La zona metropolitana de Santiago, donde la red hospitalaria parece recuperarse tras meses muy estresada por los enfermos con la COVID-19, cumple este viernes diez semanas en cuarentena. (EFE)
La zona metropolitana de Santiago, donde la red hospitalaria parece recuperarse tras meses muy estresada por los enfermos con la COVID-19, cumple este viernes diez semanas en cuarentena. (EFE)

Las razones que alegan los santiaguinos al solicitar los permisos virtuales para salir de casa en medio de la cuarentena, desde sacar a pasear al perro a visitar la cárcel, dejan al descubierto una vez más la desigualdad imperante en la capital chilena.

Las comunas (barrios) más vulnerables, concentradas en su mayoría en la zona sur de Santiago, son las que piden más autorizaciones para asistir a funerales y llevar alimentos a personas privadas de libertad, mientras que los distritos más acaudalados del este de la ciudad destacan sobre todo por circular con sus mascotas.

Para calcularlo, Efe accedió a la base de datos de la Comisaría Virtual de Carabineros de Chile, donde se procesaron más de 47 millones de solicitudes entre el 23 de marzo y el 2 de julio, y estableció un promedio de tres permisos por persona durante ese período.

Así, los municipios periféricos de La Pintana (69), Lo Espejo (67), San Ramón (57), La Granja (51) y Cerro Navia (51), superaron con creces la media de 29 permisos por cada 10,000 personas para proveer comida a una prisión en la región Metropolitana.

Las mismas comunas, aunque no estrictamente en el mismo orden, también lideran en requerimientos para asistir al funeral de un familiar directo: San Ramón, La Pintana y el Bosque registraron más de 40 solicitudes por 10,000 habitantes, ligeramente por encima del promedio regional, cifrado en 33.

Los permisos reflejan una realidad completamente desigual, incluso es probable que haya una realidad subterránea, formada por personas que ni tan solo tienen acceso a internet para pedirlos y otras que deben salir a trabajar sin el”, valoró la socióloga de la Universidad de Chile Emmanuelle Barozet.

La académica sostuvo que el “antagonismo” entre distintos sectores es un “problema central” en el país austral, que ya puso sobre la mesa gran parte de esta discusión con el estallido social del pasado octubre, que dejó miles de heridos y una treintena de muertos.

En el otro lado de la balanza -y también de la ciudad- figuran comunas adineradas como Las Condes, Providencia y Vitacura, con solo ocho autorizaciones para llevar alimentos a la cárcel por cada 10,000 vecinos.

Sin embargo, estos municipios, junto con Ñuñoa, más cercana al centro de la capital, encabezan la tasa de solicitudes para pasear a sus mascotas.

La zona metropolitana de Santiago, donde la red hospitalaria parece recuperarse tras meses muy estresada por los enfermos con la COVID-19, cumple este viernes diez semanas en cuarentena, aunque algunos barrios del centro de la ciudad llevan encerrados desde marzo en uno de los confinamientos más largos del mundo.

Más fallecidos en las zonas vulnerables

El propio coronavirus también ha impactado de forma distinta a los chilenos según su lugar de residencia, como respaldan los datos del último informe epidemiológico del Ministerio de Salud.

Los barrios de Pedro Aguirre Cerda, San Ramon y Recoleta son los que sufren la mayor mortalidad por el SARS-CoV-2, con alrededor de 150 fallecidos por 100,000 personas.

Los expertos y varios de sus alcaldes han señalado el hacinamiento, el deficiente acceso a servicios de salud, la pobreza o la presencia de enfermedades crónicas como algunos de los motivos detrás de la alta transmisión y afectación del virus.

Con más de 334,000 contagios, Chile es el octavo país del mundo con más casos, por delante de Reino Unido, Italia y España, según la Universidad John Hopkins.

“Los primeros meses de pandemia se popularizó el lema ‘el virus lo traen los ricos, los muertos los ponen los pobres’, dado que los primeros casos se reportaron en las zonas altas y se habló de que fueron chilenos que regresaban de viajar por Asia y Europa”, recordó Emmanuelle Barozet, investigadora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES).

La socióloga apuntó que cuatro meses y medio después de confirmar el primer contagio “solo los grupos más vulnerables han recibido ayudas del Gobierno” y que la actual crisis sanitaria se suma al terremoto social y político del pasado octubre.

Pese a haber reducido la pobreza al 9.8% tras décadas de crecimiento económico, Chile es el segundo país de la OCDE -solo por detrás de México- con la mayor brecha de ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el 1% de los hogares más ricos de Chile poseen más de una cuarta parte de la riqueza nacional.

La sensación de una gran parte de la población es que los problemas que puso sobre el tapete el estallido no han sido ni siquiera remotamente atendidos”, agregó Barozet, por lo que va a seguir latente la “presión de la calle”.

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