Las autoridades chinas anunciaron el martes que el confinamiento impuesto hace dos meses en gran parte de la provincia de Hubei, la más afectada por el brote del coronavirus, terminará a medianoche, mientras el número de casos seguía remitiendo.
Las personas sin problemas de salud podrán marcharse, explicó el gobierno provincial. La ciudad de Wuhan, donde se originó el brote a finales de diciembre, seguirá aislada hasta el 8 de abril.
China impidió la entrada y salida de Wuhan el 23 de enero en un sorpresivo anuncio a medianoche, y amplió las restricciones a la mayoría de la provincia en los días posteriores. Los trenes y vuelos quedaron cancelados y se instalaron controles en las carreteras de la región del centro del país.
La drástica medida se adoptó cuando el nuevo coronavirus comenzó a expandirse al resto de China y por el extranjero durante el Año Nuevo Lunar, un feriado que muchos chinos aprovechan para viajar.
El virus se propagó durante semanas por Wuhan, la capital de la provincia, y por ciudades próximas. Los hospitales se desbordaron y, rápidamente, se levantaron otros temporales para tratar de aislar al creciente número de personas contagiadas.
De forma gradual, el brote se fue controlando y Hubei lleva casi una semana sin reportar nuevos casos.
La decisión de levantar la cuarentena muestra la aparente confianza de las autoridades en el éxito de las drásticas medidas en gran parte de China.
Tras blindar Wuhan, rápidamente se decretó lo que en ese momento eran medidas sin precedentes en la mayor parte de Hubei, donde viven decenas de millones de personas, además de a otras zonas del país de 1,400 millones de habitantes.
Sin embargo, sigue sin estar claro si otras ciudades y provincias, como la capital, Pekín, permitirán que quienes salgan de Hubei entren en sus jurisdicciones, y se espera que las normas de cuarentena sigan en vigor para quienes viajen fuera de sus zonas.
Las autoridades han puesto su atención ahora en la amenaza de que el virus regrese al país desde el extranjero. La mayor parte de los nuevos casos se dan en gente que viene de fuera.
Pekín, Shanghái y otras ciudades importantes han impuesto una cuarentena obligatoria de 14 días para todos los que regresan, a cumplir en hoteles o en otros lugares seleccionadas por el gobierno y cuyos gastos corren a cargo del aislado. Se permiten algunas excepciones, como en el caso de los que viven solos, que podrán cumplirla en sus casas.
Decidida a cerrar la puerta a la crisis, a partir del miércoles, Pekín también exigirá que quien llegue desde el extranjero pase una prueba de coronavirus además del aislamiento.
La Comisión Nacional de Salud reportó 78 nuevos casos el martes, de los cuales 74 eran importados.
Al mismo tiempo, el gobierno está redoblando sus esfuerzos para reactivar la segunda mayor economía del mundo y llevar dinero a los bolsillos de los trabajadores que llevan semanas sin ingresar un salario.
Aunque la mayoría de las atracciones turísticas de la capital seguirán cerradas, grandes tramos de la Gran Muralla abrirán, así como algunos restaurantes, que no podrán permitir que sus clientes se sienten frente a frente.