Otra noche de disturbios en todo Estados Unidos dejó el domingo paisajes rotos y calcinados en docenas de ciudades, después de que años de crecientes frustraciones por el maltrato a los afroestadounidenses a manos de la policía estallara en expresiones de ira, que fueron recibidas con gas lacrimógeno y balas de goma.
Se quemaron autos y negocios, se pintaron las palabras “No puedo respirar” sobre los edificios. Ante la Casa Blanca ardía una hoguera en un contenedor de basura, y miles de personas marcharon de forma pacífica por las calles en protesta por la muerte de George Floyd, un hombre negro que murió el lunes después de que un policía de Minneapolis le presionara el cuello con la rodilla hasta que dejó de respirar.
Su muerte se sumó a una letanía de tragedias raciales que han arrojado el país en el caos en plena pandemia del coronavirus, que ha dejado a millones de personas sin empleo y matado a más de 100,000 personas en Estados Unidos, con un número desproporcionado de muertes entre la población negra.
“Estamos hartos. Los policías están fuera de control”, dijo la manifestante Olga Halle en Washington D.C. “Son salvajes. Han muerto demasiados muchachos".
La gente prendió fuego a autos policiales, lanzó botellas a agentes de policía y reventó cristales de tiendas, llevándose televisores y otros objetos aunque otros manifestantes les instaron a detenerse.
En Indianápolis, la policía investigaba varias balaceras, incluida una que dejó un muerto en medio de las protestas, sumándose a las muertes en Detroit y Minneapolis en los últimos días.
En Minneapolis, la ciudad donde comenzaron las protestas, policías, patrulleros estatales y miembros de la Guardia Nacional actuaron poco después de que comenzara el toque de queda de las 20:00 para dispersar las protestas, empleando gas lacrimógeno y balas de goma para despejar las calles ante una comisaría y otros lugares.
Al menos 13 policías resultaron heridos en Filadelfia cuando las protestas pacíficas se tornaron violentas, y se prendió fuego a al menos cuatro vehículos policiales. En la ciudad de Nueva York se registraron varios altercados peligrosos cuando la policía hacía detenciones y despejaba calles.
Un video mostraba dos patrulleras de la policía local embistiendo contra una multitud de manifestantes que empujaban una barricada contra uno de los vehículos y le arrojaban objetos. Varias personas cayeron al suelo, y no estaba claro si había heridos.
“Los errores que están ocurriendo no son errores. Son reiterados delitos terroristas y la gente tiene que dejar de matar a gente negra”, dijo la manifestante Meryl Makielski en Brooklyn.
Pocos rincones de Estados Unidos se quedaron al margen. Los manifestantes encendieron fuegos dentro del ayuntamiento de Reno, la policía empleó gas lacrimógeno contra gente que lanzaba piedras en Fargo, Dakota del Norte, y en la comisaría central de Richmond, Virginia, se rompieron ventanas del edificio.
En Salt Lake City, los manifestantes volcaron un auto policial y le prendieron fuego. La policía informó de seis detenidos y un agente herido tras recibir un golpe en la cabeza con un bate de béisbol.
La policía ha detenido al menos a 1,669 personas en 22 ciudades desde el jueves, según un conteo de The Associated Press. Casi un tercio de esas detenciones se hicieron en Los Ángeles, donde el gobernador declaró el estado de emergencia y ordenó a la Guardia Nacional que respaldara a los 10,000 policías de la ciudad, mientras docenas de incendios ardían en toda la ciudad.
Los daños en las ciudades estadounidenses se produjeron mientras muchos estadounidenses planeaban su regreso a los servicios religiosos presenciales el domingo, por primera vez en varias semanas debido a las prohibiciones a las aglomeraciones para combatir la pandemia. Era probable que los sacerdotes en todo el país hicieran una llamada a la paz entre los escombros dejados por los disturbios.
Trump pareció celebrar la estrategia más dura que mostró la policía el sábado por la noche, elogiando el despliegue de la Guardia Nacional en Minneapolis, afirmando “¡Nada de juegos!” y diciendo que a la policía de la Ciudad de Nueva York “¡se le debe permitir hacer su trabajo!”.
El probable candidato demócrata a la presidencia del país, Joe Biden, condenó la violencia pero mantuvo su apoyo a los que se manifestaban tras la muerte de Floyd.
“Nunca debe permitirse que el acto de la protesta haga sombra al motivo por el que protestamos”, dijo Biden en un comunicado el sábado por la noche.
Se impusieron toques de queda en más de una docena de grandes ciudades del país, como Atlanta, Denver, Los Ángeles, Minneapolis, San Francisco y Seattle.
No todas las protestas se vieron empañadas por la violencia. En Juneau, Alaska, la policía local se sumó a los manifestantes en una marcha ante una escultura de una ballena en el paseo marítimo de la ciudad.
La demostración de fuerza en Minneapolis llegó tras tres días en los que la policía evitó en gran parte la confrontación con los manifestantes, y después de que el estado enviara más de 4,000 guardias nacionales a la ciudad, indicando que la cifra pronto ascendería a casi 11,000.
“La situación en Minneapolis ya no tiene nada que ver con el homicidio de George Floyd”, declaró el gobernador de Minnesota, Tim Walz. “Se trata de una agresión contra la sociedad civil, infundir el miedo y trastocar a nuestras grandes ciudades”.
Las calles de la ciudad se fueron calmando al avanzar la noche, y el Comisionado de Correccionales, Paul Schnell, dijo que la estrategia dura se mantendría mientras fuera necesario para “sofocar esta situación”.
Algunos vecinos expresaron su alivio por ver disiparse los disturbios.
“Vivo aquí, no he podido dormir”, dijo Iman Muhammad, en cuyo vecindario hubo varios incendios el viernes por la noche. Muhammad dijo empatizar con las protestas pacíficas por la muerte de Floyd, pero no estaba de acuerdo con la violencia. “El mal no responde al mal”.