(Foto: Reuters)
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tiene una solución para casi cualquier crisis: Más Donald Trump.

Siguiendo la tónica que fijó en la convención republicana del 2016, cuando dijo “soy el único que lo puede resolver”, el presidente insiste en presentarse como la solución de todo, metiéndose en controversias y negándose a ceder el escenario. Ese patrón se intensifica a medida que se acercan las elecciones de noviembre.

Reanudó las sesiones informativas sobre el y, en contra de las recomendaciones de algunos asesores, no va acompañado de funcionarios de salud pública. Se reserva el escenario exclusivamente para él.

Apuesta a que los debates cara a cara con su rival son su mejor oportunidad de acortar la distancia que lo separa del candidato demócrata en las encuestas.

Sacado apresuradamente de la sala de conferencias por un agente del servicio secreto el lunes a raíz de una balacera cerca de la Casa Blanca, Trump regresó a los pocos minutos y dijo, “ni me pasó por la cabeza no volver”.

Luego de permanecer al margen de las negociaciones en torno a un nuevo alivio económico por la del coronavirus, actualmente estancadas, se metió de lleno en el tema firmando una serie de decretos, para muchos de limitada legalidad y efectividad, en la esperanza de aparecer como un líder firme, que no se queda de brazos cruzados.

“Parte de su estrategia es absorber todo el oxígeno de la sala”, dijo Michael Steele, expresidente del Comité Nacional Republicano crítico de Trump. “La sustancia de lo que hace no es lo que importa. Lo que importa es que los reflectores apunten hacia él”, agregó.

Nunca hubo un presidente tan obsesionado con la cobertura de la prensa, tan decidido no solo a ser el foco de atención del nuevo ciclo noticioso sino a ocupar cada minuto posible en las redes sociales o los canales de noticias, según tres miembros o exmiembros de su campaña que no son identificados por no estar autorizados a hablar del tema en público.

Ese énfasis en la táctica, no en la estrategia, que busca resultados inmediatos sin importar los problemas que puedan surgir en el futuro, le permitió a Trump sobrevivir a las amenazas que comprometían su presidencia pero también puede haber contribuido a su caída en las encuestas, que comenzó poco después de la llegada de la pandemia del coronavirus a Estados Unidos.

Por un momento, dio la impresión de que Trump estaba dispuesto a dejar que otro fuese el rostro de la lucha contra la pandemia. Se encomendó al vicepresidente Mike Pence coordinar los esfuerzos e informar al público.

Pero cuando la pandemia sacudió Wall Street por primera vez a fines de febrero, el mandatario, horas después de regresar de un viaje a la India, se subió al escenario y no lo dejó por casi dos meses.

Sus presentaciones se tornaron problemáticas y fueron interrumpidas poco después de que plantease la posibilidad de que la gente se inyectase desinfectante para combatir el coronavirus.

El presidente, no obstante, no pudo resistirse y reanudó las conferencias el mes pasado, nuevamente en contra de las recomendaciones de sus colaboradores, que le decían que dejase que Pence o los funcionarios de salud pública diesen las malas noticias.

Trump les dijo a sus colaboradores que no las hará tan largas y que se concentrará en el mensaje, evitando encontronazos con los periodistas en un esfuerzo por demostrar que está en control de la situación.

“Es todo táctica, nada de estrategia”, dijo el estratega republicano Alex Conant. “Lo de Trump es la TV. Y en la TV, si la cámara no te enfoca, no existes. Su estrategia siempre ha sido asegurarse de que la cámara se enfoca en él todo el tiempo”.

Pero Trump ya lleva tres años y medio en la Casa Blanca y no le resulta tan fácil ser el centro de atención. Algunos de sus tuits, que otrora hubieran causado gran revuelo en Washington, ahora pasan casi inadvertidos. Y los canales de noticias no dedican tanto tiempo a sus presentaciones.

Firme creyente en la idea de que lo que importa es que hablen de él, incluso si no es para decir cosas buenas, durante la actual campaña Trump ha dominado la cobertura noticiosa, a veces en contra de sus propios intereses. A esta altura, la contienda se presenta no como una puja entre los candidatos, sino como un referendo sobre su manejo de la pandemia del coronavirus.

“La presidencia de Donald Trump nunca tuvo como objetivo mejorar la vida de la gente, una verdad trágica que se hizo evidente una vez más este fin de semana cuando generó la ilusión de liderazgo con decretos que solo producirán más caos sin abordar la crisis económica y de salud”, dijo el portavoz de Biden TJ Ducklo.

“Es un presidente que busca formas de ser reconocido en lugar de implementar respuestas nacionales reales a esta pandemia”, agregó.