Los frondosos árboles de los 350 acres de huertos de Magali y Hugo Urbina, junto al Río Grande en Eagle Pass, Texas, deberían estar repletos de nueces pecanas en esta época del año.
En cambio, la mayoría están vacíos.
Los Urbina culpan a las nubes de polvo levantadas por agentes de Texas en camiones y vehículos todoterreno, después de que el gobierno de ese estado pusiera en los últimos meses vallas y caminos a lo largo de la orilla del río, en un controvertido esfuerzo por disuadir la migración desde México, justo al otro lado del cuerpo de agua.
La última ofensiva del gobernador republicano Greg Abbott se ha extendido a una barrera de gigantescas boyas naranjas en el río.
Los Urbina sospechan que la avalancha de actividad interfiere con la polinización en su huerto, Heavenly Farms, donde el árbol emblemático de Texas ha florecido durante décadas.
“Se están asfixiando”, dice Magali.
La sensación de invasión en su propiedad ha dejado a la pareja, nativos de Texas de ascendencia mexicana que votaron por Abbott, sintiéndose cegados por lo que ellos ven como su agenda para mostrar una mano dura en la frontera frente a lo que el gobernador argumenta es un enfoque suave por parte del presidente Joe Biden, un demócrata.
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“Se trata de dinero y votos, nada más”, añadió Hugo. “Sólo somos daño colateral y no les importa”, añadió.
También se corre el riesgo de causar más daños ambientales a las delicadas tierras fronterizas, donde los científicos dicen que los desiertos, las colinas y los humedales a lo largo de los casi 3,000 kilómetros de frontera han sido plagados de muros, contenedores de transporte, helicópteros e iluminación de estadio.
Durante años, los migrantes han cruzado el río desde México hasta Eagle Pass, como parte de un número cada vez mayor de personas atravesando ilegalmente la frontera en los últimos años.
En 2021, Abbott puso en marcha un programa que bautizó como “Operación Estrella Solitaria”, destinado a frenar la inmigración ilegal, que incluía una campaña para trasladar a los inmigrantes en autobús a ciudades más al norte, dirigidas por demócratas, y el despliegue de miles de efectivos de la Guardia Nacional.
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Migrantes imparables
Sin embargo, los inmigrantes siguen entrando en Texas en grandes cantidades.
Durante cuatro días a finales de julio, Reuters observó a docenas de personas cruzar diariamente cerca de la granja de los Urbina, incluyendo un grupo de unas 50 personas, sólo para encontrarse con alambre de púas y funcionarios de Texas en la empinada orilla del río, propiedad que los Urbina dicen es suya.
En una ocasión, una mujer venezolana amamantó a su bebé de 10 meses mientras vadeaba el río en busca de un lugar por el que pudiera pasar el alambre de púas.
La oficina de Abbott remitió a Reuters a declaraciones anteriores del gobernador. Ha acusado a Biden de no hacer cumplir las leyes migratorias y ha dicho que tiene autoridad para “defender” la frontera de Texas.
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La frustración de los Urbina los ha colocado en una insólita alianza con defensores del medio ambiente, preocupados porque las medidas de Abbott perjudiquen a la fauna a lo largo del Río Grande.
“Se trata del gran gobierno tratando de entrar avasallando a una pequeña ciudad”, dijo Martin Castro, director científico de cuencas hidrográficas del Centro Internacional de Estudios del Río Grande. “No pensaron que nadie iba a levantarse y alzar la voz”.
La aplicación de las leyes de inmigración es responsabilidad federal y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por su sigla en inglés) se encarga de proteger la frontera. Los estados tienen restricciones legales en lo que pueden hacer sin coordinarse con el gobierno federal.
El Departamento de Justicia ha demandado a Texas por las boyas, alegando que las instaló sin las debidas aprobaciones federales y estudios sobre su impacto en la seguridad pública y el medio ambiente.
El gobierno de México afirma que las boyas violan un tratado sobre aguas y ponen en peligro la vida de los migrantes.
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Riesgos medioambientales
En Eagle Pass, los sedimentos que caen al río por la instalación de vallas y boyas ya están alterando el caudal del agua, según ambientalistas.
Ello podría dañar los hábitats de la fauna local, incluyendo el mejillón trompetero de Texas, en peligro de extinción, y una ave pequeña que hace sus nidos en ríos, además de afectar a la mariposa monarca que migra a través del área.
Desde 2005, el Departamento de Seguridad Nacional, del que depende la CBP, puede no aplicar las leyes medioambientales para construir infraestructura fronteriza.
“Las tierras fronterizas ya están sufriendo muerte por mil cortes”, dijo Laiken Jordahl, activista del Centro para la Diversidad Biológica.
Los Urbina, que compraron el huerto en 2021 como una transición hacia la jubilación, dicen que pueden perder la cosecha durante otro par de años si se ven obligados a recortar las ramas para mantener a los árboles sanos. Sólo este año, esperan perder poco menos de US$ 760,000.
Antes de la granja de nuez pecana, Magali era profesora de primaria y Hugo trabajaba en la industria petrolera.
Ninguno de los dos esperaba que su granja se convirtiera en un punto álgido del debate fronterizo.
“Quizá nos pusieron aquí para que todo el mundo viera exactamente lo que está pasando”, dice Magali. “Los políticos se pelean y no consiguen nada y los que pagan son seres humanos inocentes”, subrayó.
Fuente: Reuters
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