La campaña para la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas del próximo domingo concluye hoy con el país en vilo ante la previsible victoria de la ultraderecha de Marine Le Pen y pendiente de si podrá alcanzar la mayoría absoluta en la segunda ronda.
Ha sido una campaña relámpago, que comenzó hace algo menos de dos semanas, apenas ocho días después de que el presidente Emmanuel Macron disolviera la Asamblea Nacional y convocara inesperadamente los comicios tras la dura derrota sufrida por su partido en las elecciones europeas del 9 de junio.
Todos los sondeos de intención de voto coinciden en una holgada victoria de Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen, y algunos incluso apuntan a la posibilidad de que supere los 289 diputados que marcan la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional.
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Así lo apunta un sondeo de Elabe divulgado este viernes, y que atribuye al RN entre 260 y 295 diputados tras la segunda vuelta del 7 de julio, e incluso con una ligera mejora en votos, hasta el 36% en la primera vuelta.
El sondeo da al Frente Popular de izquierda un 27.5% de los votos (155-175 escaños) y un 20% a la coalición macronista de centroderecha (75-105 legisladores).
Las posibilidades que se manejan, en caso de victoria del RN sin mayoría absoluta, son dos, la primera de ellas un Gobierno ultraderechista en minoría y en una inestable cohabitación con el presidente Emmanuel Macron.
El presidente del RN y candidato a primer ministro, Jordan Bardella, ya ha avanzado que no desea gobernar si no tiene el control total de la Asamblea Nacional, ya que no podría tener el poder para implementar su programa.
La segunda posibilidad es que el resto de fuerzas se unan para crear una mayoría de gobierno provisional que acuerde una alternativa mínima para “hacer avanzar al país de forma mínima”, como lo ha definido el expresidente socialista François Hollande (2012-2017), que es candidato a diputado.
La Constitución francesa estipula que las elecciones a la Asamblea Nacional solo pueden repetirse al cabo de un año, por lo que esta segunda opción permitiría llevar los asuntos corrientes durante ese período.
El exprimer ministro socialista Manuel Valls, que dejó el partido hace años, advirtió a EFE de que esa opción, “un gobierno que solo existe para impedir la victoria de la extrema derecha, le dará mucha fuerza a la propia extrema derecha, porque esta dirá que no la dejan gobernar”.
Mientras tanto, miles de candidatos recorrieron hoy por último día las calles de las 577 circunscripciones en busca de los últimos votos que pudieran conseguir.
La líder del RN, Marine Le Pen, tuvo que dedicar buena parte de la jornada a tratar de arreglar una metedura de pata que había creado su partido para discriminar a los franceses que tienen la nacionalidad de otro país.
Le Pen se declaró “atónita” por las declaraciones de uno de sis diputados, Roger Chudeau, al que desautorizó por haber dicho que los binacionales no deberían ser ministros, ya que se plantea “un problema de doble lealtad”.
También buscaba hoy votos la franco-chilena Raquel Garrido, diputada saliente y candidata independiente de izquierda, que recorrió un mercado en Drancy (en el departamento de Seine-Saint-Denis, noreste de París, que tiene un 25% de extranjeros).
Garrido insistía a los votantes para eludir las disputas entre las distintas familias de la izquierda, porque la extrema derecha “está a las puertas del poder”.
Mientras tanto, el primer ministro, Gabriel Attal, se mostró convencido en Lyon de que, a pesar de las encuestas en contra, “muchos franceses dicen que no quieren elegir entre la Agrupación Nacional y La Francia Insumisa”, el partido más a la izquierda del Frente Popular y al que el Gobierno utiliza como espantajo.
El diario Le Monde pidió hoy una movilización de “todos los demócratas auténticos” para “frenar a la Agrupación Nacional”, bajo el riesgo de que si llega al poder “se corre el riesgo de ver cómo se deshace, poco a poco, lo que se ha construido y conquistado en más de dos siglos y medio”, según escribe su director, Jérôme Fenoglio, en un editorial.