Un golpe de Estado fallido, una crisis monetaria, huelgas y escasez de combustible han convertido a los bonos de Bolivia en un nuevo contendiente para el título de la deuda soberana más riesgosa de América Latina.
El rendimiento extra que exigen los inversionistas para mantener sus bonos frente a bonos similares del Tesoro de Estados Unidos ha subido alrededor de 21 puntos porcentuales desde 17 puntos porcentuales en marzo, según datos de JPMorgan. El diferencial supera ahora al de los morosos en serie Ecuador y Argentina en al menos 553 puntos básicos. Solo Venezuela, en mora desde 2017, está en peor situación en la región.
“Es difícil encontrar un faro de luz”, dijo Jim Craige, responsable de mercados emergentes de Stone Harbor Investment Partners. Incluso a los precios actuales, “es difícil decir aquí hay un gran potencial alcista en relación con el potencial bajista”.
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Los grandes déficits en cuenta corriente combinados con un sistema de tipo de cambio fijo han drenado las arcas de dólares del país, obligando a los importadores a recurrir al mercado negro, donde el dólar se negocia a más de 10,5 bolivianos, un 50% por encima del tipo de cambio oficial.
La falta de dólares, combinada con la caída de la producción petrolera, ha dificultado cada vez más al gobierno importar el combustible que se vende en el país a precios inferiores a los de costo. El mes pasado, Bolivia desplegó a sus militares en las gasolineras para frenar el contrabando de combustible subsidiado. La agrupación industrial Cámara Agropecuaria del Oriente ha advertido que el suministro de alimentos está en peligro.
Y ahora, el sector del transporte pesado amenaza con una huelga nacional si no se soluciona el problema de disponibilidad de diésel, según Ricardo Penfold, director gerente del banco Seaport Global, quien también señaló que la escasez de divisas sigue afectando el suministro de productos clave en Bolivia.
La división
A medida que se agudiza la crisis económica, una división enconada entre el presidente Luis Arce y el expresidente Evo Morales está impidiendo cualquier esfuerzo significativo de reforma. Cuando Arce se enfrentó a un golpe militar el mes pasado, Morales, lejos de ponerse de su lado, dijo que el presidente lo había montado para aumentar su apoyo.
La lucha de poder entre ambos, que representan a distintas facciones del partido socialista gobernante, es tan intensa que el Congreso ni siquiera aprobará préstamos de instituciones multilaterales, incluido el Banco Mundial, según Nathalie Marshik, analista de deuda soberana de mercados emergentes de HSBC Securities.
Esto también significa que es probable que Arce retrase “la tan necesaria devaluación de la moneda hasta después de las elecciones” de 2025, dijo.
Las cosas han ido tan mal que ni siquiera el anuncio de la semana pasada del mayor descubrimiento de gas natural en Bolivia en casi dos décadas logró revertir la caída de los bonos. Los bonos más líquidos, con vencimiento en 2028, se cotizan en torno a los 56 centavos de dólar, lo que supone una pérdida del 0,6% desde finales del primer trimestre, frente al promedio de 1,2% entre los países en desarrollo, según un índice de Bloomberg.
“El descubrimiento de gas no soluciona el motivo por el que los bonos se negocian a estos niveles de riesgo crediticio”, dijo el analista Thomas Jackson de Oppenheimer & Co. La razón “son las preocupaciones de liquidez a corto plazo dadas las reservas internacionales inexistentes y la incertidumbre en torno a las fuentes de financiamiento externo disponibles”.
En expansión
El gobierno sigue confiando en que puede cumplir con sus obligaciones y cita factores globales detrás del nerviosismo del mercado.
“La economía boliviana continúa mostrando signos alentadores, como la constante expansión del producto y la estabilidad de precios”, dijo el Ministerio de Economía y Finanzas en respuesta a preguntas, citando el crecimiento del año pasado del 3.1%. “El gobierno nacional ha honrado de manera puntual todas sus deudas y lo continuará haciendo”.
Las reservas de divisas de Bolivia se situaron en US$1.800 millones en abril, según los últimos datos disponibles, por debajo de los US$ 15,500 millones de 2014. El banco central —que vendió cerca de la mitad de sus reservas de oro en 2023, casi agotando la cantidad permitida— tiene solo US$139 millones en efectivo, un mínimo histórico.
Los analistas de Moody’s Ratings, entre ellos William Foster y Mauro Leos, rebajaron en abril la calificación de Bolivia en dos niveles a Caa3, citando “niveles críticos” de presiones externas de liquidez y mayores riesgos de crédito soberano.
Fitch Ratings estima que el déficit fiscal de Bolivia alcanzará el 5.7% del producto interno bruto en 2024, mientras que Moody’s espera que el déficit se mantenga por encima del 5% del PBI a mediano plazo.
“El gobierno no ha dado ninguna indicación de que esté planeando hacer algo para reducir ese déficit”, dijo Sebastián Vargas, analista de Barclays.
Factor a favor
Hay solo un factor que juega a favor de Bolivia por el momento: no tiene que pagar nada del capital de su deuda hasta 2026.
Los pagos de intereses ascienden a solo US$54 millones este año y a alrededor de US$109 millones en 2025, antes de que los pagos totales aumenten a US$ 434 millones en 2026.
“En algún momento Bolivia pasará por una reestructuración de su deuda”, dijo Craige de Stone Harbor. “No se sabe con certeza cuándo ocurrirá, pero es probable que suceda en algún momento”.
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