Para los estadounidenses que sufran reacciones adversas a las vacunas contra el coronavirus que Estados Unidos está buscando desarrollar será difícil recibir alguna compensación por las lesiones causadas por los medicamentos.
Esto se debe a que los reclamos relacionados con las vacunas de esta pandemia serán remitidos a unos programas federales que rara vez se utilizan, para así alentar a farmacéuticas a ayudar a combatir las emergencias de salud pública. Esto libra a fabricantes de productos farmacéuticos y dispositivos de costosas demandas por responsabilidad a cambio de que los contribuyentes compensen a los pacientes lesionados, aunque no garantiza que haya fondos para hacerlo.
Desde que comenzó en el 2009, el programa ha pagado menos de US$ 6 millones y aún no ha recibido ningún financiamiento específico del Gobierno de EE.UU. para el COVID-19.
“En el mejor de los casos, esto será un gran problema”, dijo Richard Topping, exabogado del Departamento de Justicia que representó a EE.UU. durante las disputas sobre la relación desacreditada entre las vacunas y el autismo en niños. “¿El peor de los casos? Será una crisis”.
El presidente Donald Trump está presionando a fabricantes de medicamentos para que desarrollen una vacuna contra el COVID-19 en un tiempo récord, bajo una iniciativa conocida como operación Warp Speed que busca entregar 300 millones de dosis para enero del 2021. Sin embargo, lo más probable es que la mayoría de los estadounidenses reciban la vacuna mucho más tarde, el próximo año, según Anthony Fauci, el principal médico de enfermedades infecciosas de EE.UU. Mientras EE.UU. compite por ser el primero, Rusia dijo esta semana que pronto comenzará inoculaciones masivas, aunque las pruebas de seguridad y eficacia de su vacuna no están completas, lo que genera preocupación por parte de expertos en salud pública.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. ha dicho que no tomará atajos cuando se trata de pruebas de seguridad, a medida que empresas como Moderna Inc., Eli Lilly & Co. y Pfizer Inc. se apresuran para desarrollar una vacuna. Al mismo tiempo, científicos que trabajan con grupos como los Centros para el Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) están tratando de identificar posibles efectos secundarios, pero todos los medicamentos conllevan riesgos y no todas las reacciones adversas pueden identificarse durante los ensayos.
“Ninguna vacuna o medicamento es 100% seguro”, dijo Cody Meissner, director de la División de enfermedades infecciosas pediátricas en Tufts Medical Center y expresidente de la Comisión asesora de vacunas infantiles. Pero los beneficios superan los riesgos. “Una reacción adversa para cualquier vacuna representa mucho menos que contraer la enfermedad y tener complicaciones”.
A principios de este año, frente al virus, el Congreso otorgó al Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) US$30.000 millones para financiar el desarrollo de “contramedidas”, es decir vacunas, tratamientos y dispositivos para hacer frente a la pandemia.
El HHS no ha recibido ningún reclamo por lesiones derivadas del COVID-19 hasta la fecha y el programa de compensación no ha solicitado fondos, según un alto funcionario de la administración. De los US$ 30,000 millones autorizados por el Congreso, hasta ahora se han otorgado US$ 10,000 millones para investigación y desarrollo de vacunas y tratamientos, dijo el funcionario.
“Cuando alguien se vacuna, no solo se ayuda a sí mismo, sino a la sociedad”, dijo Walter Orenstein, director asociado del Centro de vacunas Emory en Atlanta. “Y si sufren consecuencias, en mi opinión, la sociedad debería compensarlos”.
Las vacunas están diseñadas para activar el sistema inmunológico y así pueda luchar contra las enfermedades. En raras ocasiones, pueden provocar reacciones alérgicas graves e incluso parálisis. Con cientos de millones de personas que potencialmente se vacunarán contra una enfermedad, incluso un porcentaje muy pequeño podría traducirse en muchas personas afectadas.
Defensores de los pacientes dicen que las solicitudes de compensación deberían pasar por un programa que tiene décadas de antigüedad llamado Programa Nacional de Compensación de Lesiones Causadas por Vacunas (VICP, por sus siglas en inglés), también conocido como la “corte de las vacunas”.
Esta corte fue creada en la década de 1980 cuando los fabricantes de medicamentos amenazaban con dejar de producir vacunas debido a demandas por los efectos secundarios de la vacuna contra la difteria, la tos ferina y el tétanos, conocida como DPT.
39 reclamos
El programa de contramedidas no se ha utilizado mucho. Ha pagado 39 reclamos por un total de US$ 5.7 millones desde que comenzó en el 2009.
En contraste, la corte de vacunas ha pagado decenas de millones de dólares en casos individuales para cubrir los costos médicos de por vida.
También paga los abogados de las víctimas, mientras que el programa de contramedidas no lo hace.
No todo el mundo está de acuerdo en que los programas beneficien a las víctimas.
Son como una “tarjeta para salir gratis de la cárcel” para los fabricantes de medicamentos, dijo Hunter Shkolnik, de Napoli Shkolnik, quien ha representado a muchos clientes en casos de responsabilidad por productos farmacéuticos y dice que el Gobierno solo paga la pérdida de ingresos y los costos médicos.
Se están realizando esfuerzos para prevenir el daño potencial de las vacunas contra el covid, dijo Martin Kulldorff, bioestadístico y profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, que forma parte de un grupo de los CDC que analiza los informes semanales de los pacientes.
“Si sale la primera vacuna y resulta que hay una reacción adversa grave y no la detectamos hasta que haya habido millones de dosis, eso reducirá la confianza, no solo en cualquier vacuna contra COVID-19 posterior, sino también en las vacunas en general”, dijo Kulldorff.
En última instancia, una pequeña fracción de las personas alguna vez se verá perjudicada por cualquier vacuna, y eso probablemente incluye las que se desarrollan para prevenir el COVID-19.
“La preocupación es que cuando una vacuna contra COVID esté disponible después de esta gran inversión de dinero y tiempo, la gente decida no tomarla”, dijo Meissner. Brindar una compensación “dará seguridad a las personas que están preocupadas por una reacción adversa”.