La extracción diaria de miles de galones de agua de manantiales de Arizona (EE.UU.) para la construcción del muro fronterizo del presidente Donald Trump a la larga impactará fuertemente en una zona desértica donde viven especies en extinción, según defensores del medioambiente.
"Actualmente, la Patrulla Fronteriza esta excavando numerosos pozos para bombear agua del subsuelo y utilizarla en la mezcla del concreto (cemento) que está siendo utilizado para construir el muro fronterizo", dijo a Efe Laiken Jordahl, experto del Centro para la Diversidad Biológica, que tiene sus oficinas centrales en Tucson (Arizona).
"El bombeo masivo de agua podría tener efectos devastadores a corto y largo plazo, agregado a esto al cambio climático, con el que cada vez vemos temperaturas más altas en el desierto de Arizona", apuntó Jordahl.
De acuerdo con el especialista, la extracción de tanta cantidad de agua podría causar un severo efecto en el ecosistema, así como en las comunidades de una región desértica donde solamente llueve como promedio 30 días al año, por lo que la zona recibe un máximo de hasta 15 pulgadas de agua anualmente.
El Gobierno federal excava actualmente nuevos pozos cerca del Refugio de Vida Salvaje de San Bernardino, un proyecto para el que se podrían estar utilizando alrededor de 70,000 galones de agua al día, según estiman los defensores del medio ambiente.
"No sabemos con exactitud cuántos galones al día están siendo utilizados, porque el Gobierno federal se ha negado a revelar una cifra exacta", dijo Jordahl.
El experto cree que el bombeo masivo de aguas subterráneas amenaza con destruir manantiales naturales que suministran el preciado líquido a varias especies de animales que no viven en ningún otro lugar de los Estados Unidos.
Estos manantiales son el hogar de por lo menos ocho especies en peligro de extinción, entre ellas la rana leopardo chiricahua, la serpiente de liga mexicana y cuatro diferentes especies de peces conocidos como Pez de Rio Yaqui.
"Me temo que esta especie de peces podrían desaparecer por completo. Hasta el momento el Gobierno federal se ha negado a hacer estudios sobre el impacto que el bombeo de tanta agua tendrá en la región y en los manantiales", sostuvo Jordahl.
"El muro de Trump está destruyendo algunos de los paisajes más bellos y frágiles de las tierras fronterizas", enfatizó el activista del Centro para la Diversidad Biológica, una organización sin fines de lucro conocida por su trabajo en la protección de especies en peligro de extinción a través de acciones legales, peticiones científicas, medios creativos y activismo de base.
Adicionalmente, el Gobierno bombea diariamente 30,000 galones provenientes de la ciudad fronteriza de Douglas, también en Arizona.
Este líquido se extrae previo contrato con el Gobierno, de cinco centavos de dólar por galón y 18 meses de explotación.
"Quizás la ciudad tenga más posibilidades de proporcionar esta agua, pero sabemos que a largo plazo esto también tendrá un efecto negativo", dijo Jordahl.
Otra fuente de agua natural que podría estar en peligro es el manantial de Quitobaquito, dentro del Monumento Nacional de Organ Pipe Cactus, donde actualmente también se lleva a cabo la construcción del muro fronterizo.
Mike Wilson, activista y miembro de la reserva indígena Tohono O'odham, dijo a Efe que ese manantial es parte vital del ecosistema de la región.
"Quitobaquito ha sido utilizado durante siglos como una fuente de abastecimiento de agua para personas y animales que cruzan el desierto", explicó.
Wilson agregó que también se trata de un centro ceremonial para miembros de la reserva indígena.
El Centro para la Diversidad Biológica estima que se requieren aproximadamente 84,000 galones diarios para mezclar el cemento y regar los caminos para la construcción que actualmente se lleva a cabo en Organ Pipe Cactus.
Por su parte, en declaraciones enviadas a Efe, el Servicio de Parques Nacionales aseguró que, durante el tiempo que duren las labores de la construcción del muro fronterizo, vigila muy de cerca la reservas de agua de los manantiales naturales.
Esta institución ha recomendado que no se excaven nuevos pozos por lo menos a cinco millas al este y diez al oeste de Quitobaquito.
Sin embargo, Jordahl considera que las nuevas excavaciones se alimentan del flujo subterráneo de agua.
“El agua es vital para la vida del desierto y desafortunadamente vemos cómo el Gobierno federal la está tomando sin medir consecuencias”, enfatizó Jordahl.