casa Blanca el lunes. “A medida que vemos que los números se nivelan y tal vez incluso comienzan a disminuir, simplemente les animo a que sigan haciendo lo que están haciendo”.
Si bien las primeras declaraciones de emergencia de los estados individuales no redujeron drásticamente los niveles de movilidad, eso cambió con la incorporación de medidas adicionales como el cierre de escuelas, bares y restaurantes, y las pautas de 15 días para reducir la propagación del Gobierno federal, de acuerdo con el Informe Semanal de Mortalidad y Morbilidad de los CDC.
El efecto disuasorio de informar del creciente número de casos a diario, junto con estrictas directivas estatales de confinamiento domiciliario, tuvo el efecto deseado en cuatro de las ciudades más afectadas en EE.UU. Los residentes de Nueva York, Nueva Orleans, San Francisco y Seattle redujeron drásticamente su movilidad desde finales de febrero hasta principios de abril, ya que la amenaza potencial del virus y la preocupación correspondiente de los líderes locales aumentaron constantemente.
Alrededor del 80% de los residentes de esas cuatro ciudades salían de sus hogares diariamente a fines de febrero, según el informe de la agencia. Cinco semanas después, el 1 de abril, solo el 42% de los neoyorquinos salían de casa en un día determinado.
Las personas pueden salir de casa, cumpliendo con las pautas de distanciamiento social, para por ejemplo ir a la tienda de comestibles o salir a caminar.