Julio Velarde es un hombre de pocos gestos y muchos números. En su despacho en el Banco Central de Reserva del Perú, donde las decisiones de política monetaria se toman con prudencia, pero con firmeza, su figura ha sido clave en la gestión de la estabilidad macroeconómica del Perú. El mejor banquero central —no lo digo yo, lo dicen las más de cinco ocasiones en las que ha recibido este reconocimiento a nivel internacional— ha logrado que, más allá de las cifras, se convierta en sinónimo de prudencia y solidez.
Aunque, como algunos comentan, “a Julio no le gusta hablar de sí mismo”, a los demás sí nos gusta contar historias sobre él; historias que, al igual que su trabajo, hablan por sí solas.
Se graduó de la Universidad del Pacífico en 1974 como bachiller en Economía, ocupando el primer lugar de su promoción y recibiendo el Premio Especial Robert Maes. Este logro, aunque destacado, no sorprendió a quienes lo conocían. Desde sus años universitarios, Velarde ya dejaba claro que su destino estaba marcado por una extraordinaria capacidad intelectual. No tomaba notas durante las clases, y aun así lograba hacer que incluso los profesores más temidos se sintieran desafiados por sus preguntas, siempre respaldadas por una bibliografía que ya había devorado antes de que el curso comenzara.
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En tiempos previos a la Inteligencia Artificial, Google e incluso antes de la expansión del Internet, a Julio Velarde se le podía asociar con una célebre frase de Keynes: “El economista experto debe poseer una rara combinación de dones”. Así lo describe Gustavo Yamada, actual vicerrector de Investigación de la Universidad del Pacífico, quien amablemente me ha permitido citarlo para esta crónica.
Para Yamada, Velarde encarna perfectamente esa combinación, no solo en lo económico, que lo llevó a obtener estudios doctorales en Economía en la Universidad Brown (Estados Unidos), sino también en otros campos, como la historia y el arte. Un profesional, en palabras de quienes han hablado sobre él, completo.
De hecho, Yamada, quien en alguna ocasión escribió una semblanza sobre el “sabio y enciclopédico Julio”, fue asesorado por Velarde para la elaboración de su tesis.
Las historias sobre un Velarde docente son incontables. En 1986, cuando apenas superaba los 30 años, decidió que era hora de compartir su conocimiento desde las aulas. En ese primer encuentro, un solo desafío bastó para que la mitad de la clase diera un paso al costado, mientras que la otra mitad encontró en él no solo un profesor, sino una oportunidad invaluable de aprender.
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Teoría Monetaria no solo fue una de las asignaturas que Julio Velarde enseñó en la universidad, sino que, de manera evidente, lo acompañó a lo largo de su carrera y hasta el día de hoy. En los años 90, ya más consolidado, comenzó a trazar un camino más destacado en un Perú que luchaba por superar una profunda crisis económica.
La célebre frase del entonces ministro de Economía, Juan Carlos Hurtado Miller, “Qué Dios nos ayude”, pronunciada en un momento de desesperanza, marcó un antes y un después en el país en los 90. Esa declaración se enmarcó en un programa de estabilización económica que, entre otros logros, permitió la drástica reducción de la inflación. En ese contexto, Velarde, quien comenzaba su primer año como director del Banco Central de Reserva del Perú, jugó un papel clave, como lo reconocen los que lo acompañaron en esos años difíciles.
En 1992, tras el autogolpe de Estado, Velarde renunció, pero la relación entre él y el Banco Central, como una especie de unión necesaria, nunca se rompió. Regresó en 2001, permaneciendo hasta 2003, y en 2006 las puertas de la oficina principal del Banco Central se abrieron para el siempre sereno economista.
“Estar en un directorio del Banco Central con Julio es como regresar a las aulas”, dicen quienes alguna vez se sentaron en esas sillas. Incluso, uno de ellos comenta, casi con prisa, que Velarde siempre tiene la razón. No porque se imponga, sino porque con su voz apacible justifica cada uno de sus argumentos. Pero, al mismo tiempo, es capaz de reconocer cuando se equivoca e incluso puede sonar tu celular con un Velarde al otro lado de la línea preguntando más al respecto. No olvidemos: estamos hablando del “sabio y enciclopédico Julio”.
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A veces, habla muy rápido. Pero, cómo no hacerlo, si en su cabeza, según quienes han tenido el privilegio de conversar con él, desborda de conocimiento que sus palabras a menudo se quedan cortas.
Julio Velarde es presidente del Directorio del Banco Central de Reserva del Perú desde octubre de 2006. En octubre de 2021, fue ratificado para continuar presidiendo el directorio por un cuarto período consecutivo, hasta 2026. Es que Velarde parece, a estas alturas, saberlo todo y a la vez estar listo para seguir aprendiendo.
Al presidente del Banco Central le han preguntado de todo, me consta, en estos años que mis esfuerzos se han concentrado en el periodismo económico. Desde congresistas buscando explicaciones por decisiones de la entidad monetaria hasta avezados colegas. Alguna vez oí consultarle hasta por el impacto en la inflación de la venta de álbumes y figuras en la edición de Perú, cuando clasificó al mundial de fútbol en Rusia, en 2018. Así es, es que —repito— Velarde parece, a estas alturas, saberlo todo.
Esta crónica no busca proyectar ni “adivinar” el futuro del Banco Central al término del periodo de Velarde, sino detenernos, mirar hacia atrás y mostrar que un funcionario público sí puede hacer grandes cambios, incluso en un país llamado Perú.
Editora de Economía y coordinadora de ESG del diario Gestión. Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Con casi 10 años de experiencia profesional en el rubro.
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