Hace 50 años, el expresidente Juan Domingo Perón (1895-1974) regresaba de forma definitiva a Argentina tras 18 años de exilio, un capítulo histórico que dejó 13 muertos y multitud de heridos en la llamada ‘Masacre de Ezeiza’, por el duelo entre dos facciones del peronismo que se registró en la bienvenida al viejo líder y que fue clave en el inmediato devenir del país.
El 20 de junio de 1973, en las cercanías del Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires, unas dos millones de personas aguardaban la llegada de su líder, quien retornaba de su exilio en Madrid, donde mantuvo una gran cercanía con el dictador español Francisco Franco.
La fiesta se convirtió en tragedia cuando las columnas de la Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros -brazos armados de la Juventud Peronista- intentaron acercarse al palco donde estaba la derecha peronista, desde donde dispararon contra los peronistas de izquierda matando a 13 personas e hiriendo a 365.
Ante la falta de seguridad, Perón decidió aterrizar en otra localidad bonaerense: Morón.
La masacre se convirtió en “una de las situaciones más importantes para entender el devenir de la Argentina”, afirma el dirigente político Julio Bárbaro, que en ese momento era diputado nacional.
El enfrentamiento entre las dos facciones del peronismo -los sectores conservadores o de derecha y los revolucionarios o de izquierda- modificó en forma sangrienta al peronismo y dio pie, según el político, a la dictadura militar (1976-1983).
“Esa guerrilla no va a servir para liberar al pueblo y sí va a servir como excusa para que los militares den el golpe de Estado”, sentencia Bárbaro, quien integró varios gobiernos peronistas.
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Enfrentamiento
Después de que Perón, quien gobernó entre 1946 y 1955 y ya dos veces viudo, fuera derrocado por un golpe militar, se exilió en Paraguay, Panamá -donde conoció a su tercera esposa, María Estela Martínez ‘Isabelita’-, Venezuela, República Dominicana y finalmente España.
Comenzó entonces la “resistencia del pueblo peronista”, que pedía el regreso de Perón.
Este tuvo lugar de manera fugaz en 1972. Pero no fue hasta 1973 cuando se instaló definitivamente hasta su muerte, en 1974.
Parte de la juventud adhirió a Perón por su identificación con el pueblo, en tanto se conformó una guerrilla peronista con jóvenes influidos por la Revolución Cubana (1953-1959): “Luche y vuelve”, coreaban los Montoneros para alumbrar una patria socialista.
La derecha peronista estaba vinculada a los poderosos sindicatos y al aparato partidario, dirigido por el secretario privado de Perón, José López Rega.
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La ‘masacre de Ezeiza’ tiene lugar un mes después de que asumiera como presidente Héctor J. Cámpora, quien había ganado las primeras elecciones sin proscripciones al peronismo desde 1955 y en las que la Juventud Peronista había sido protagonista.
“Perón les había entregado a ellos, a la izquierda, todo el poder” y “ellos se niegan a ocupar el palco (de bienvenida) con la Fuerzas Armadas”, porque “ellos conciben a las Fuerzas Armadas, a la policía, a los sectores de los cuales eran jefes y responsables, como enemigos”, explica Bárbaro.
“Tenían el drama, la tragedia que nunca resolvieron, por la limitación mental, de ser poder y pueblo a la vez”, agrega, y señala que “ellos soñaban con ser el pueblo”.
Aunque Bárbaro trató de interceder en aquella trágica jornada para advertir a los revolucionarios de que estuvieran “distantes del palco”, comenta que su “limitación mental” llevó al enfrentamiento.
Perón se pronunció en contra del extremismo y a favor del régimen republicano al día siguiente de la masacre por cadena nacional, y luego emprendió una reivindicación de los sindicalistas: “Tenemos una juventud maravillosa, pero ¡cuidado con que pueda tomar un camino equivocado!”.
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Fin de la historia
Cámpora, que era presidente por delegación de Perón y no tenía autoridad, renunció el 13 de julio abriendo paso al último mandato de Perón, el 12 de octubre de 1973, con su esposa como vicepresidenta.
El punto culminante del distanciamiento con Montoneros se vivió el 1 de mayo de 1974, cuando Perón los llamó “imberbes y estúpidos” en una celebración del Día del Trabajo, lo que provocó la retirada de más de la mitad de la concurrencia de la plaza.
“Ezeiza es un hecho histórico, atroz, lamentable, que va a terminar con Cámpora y va a obligar a Perón a asumir el Gobierno. Y le iba a llevar la vida”, señala Bárbaro.
Efectivamente, el líder fallece el 1 de julio de 1974, cuando asume el poder su viuda. Desde antes, ya operaba la siniestra Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), grupo parapolicial que sembró el terror como paso previo a la dictadura que ensombreció el país durante 7 años.
Fuente: EFE
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