Un año después del colapso de Silicon Valley Bank (SVB), que supuso la segunda mayor quiebra bancaria en la historia de Estados Unidos, persiste la vulnerabilidad en el sector de la banca regional, muy sensible a la trayectoria de los tipos de interés, y otra entidad de este tipo está ahora en apuros.
SVB, el decimosexto banco por activos en EE.UU., que tenía una base de clientes poco diversificada y muy interconectada, sufrió una huida bancaria vertiginosa que forzó a los reguladores a intervenir y cerrar la entidad para limitar los daños, pero el pánico llegó a llevarse por delante a otro banco, Signature Bank.
La caída en espiral del SVB comenzó el 8 de marzo de 2023, cuando divulgó que había vendido bonos arrojando pérdidas y tenía un agujero de US$ 2,250 millones en su balance: la histeria cundió entre sus clientes, ligados al capital riesgo y el mercado tecnológico, que corrieron a retirar su dinero.
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Los reguladores estadounidenses garantizaron los depósitos de SVB y Signature más allá del límite estándar de US$ 250,000 por cliente para tranquilizar a los mercados y permitir a las empresas afectadas seguir operando, lo que para muchos fue entendido como un rescate.
A SVB le siguió la quiebra del First Republic Bank, que fue intervenido a tiempo y vendido en su mayor parte al gigante JPMorgan Chase a precio de saldo. La entidad First Citizens se hizo con SVB y New York Community Bancorp (NYCB) compró Signature, aparentemente cerrando una crisis que hoy parece que no puede darse por cerrada.
Un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) publicado este martes sobre las “secuelas” de la crisis indica que “las vulnerabilidades en sector bancario de EE.UU. persisten” pese a la recuperación general de los regionales (pequeños y medianos) y apunta a la política de la Reserva Federal (Fed) y las expectativas a su alrededor.
El colapso de SVB destapó la falta de preparación de estos bancos para el entorno de altos tipos de interés resultante de la acción de la Fed, que incrementó las tasas en 525 puntos básicos entre marzo de 2022 y septiembre de 2023 debido a la persistente inflación, dando lugar al ciclo de ajuste monetario más rápido desde la década de 1980.
NYCB, otro banco en apuros
En una nota reciente, analistas de Goldman Sachs recordaron que la caída de SVB se produjo entre temores de un “aterrizaje forzoso” de la economía por la política de la Fed y puso en el punto de mira a entidades crediticias pequeñas y medianas, que están muy expuestas al mercado inmobiliario comercial.
El FMI, por su parte, señala los cambios en las expectativas sobre los recortes de los tipos de interés en EE.UU. y las “pérdidas sustanciales anunciadas por un gran banco regional muy expuesto al sector inmobiliario comercial”, en referencia a NYCB, cuyos problemas han traído la sombra de otra crisis.
La mayor preocupación de esa institución son los bancos con altos niveles de pérdidas no realizadas -pérdidas por la caída de valor de un activo que aún no se ha vendido- resultantes “de la reciente subida de los tipos de interés”, y aquellos con “potenciales presiones de liquidez” ligadas a los depósitos no asegurados.
NYCB ha perdido cerca del 70% de su capitalización desde finales de enero, cuando divulgó unos malos resultados trimestrales ligados al mercado inmobiliario y “debilidades materiales” en su control de préstamos, lo que ha propiciado varias rebajas en la calidad de su crédito por parte de Moody’s y Fitch.
Este miércoles fue un día de gran volatilidad para el NYCB, que se desplomó en bolsa al trascender que buscaba liquidez, pero luego se disparó tras anunciar una inyección de US$ 1,000 millones de varias firmas de inversión y un cambio en su cuadro directivo, incluyendo a dos conocidos exfuncionarios del Tesoro.
Por otra parte, figuras importantes del sector financiero han destacado el papel de las nuevas tecnologías en la crisis, puesto que la rapidez que permiten las nuevas herramientas digitales se convirtió en un arma de doble filo en la retirada masiva de dinero, como dijo el CEO del banco UBS, Sergio Ermotti, en el foro de Davos.
Este pasado enero, un ente regulador dependiente del Tesoro, el Auditor de Divisas, abogó por nuevo requisito de liquidez bancaria para evitar que se repitan las situaciones de pánico financiero del SVB y aludió a la nueva “velocidad” en los pagos para reivindicar unos “mejores frenos” en el sistema.
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