El análisis, que fue encargado por la Fundación Bill y Melinda Gates, se centra en diez países incluyendo varios que representan las economías más importante del mundo. (AP Photo/Bruna Prado)
El análisis, que fue encargado por la Fundación Bill y Melinda Gates, se centra en diez países incluyendo varios que representan las economías más importante del mundo. (AP Photo/Bruna Prado)

Dejar a los países pobres sin vacunas contra el COVID-19 causará graves daños no solo a sus economías, sino también a las economías más avanzadas del planeta, y terminaría siendo más costoso que financiar el sistema creado para dotar a los primeros de las herramientas para acabar con la pandemia, afirmó la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Si se permite que la pandemia quede latente entre la mayoría de la población mundial y que tenga una larga duración, las consecuencias económicas a nivel mundial serán deplorables, aseguró la , basándose en los resultados de un estudio económico sobre la crisis sanitaria.

El análisis, que fue encargado por la Fundación Bill y Melinda Gates, se centra en diez países incluyendo varios que representan las economías más importante del mundo.

Sostiene que este grupo de países tendría beneficios económicos equivalentes a US$ 153,000 millones el próximo año si hay un acceso global a las vacuna contra el .

La estimación de ese beneficio para los cinco próximos años se eleva a US$ 466,000 millones, es decir doce veces más que el coste total de la plataforma ACT Accelerator, creada por la OMS en colaboración con entidades público-privadas para garantizar que los países de menores recursos reciban una parte justa de test de diagnóstico, tratamientos y vacunas.

Esta iniciativa ha recaudado cerca de US$ 10,000 millones, pero tiene un déficit de US$ 28,200 millones.

La OMS dijo hoy en un comunicado que se necesitan US$ 4,300 millones de manera urgente para que no se produzca un retraso en dar acceso a los países más pobres a las herramientas que necesitan para hacer frente al virus.

Por el momento, los diez países ricos analizados para este estudio (Canadá, Francia, Alemania, Japón, Catar, Corea del Sur, Suecia, los Emiratos Árabes Unidos, el Reino Unido y Estados Unidos) han contribuido en conjunto con US$ 2,400 millones al ACT Accelerator.

El más generoso ha sido el Reino Unido, que ha comprometido cerca de US$ 1,000 millones, y el más indiferente Estados Unidos, que no ha mostrado ningún interés por financiar el acceso de los menos favorecidos del mundo a las vacunas, terapias y test de COVID.

Estados Unidos no ha comprometido ni un dólar en este esfuerzo, al igual que los Emiratos Árabes Unidos.

En cambio, Alemania ha ofrecido US$ 618 millones, Canadá US$ 290 millones; Japón US$ 229 millones; y Francia US$ 147 millones.

Suecia ha prometido US$ 21 millones, Catar US$ 20 millones; y Corea del Sur US$ 11 millones.

El ACT-Accelerator fue creado hace siete meses y en este tiempo ha estimulado la investigación en torno al coronavirus, con 50 tipos de pruebas de diagnóstico que han sido evaluadas, algunas de las cuales han sido aprobadas y puestas a disposición de los países de escasos recursos.

Asimismo, se ha dado acceso al fármaco Dexametasona, recomendado por la OMS en pacientes críticos de COVID, y se está promoviendo la investigación en torno a los tratamientos de anticuerpos monoclonales.

Por su parte, el brazo del ACT-Accelerator dedicado a las vacunas está apoyando el desarrollo de nueve candidatas, de las cuales ocho están en ensayos clínicos.

Por el momento, la OMS se ha asegurado cientos de millones de dosis de tres vacunas prometedoras, con 200 millones que serán rápidamente distribuidas entre los países más pobres.