Los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) salieron de la cuarentena el jueves en Wuhan, listos para comenzar su investigación sobre los orígenes del nuevo coronavirus, una investigación que según el gobierno chino Washington está intentando politizar.
Tras dos semanas encerrados en un hotel de la ciudad, una docena de miembros del equipo se subieron a un autobús que les llevó a otro recinto de una gran cadena internacional.
Según el ministerio de Asuntos Exteriores chino podrán participar en seminarios y visitas sobre el terreno.
La investigación, que China ha tardado más de un año en organizar, es extremadamente delicada para el régimen comunista, que intenta eximirse de cualquier responsabilidad en la aparición de la epidemia.
Mientras el país lograba contener el contagio en su territorio, el virus se extendió por todo el mundo y dejó hasta ahora más de 2.1 millones de muertos.
La cifra oficial de fallecidos en China es de 4.636, la gran mayoría de ellos en Wuhan (casi 3,900), una ciudad que fue puesta en cuarentena durante 76 días desde el 23 de enero de 2020.
Los expertos del gobierno chino habían explicado inicialmente que la epidemia había aparecido en un mercado de Wuhan, donde se vendían animales vivos.
El virus se habría transmitido de los murciélagos a otras especies animales antes de pasar a los humanos.
Hipótesis
El mercado lleva más de un año cerrado y oculto tras una empalizada azul.
Pero los medios chinos, controlados por el Partido Comunista en el poder, han ido descartando esta teoría por otra, no probada, según la cual el virus podría haber sido importado a China, sobre todo a través de carne congelada.
La OMS ha descartado la contaminación a través de los alimentos, pero muchos chinos parecen ahora convencidos de que la pandemia es de origen estadounidense.
Incluso un portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores chino sugirió el año pasado, sin pruebas, que el virus podría haber sido introducido en Wuhan a finales de 2019 por soldados estadounidenses que habían acudido a participar en una competición deportiva.
Fuera de China también han circulado diversas teorías, entre ellas la de una transmisión del virus, accidental o no, desde el laboratorio de virología de Wuhan, donde se fabricaban coronavirus de forma experimental.
Tanto el laboratorio como el gobierno chino han negado esta hipótesis, planteada en particular por el expresidente estadounidense Donald Trump.
Por el momento, la OMS mantiene la equidistancia.
“Todas las hipótesis están sobre la mesa. Está claro que es demasiado pronto para llegar a una conclusión sobre el origen de este virus, ya sea en China o fuera de ella”, dijo Michael Ryan, director de Emergencias Sanitarias de la OMS, en Ginebra la semana pasada.
Washington al acecho
Por el momento se desconoce el programa de los investigadores y no está garantizado que puedan visitar el laboratorio de virología ni el mercado.
Muchos especialistas temen que queden pocos rastros del origen del virus por descubrir.
La OMS había sido acusada por Donald Trump de estar a las órdenes de Beijing pero la nueva administración estadounidense abogó el miércoles por una investigación internacional “clara y exhaustiva”.
“Es imperativo que lleguemos al fondo del brote de la pandemia en China”, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.
Washington evaluará “la credibilidad del informe de la investigación una vez que esté terminado”, añadió.
Beijing se tomó mal esta advertencia y la diplomacia china rechazó las “injerencias políticas” que puedan poner en peligro “la búsqueda de resultados científicos serios”.
Además de los aspectos científicos, Beijing ha sido acusado de responder tarde a los primeros casos de contaminación descubiertos en Wuhan en diciembre de 2019, o incluso antes.
Los médicos que en su momento hablaron de la aparición de un virus parecido al SARS fueron acusados por la policía de difundir rumores.
La muerte de uno de ellos, Li Wenliang, desencadenó en febrero una inusitada polémica contra el régimen en las redes sociales.
La semana pasada, un comité bajo mandato de la OMS determinó que “las autoridades chinas locales y nacionales podrían haber aplicado medidas de salud pública de forma más enérgica en enero” de 2020.
Las familias de las víctimas del COVID-19 acusan por su parte a Beijing de intentar impedir que se pongan en contacto con los representantes de la OMS y pidieron que no se dejen engañar por China.