Un sábado por la tarde a principios de julio, la inmensa plaza del Zócalo de Ciudad de México desbordaba con partidarios reunidos para conmemorar el quinto aniversario de la elección como presidente de Andrés Manuel López Obrador.
No muchos líderes políticos pueden generar tanta devoción, y menos en el último año de su mandato. Y apenas un puñado puede esperar que el mundo haya cambiado acorde a su mirada política: de la globalización a la autosuficiencia, reforzando la economía y añadiendo un aire de validez a propuestas que anteriormente fueron tachadas de idiosincrásicas.
Pero ahí es donde se encuentra López Obrador en tanto entra en la última etapa de su único mandato de seis años y se propone hacer que su impacto en México sea duradero. A pesar de todas las críticas que se le han hecho, desde su fracaso en la lucha contra la delincuencia violenta en México hasta su enfoque en proyectos personales quijotescos y una política energética que excluyó a inversionistas, el presidente goza de un índice de aprobación cercano al 60%, lo que da alas a su partido Morena de cara a las elecciones de 2024.
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Para muchos mexicanos, AMLO —como se conoce al presidente— es Morena, y asegurar que su proyecto siga vivo en el partido después de que salga de la principal escena política es primordial. Pero mientras Morena se prepara para presentar a su representante el 6 de septiembre, surgen complicaciones inesperadas para los esfuerzos del presidente de 69 años por asegurar su legado.
La popularidad de AMLO se debe en gran parte a su lucha contra la corrupción y la creación de oportunidades para los pobres, junto con ataques a la poderosa “oligarquía”. Él denomina este enfoque como la “Cuarta Transformación”, en seguimiento a tres momentos cruciales de la historia mexicana que se remontan a la guerra de Independencia que comenzó en 1810. Los simpatizantes que acudieron a la conmemoración del 1 de julio manifestaron su deseo de que continúe una vez que deje el cargo.
“Él apoya desde los niños a los adultos mayores”, dijo Lucely del Carmen, de 57 años, que viajó 22 horas en autobús a la capital para el evento desde su pueblo natal de Pocboc, en la península de Yucatán, donde cuida pollos y cerdos y vende alimentos tradicionales, incluidos tamales, con su marido. “Queremos que la transformación continúe”, dijo.
Incluso hace un par de meses, parecía una apuesta segura que quien ganara la nominación por Morena arrasaría con la presidencia, simplemente por ser el heredero de AMLO. Entre los principales aspirantes se encuentran la ex jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y el ex secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quienes han pasado las últimas semanas recorriendo el país para promocionar sus credenciales como la mejor opción para llevar la antorcha de AMLO. Ninguno de los dos tiene el carisma o el atractivo del presidente, aunque ambos se benefician del alcance de su partido, que con sus aliados tiene 23 de las 32 gobernaturas de México.
Pero en las últimas semanas surgió una figura que sacudió la escena. La coalición opositora puso en marcha un proceso similar para elegir a su propio coordinador, y la legisladora Xóchitl Gálvez, de ascendencia indígena y empresaria convertida en política, es quien da más de que hablar.
Gálvez ha causado un gran impacto nacional al enfrentarse a AMLO en su propio juego, haciendo acrobacias como presentarse a su conferencia de prensa matutina blandiendo una orden judicial que exige el derecho de réplica a las críticas del mandatario, y encadenándose al mobiliario del Senado para protestar por la inoperancia de la agencia de acceso a la información. Es conocida por ir al Senado en bicicleta, a diferencia de muchos políticos que llevan conductor privado, y se burla regularmente del presidente por ser un “machista” temeroso de las “mujeres fuertes”.
Aunque las encuestas sugieren que Gálvez sigue demasiado lejos de los candidatos de Morena como para ser una amenaza inminente para los planes de sucesión de AMLO, ha llamado mucho la atención y acortado la distancia, y ahora los analistas advierten de que su atractivo campechano podría llevar a Morena a perder escaños clave en el Congreso. Eso afectaría gravemente la capacidad del próximo presidente para aprobar leyes. AMLO ya sintió el impacto de una fuerza disminuida en el Congreso luego de que Morena perdiera escaños en las elecciones intermedias.
AMLO no está preocupado por la oposición en las próximas elecciones, seguro de que no tiene ninguna posibilidad, según una persona cercana al presidente que pidió no ser mencionada públicamente para así poder discutir su manera de pensar. Es más, Gálvez todavía tiene que luchar en sus propias primarias, el 3 de septiembre, para asegurarse una oportunidad hacia la presidencia. Aún así, AMLO ha criticado repetidamente a Gálvez por ser la “elegida de la oligarquía”, convirtiéndola en el blanco de sus conferencias de prensa diarias de tres horas en las que cubre todo, desde las victorias semanales de su administración hasta reflexiones sobre béisbol, música y otros temas de la cultura popular del momento.
Hasta cierto punto, el ascenso de una candidata como Gálvez, que creció en una comunidad pobre del centro de México y que vendía tamales y gelatina, no sería posible sin el precedente que sentó el propio AMLO. Atrás quedaron los días en que los presidentes podían tomar jets privados y presumir de sus fastuosos estilos de vida. AMLO vendió el avión presidencial —con pérdidas— para financiar hospitales, y se le ha visto volando en clase turista.
“Los políticos mexicanos son como Peña Nieto, estaba en su oficina, en los Pinos. Si ocasionalmente salía, se iba a jugar golf”, dijo Gerardo Esquivel, otrora subgobernador del banco central mexicano. “Nadie se sentía identificado con él. Casado con una actriz, todo lo que no somos los mexicanos”.
Para sus partidarios, AMLO es el líder más cercano que ha tenido el país en décadas. Sin embargo, otros se esfuerzan por explicar el atractivo del presidente considerando las peculiaridades políticas que parecen poner patas arriba la sabiduría política convencional. Su prodigalidad en ayuda a Petróleos Mexicanos parece contradecir su negativa a gastar durante la pandemia. Su reticencia a viajar al extranjero, excepto a EE.UU., ha puesto en riesgo la posición de México en el exterior, mientras que su populismo puede parecer agresivamente nacionalista y antiempresarial.
Al entrar en la última vuelta de su presidencia, AMLO se encuentra de repente con que el mundo se ha vuelto más afín a él. La invasión rusa de Ucrania ha demostrado que los combustibles fósiles son aún una necesidad, y su apuesta por poner a México por sobre todo está en sintonía con una época en la que la autosuficiencia y las cadenas de suministro resistentes son la nueva normalidad. La competencia entre Estados Unidos y China ha favorecido a la economía mexicana mientras que el nearshoring lleva a empresas como Tesla Inc. hacia el sur de la frontera estadounidense. En un momento en el que la seguridad alimentaria ocupaba un lugar destacado en la agenda mundial, AMLO trató de defender la producción nacional de maíz mientras se peleaba con los agricultores estadounidenses, afirmando que no quería que los mexicanos comieran granos modificados genéticamente.
Según un antiguo funcionario de gobierno que pidió que no se revelara su nombre, su interés por la política nacional coincide con el de aquellos para quienes la globalización ha fracasado. El viraje hacia visiones más nacionalistas alrededor del mundo le ha ayudado a encajar en el momento actual tras décadas de perseguir estas ideas, dijo el funcionario.
Es un desarrollo que se acentuó durante la pandemia, cuando la respuesta clave provino de los gobiernos y no de los bloques políticos, según Carolina Muñoz Canto, profesora de política en el Colegio de Tlaxcala en San Pablo Apetatitlán, quien escribió su tesis doctoral sobre AMLO antes de que ganara la presidencia.
“Parecía que había una vuelta a los estados-nación como unidad básica de ayuda, de obtener, digamos, una cierta seguridad para las poblaciones”, dijo. “Yo creo que este discurso de López Obrador se articula con ese cuestionamiento a los bloques y a la vuelta a los estados-naciones”, con la adición de la retórica sobre la búsqueda de la independencia petrolera y alimentaria, dijo.
AMLO dice que la estrategia de su Gobierno se reduce a combatir la corrupción. “Esto es fundamental, lo demás es accesorio”, dijo en su conferencia de prensa del 1 de agosto. La corrupción, agregó, era más que una pandemia, “era una plaga que devastaba todo.”
Ascendió al poder en diciembre de 2018 en un momento de descontento generalizado de la población con la clase política y las instituciones, en gran parte relacionado con la corrupción, mientras que el crecimiento económico bajo, o casi nulo, perpetuaba la desigualdad, según Adriana Báez Carlos, profesora de Política de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Aprovechó ese sentimiento y lo hizo suyo, con el resultado de que todos los candidatos de Morena planean seguir su ejemplo, mientras que incluso la oposición debe prestar atención a su estilo y enfoque. “Si ves a los aspirantes a la candidatura del Frente, es claro que las sociedades están pidiendo mayor atención y se tiene que tomar en cuenta”, dijo.
Quien acabe sucediéndole la tendrá difícil. AMLO deja una economía en crecimiento, con el peso fortaleciéndose hasta su nivel más alto en ocho años y la llegada de inversiones, impulsadas por la proximidad del país a EE.UU. Aumentó las pensiones y reforzó los derechos laborales, mientras el Congreso incrementó los días de vacaciones y discutió una potencial reducción de la semana laboral. El desempleo está en niveles históricamente bajos, el salario mínimo ha crecido exponencialmente y unos 30 millones de familias reciben transferencias monetarias.
“Tantos años de buscar un cambio, hoy que ya empezó, pues no hay que parar”, dijo Roberto Zaldívar, de 78 años, de Ciudad de México, que asistió al acto de julio en el Zócalo con su mujer, su hija, sus dos hijos, su nieta y su sobrino. “Hay que seguir para que continúe la transformación”.
Los críticos lo califican de estratagema de campaña o la reinterpretación de programas de ayuda previamente anunciados. Para Felipe Hernández, de Bloomberg Economics, las políticas de AMLO en materia de salarios ayudaron a contribuir a los ingresos de los hogares y a la demanda interna, pero su historial en general es de un potencial desperdiciado, en gran parte debido a su retórica nacionalista. “Se puede decir que a la economía le fue relativamente bien durante su Administración, pero podría haberle ido significativamente mejor”, dijo.
Lo que es seguro es que deja a su sucesor un panorama fiscal que empeora, y por muy popular que sea AMLO, las percepciones sobre el desempeño económico y seguridad en México son negativas, lo que representa un riesgo electoral para Morena. Pero a puertas cerradas, incluso banqueros y grandes inversionistas que difícilmente simpatizan con sus puntos de vista, reconocen que al fortalecer las condiciones laborales e impulsar los apoyos para los ciudadanos de la tercera edad, AMLO ha logrado un impacto en la sociedad mexicana.
“Tiene un diagnóstico del país que creo era el correcto”, dijo Esquivel, quien sostiene que la brecha entre los ingresos de los mexicanos más ricos y de los más pobres se ha reducido, en parte porque los hogares con menos recursos han visto aumentar sus ingresos alrededor de un 20%. “Todo el mundo reconoce en él a una persona que sostiene su palabra”.
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