En Buenos Aires hay un parque que en escasos metros divide dos universos: el de los rascacielos de Puerto Madero, el barrio más caro de Latinoamérica, y la villa Rodrigo Bueno, un entramado de calles estrechas y viviendas precarias, algunas de ellas sobre palafitos al borde de un canal.
En la villa Rodrigo Bueno, denominada así en honor al cantante conocido como “El Potro” -fallecido en el 2000 a los 27 años-, los vecinos, en su mayoría inmigrantes peruanos y paraguayos, luchan por la integración.
Uno de sus abanderados es el padre Alejandro Seijo, un "cura villero" que se encarga de la capilla de nuestra señora de los Milagros de Caacupé y que atiende también la de Nuestra Señora de la Esperanza, en Puerto Madero.
“Yo te mando a un barrio de ricos, pero para atender también a los pobres”, le dijo el papa Francisco cuando le envió aquí, donde le cuesta convivir entre dos realidades.
En Argentina, la famosa “grieta” lo divide todo: la sociedad (ricos y pobres), el fútbol (Boca-River) y hasta la música (Soda Stereo- Indio Solari), pero de una manera especialmente enconada la política (peronistas y antiperonistas). Argentina no es solo un país, son varios.
Fines de semana sin asados
Argentina vive desde el 2018 un repunte de sus crisis con otra devaluación del peso que derivó en un nuevo rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI), esta vez por una cifra récord: US$ 57,000 millones. La partida de US$ 5,400 millones que debía recibir en setiembre ha quedado pospuesta para después de las elecciones.
La recesión se agravó después de las elecciones primarias de agosto pasado, en las que los ciudadanos eligieron a los candidatos que competirán en las presidenciales del próximo día 27: el peronista Alberto Fernández, que lleva como candidata a la Vicepresidencia a la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner, superó en dieciséis puntos al actual presidente, Mauricio Macri, quien busca la reelección.
El inesperado resultado cambió el escenario político y desató una tormenta financiera. Desde esa fecha hasta ahora, el peso se depreció casi 29%, las reservas internacionales cayeron de unos US$ 66,000 millones a unos US$ 48,000 millones, y la inflación se disparó y se espera que termine el año en torno al 55%, uno de los índices más altos del mundo.
La crisis se palpa en Rodrigo Bueno, donde viven unas 2,700 personas. Muchas de ellas se han quedado sin trabajo porque se dedican a la construcción, un sector que en agosto acumulaba un retroceso de 8%. La tasa de desempleo ha subido a 10.6%, la cifra más elevada en 13 años.
En la carnicería de la villa, Wilson, su responsable, cuenta que antes la gente compraba para la semana, pero ahora lo hace para el día ante la subida galopante de los precios. Algunos alimentos básicos han experimentado aumentos de entre 80% y 90%. El alza interanual general rozaba el 60% en agosto.
Ahora hay muy pocos asados los fines de semana. Ni este ritual nacional sagrado escapa de la crisis. “No hay plata. La gente vive el día a día".
Argentina es uno de los mayores exportadores mundiales de alimentos - maíz, trigo, soja y carne-, en consecuencia, los precios en el mercado local suben cuando se deprecia el peso. El pollo, que es ahora la carne más vendida en esta villa, "está que se va por las nubes" y su precio sube todos los días.
Pero no solo padecen los desfavorecidos. En zonas acomodadas como el barrio de Palermo, pagar el recibo de la luz, el gas o agua se ha convertido un desafío. Hay comunidades de propietarios que han renunciado al servicio de calefacción. En algunos restaurantes han optado por mantener los precios y reducir el tamaño de sus raciones.
Lo que sí ha subido en las últimas semanas es la demanda de alquiler de cajas de seguridad en los bancos, así como la compra de dólares, una obsesión para los argentinos que no confían en su moneda.
El miedo a un nuevo corralito ha movido a mucho argentinos a retirar los dólares depositados en los bancos y poner sus ahorros a resguardo en cajas de seguridad o debajo del colchón.
Según un informe del Banco Central argentino, los depósitos en dólares cayeron 19.7% en setiembre, hasta los US$ 21,380 millones.
El rostro de la pobreza
Macri llegó al poder en el 2015 con la promesa de bajar la inflación y lograr una "pobreza cero". Pero el índice de pobreza era de 32% en el 2018, y este año alcanzó el 35.4%, el mayor desde el 2001 y por el encima del 29% que dejó su antecesora, Cristina Kirchner, según datos de la Universidad Católica Argentina. El Instituto Nacional de Estadística dejó de publicar estos datos en el 2013.
Los pobres son más pobres, pero también han caído algunos sectores de la clase media, la más vulnerable, según el director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia.
"Una Argentina fragmentada en lo productivo se expresa en esta Argentina fragmentada en lo social, a su vez también empobrecida, cada vez más desigual y que todavía no encuentra rumbo", resume.
El rostro de la pobreza es el de los niños argentinos, ya que hoy uno de cada dos es pobre. Las estadísticas se vuelven de carne y hueso en los comedores comunitarios, donde la aumenta la concurrencia.
En el comedor "Miski (delicioso en quechua) Mate Kamby (leche en guaraní)", un grupo de madres de Rodrigo Bueno se desvive cada día para dar de comer a 260 personas, en su mayoría niños y jóvenes. “La situación cada vez está más crítica", admite Flor de María, responsable de este local, que cuenta con ayuda estatal.
Reciben alimentos para dar de comer a 220 personas al día, pero las madres se las apañan para estirar las raciones a 260. Aún así, tienen una lista de espera de 50 a las que no les llega para atender.
"Cada vez más gente tiene hambre. La gente tiene hambre, quiere comida, quiere trabajo, y trabajo digno", asegura Flor de María, quien se pregunta: "sin trabajo, cómo comemos, sin comida, cómo vivimos, sin comida, los niños cómo estudian".
La lucha social
El Congreso aprobó en setiembre por unanimidad la declaración de emergencia alimentaria, que aumenta en 50% los fondos para los comedores comunitarios.
Según Juan Grabois, fundador y referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), fue la presión de los movimientos sociales quien lo propició. “El hambre tendría que estar descartado en un país como la Argentina”, sentencia.
La lucha social ha tenido un gran protagonismo durante los últimos meses, en especial la del movimiento feminista, pionero en América Latina.
Ofelia Fernández, la joven candidata a diputada porteña por el Frente de Todos, considera que el movimiento feminista argentino tiene una radicalidad y una pedagogía única, y advierte de que este movimiento siempre será opositor hasta que la realidad no cambie. "Sabemos que la pelea que va a transformarnos la vida por completo es la que damos en la calle todos los días", señala.
Una crisis en espiral
Y así como Argentina está acostumbrada a las movilizaciones sociales y sindicales, también lo está a las crisis económicas que son cíclicas.
"Argentina siempre ha vivido crisis financieras, prácticamente una cada diez años, proceso de inflación continuo y de 'default' (cese de pagos) continuo", explica el analista económico Fausto Spotorno.
"Hemos pasado por gobiernos militares, democráticos... y todos terminan en un gran problema de la administración pública. En el fondo, uno podría preguntarse si no es una gran crisis de la economía argentina que viene explotando cada tanto", reflexiona.
Para Spotorno, el Gobierno de Macri apuntó correctamente a los objetivos a resolver. Sabía que tenía que mejorar el tema energético, que tenía que solucionar el precio de las tarifas, resolver la cuestión fiscal y el tema de la inflación. El problema estuvo en la forma de ejecutar esos objetivos y en no tener una política macroeconómica integral.
Entre los logros del Gobierno de Macri, algunos analistas apuntan a la disminución del déficit fiscal primario, que se estima que cerrará el 2019 en 0.5% del PBI, la apertura comercial de Argentina al mundo y la lucha contra el narcotráfico.
El eterno retorno del peronismo
Pero la crisis económica ha recortado las posibilidades electorales de Macri y ha dado alas al posible retorno del peronismo.
Al descontento social por la gestión económica de Macri se suma el acierto del peronismo de lograr una reunificación en la figura de Alberto Fernández, un crítico de la gestión de Cristina Fernández, quien afronta varias causas judiciales por presunta corrupción durante su Gobierno.
Cristina ha mantenido un perfil bajo durante la campaña, consciente de que su figura genera amor y odio por igual, pero ello no ha despejado las dudas sobre el papel que desempeñará si llega una nueva etapa del peronismo.
El peronismo lo es casi todo en la Argentina social y política y abarca todos los espacios ideológicos desde la izquierda hasta la derecha. Se percibe como una forma de ser y de entender el país, una suerte de religión, como el fútbol, y mientras para unos es el símbolo de la inclusión para otros representa el mayor obstáculo al desarrollo.
Hasta Macri lleva en su fórmula como candidato a vicepresidente a un peronista, Miguel Ángel Pichetto, y ante el agravamiento de la crisis tomó medidas contrarias a su ideología, como las de control cambiario en un intento de detener la subida del dólar, el valor refugio de los argentinos.
El cambio de rumbo de Macri también es visible en su campaña, en la que apuesta ahora por la cercanía con la gente en multitudinarios mítines al estilo peronista en los que pide más tiempo para transformar el país.
Mientras que Fernández ha optado hasta ahora por no realizar concentraciones multitudinarias y, confiado en repetir en los comicios los resultados de las elecciones primarias, mantiene reuniones con distintos sectores sociales y empresariales y promete "volver a poner la Argentina en pie".
Gane quien gane, la responsable del comedor “Miski Mate Kamby” sabe que la crisis es de una gran magnitud y que sus efectos continuarán creciendo durante los próximos meses. Las madres de la villa Rodrigo Bueno ya se están organizando para salir adelante.