Buenos Aires representa una combinación perfecta entre diversas tendencias arquitectónicas, como el academicismo, el ‘art decó’ o el brutalismo. Y aunque, por su historia, carece de herencia artística medieval, nadie lo diría al adentrarse en una aldea situada a solo 30 kilómetros de la gran urbe: Campanópolis.
La Torre del Mirador, la Plaza del Mástil o el Pasaje del Búho son algunas de las construcciones de este espectacular asentamiento ‘medieval’ situado en el municipio bonaerense de La Matanza, que en marzo pasado cumplió 35 años y en el que hoy trabajan unas 200 personas.
Tras recorrer las calles empedradas que recuerdan a los burgos del viejo continente se descubre una peculiaridad: está formado por rejas, cúpulas, vigas y demás elementos constructivos llegados desde Europa y reutilizados de forma muy creativa en esta aldea.
La historia de este hoy enclave turístico tiene su origen en Antonio Campana, un gran empresario de conservas, que decidió en 1976 comprar 200 hectáreas como inversión y que, poco después, sufrió un cáncer que lo llevó a construir este sitio, según cuenta Oscar Campana, actual administrador del parque e hijo del fundador.
“Tras esa situación delicada decidió reciclar un basural que existió en esas tierras, y transformarlo, en primer lugar, en una tierra fértil con más de 100,000 árboles”, relata para EFE.
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Después de reforestar la zona, su padre decidió edificar una ciudad al estilo europeo, emulando las calles de Calabria en honor a sus padres inmigrantes de esa localidad del sur de Italia.
“Algunas personas juegan al golf, otras viajan por el mundo y él quiso construir esto con sus ahorros sin ser arquitecto, sin tener conocimientos, pero con un gran posgrado en imaginación”, comenta Oscar.
Expresa que esta capacidad de reciclar elementos arquitectónicos o restos de otros edificios para construir hicieron de su padre un gran visionario en todo lo que tiene que ver con la ecología y el medioambiente: fabricó suelos con tejas, techos con puertas, y usó hasta los ladrillos y escombros de obras.
Con el paso de los años, lo que era un proyecto personal derivó en la apertura del parque al público, debido a los altos costos de mantenimiento y a las crecientes demandas para poder contemplar este sostenible recorrido por el medievo.
Crecer recorriendo parajes como las Doce Casitas del Bosque, o jugar de niño por los camarines que emulan aposentos reales, hicieron que Oscar lo viera todo como algo normal y que tomara realmente conciencia al escuchar las palabras de la gente hacia este mágico lugar.
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“Uno tiene un padre que es heladero y el helado de chocolate ya no te gusta, y sí a tus amigos”, expone riéndose.
Su peculiar diseño lo convirtió en escenario de presentaciones a nivel nacional para series medievales como ‘Knightfall’ (2017) y ‘Juego de Tronos’ (2011) o eventos tan inusuales como la celebración del cumpleaños de la esposa del entrenador argentino Carlos Bianchi o el lanzamiento del disco ‘Drama y Luz’, de la banda mexicana Maná en 2011.
En torno al éxito creciente del sitio en los últimos años, Oscar Campana señala que, curiosamente, tras la pandemia de covid-19 aumentó la afluencia de turistas, algo que él considera se debe al “cambio de mentalidad” en la gente después de esa situación extrema a nivel mundial.
“Estoy convencido de que después del covid las personas cambiaron en el mundo, y sobre todo empezaron a atreverse y a animarse”, expresa.
El objetivo de este recinto, que fue el sueño de su padre, es seguir creciendo y dejar un mensaje: el deseo de que las personas tengan más tiempo de disfrutar del “ahora” porque “estamos todos viviendo en un mundo muy apurado”, concluye Oscar desde un lugar completamente anclado en el pasado.
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