Makayla Cox, una estudiante de secundaria del estado de Virginia, Estados Unidos, pensó que estaba tomando un medicamento para tratar dolores y ansiedad que su amiga le había conseguido.
En cambio, la pastilla que consumió dos semanas después de cumplir 16 años era fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la heroína. La mató casi de inmediato.
Makayla parecía estar bien cuando, una noche de enero, se dirigía a su habitación después de ver una precuela de “Harry Potter”. Pero cuando su madre Shannon entró a su cuarto la mañana siguiente la encontró parcialmente sentada, recostada contra la cabecera de la cama y con un fluido naranja saliendo de su nariz y boca.
“Estaba tiesa. La sacudí, grité su nombre, llamé al 911″, contó Shannon Doyle, de 41 años, en su residencia en Virginia Beach, a unos 400 kilómetros al sur de la capital estadounidense.
“Mis vecinos vinieron y le hicimos RCP [reanimación cardiopulmonar], pero era demasiado tarde. Después de eso, no recuerdo mucho”, agregó.
La crisis de opiáceos en Estados Unidos ha alcanzado proporciones catastróficas, con más de 80,000 muertes por sobredosis el año pasado, en su mayoría causadas por sintéticos ilícitos como el fentanilo.
Es más de siete veces la cifra registrada hace una década.
“Esta es la epidemia más peligrosa que hemos visto”, dijo Ray Donovan, jefe de operaciones de la agencia antidrogas estadounidense, la DEA. “El fentanilo no es como ningún otro narcótico ilícito, es así de letal instantáneamente”.
Las muertes van en aumento, con especial rapidez, entre los jóvenes, que obtienen drogas en redes sociales con recetas falsificadas. Las pastillas que compran, sin saberlo, vienen cruzadas o hechas de fentanilo.
En el 2019, 493 adolescentes murieron por sobredosis. En el 2021, la cifra fue de 1,146.
Drogas y emoticones
Los narcotraficantes llegan a los adolescentes a través de Snapchat, TikTok, Instagram y otras aplicaciones, usando emoticones como códigos.
El opiáceo oxicodona puede ser publicitado como una banana a medio pelar; Xanax, una benzodiacepina usada para tratar la ansiedad, como una barra de chocolate; y Adderall, una anfetamina que actúa como estimulante, como un tren.
El número de estadounidenses que usan drogas se ha mantenido casi igual en los últimos años, pero ha cambiado lo letal que se han vuelto, según Wilson Compton, director adjunto del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos.
Una taza de heroína equivale a una cucharada de fentanilo, y menos de un gramo puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte.
La mayoría del fentanilo ilícito que circula en Estados Unidos se fabrica en laboratorios clandestinos de cárteles de droga mexicanos, usando químicos enviados desde China.
Como el fentanilo es mucho más potente, se necesita mucho menos para rellenar una píldora, es decir mayores suministros y ganancias para los cárteles.
Un kilo de fentanilo puro puede conseguirse hasta por US$ 12,000 y convertirse en medio millón de pastillas que se venderán por 30 dólares cada una, obteniendo millones de dólares, explica Donovan.
Además, es más fácil traficarla en píldoras.
El año pasado, la DEA incautó casi siete toneladas de fentanilo, suficientes para matar a todos los estadounidenses. Cuatro de cada diez pastillas incautadas contienen cantidades letales de fentanilo.
“Una pastilla puede matar”
En un pasillo de sede de la agencia antidrogas hay colgadas fotografías tituladas “Las caras del fentanilo”. Son decenas de personas que recientemente perdieron la vida a causa de esta droga. “Makayla. 16 por siempre”, se lee en una de ellas.
Las pastillas azules que se encontraron en la cama de esta destacada estudiante y “cheerleader” resultaron ser 100% fentanilo. La policía está investigando, pero no hay detenidos hasta ahora.
La DEA lanzó una campaña el año pasado llamada “Una pastilla puede matar” para crear conciencia de los peligros del fentanilo.
También hay esfuerzos a lo largo del país en hacer que la naloxona, medicamento que puede revertir la sobredosis de opiáceos, sea más accesible.
Shannon creó una fundación en nombre de Makayla para ayudar a prevenir tragedias como la de su hija. Es su manera de sobrellevar el luto.