billete de 1000 francos
billete de 1000 francos

En la joyería “Les Millionnaires”, escondido en el histórico casco antiguo de Zúrich, recibir un billete de 1,000 francos (US$ 1,002) para liquidar una compra no es un evento inusual.

"Es bastante frecuente que tengamos a alguien que viene en busca de un regalo y que paga en efectivo porque no quiere que su pareja lo descubra", dijo uno de los propietarios de la tienda, que vende aretes, collares y pulseras de oro con piedras preciosas. "Es el efecto sorpresa".

Fiel a la afición suiza a la discreción, una de las razones por las cuales el efectivo ha seguido siendo popular en el país, aunque su uso está disminuyendo en otros lugares, la propietaria se niega a dar su nombre. "Aquí, en nuestra tienda, recibimos billetes de 1,000 francos cuando es una compra muy grande", añade.

Junto a los billetes de 10,000 dólares en y (el tipo de cambio actual para ambos es de aproximadamente US$ 7,400), la principal denominación suiza es una de las más valiosas del mundo. Se debe presentar un diseño renovado el 5 de marzo, desafiando los llamados internacionales en contra de los billetes de grandes denominaciones que suelen ayudar al crimen y la evasión fiscal.

La crítica a los billetes de grandes denominaciones ha forzado cambios en otros lugares. Por ejemplo, el ha detenido la nueva emisión de su billete de 500 euros.

El profesor Kenneth Rogoff de Harvard se encuentra entre los que prefieren deshacerse de los billetes de gran valor, aunque dice que a los particulares se les debe permitir la privacidad para "comprarle a su amante un artículo de US$ 20" sin que nadie pueda decirle algo.

Los suizos, que una vez fueron famosos por ofrecer a los acaudalados un lugar secreto para estacionar su dinero, se toman muy en serio la privacidad: el lanzamiento de una tarjeta ferroviaria nacional, como la tarjeta Oyster de Londres, provocó una protesta porque podría usarse para rastrear los hábitos de viaje.

El deseo de permanecer en el anonimato no se pierde en el vicepresidente del Banco Nacional Suizo (SNB), Fritz Zurbruegg, quien observó en un discurso de 2017 que los grandes billetes eran una forma "eficiente" de liquidar grandes pagos.

Justo al lado de la avenida arbolada de Bahnhofstrasse, la multitud de clientes que esperan para almorzar en un camión de comida rápida apoya la idea de que los grandes billetes son populares. Martin Heiss, quien dirige el puesto, dice que recibe regularmente billetes de 200 francos por sus sándwiches de pan de pita, que cuestan unos 15 francos.

Esos billetes constituyen un poco más del 10% de los retiros de cajeros automáticos, según una encuesta del banco central. Casi el 20% de las personas dijeron que han usado efectivo al realizar pagos de más de 1,000 francos.

Sin embargo, incluso los suizos amantes del efectivo tienen sus límites. En Zug, famoso como base de impuestos bajos para corporaciones multinacionales, Roger Wermuth, jefe de la oficina de presupuesto regional, dijo que un chequeo completo de los libros a partir de 2016 no reveló recibos de pagos en efectivo.

En Zurich, el cajero de la ciudad muy rara vez recibe pagos de impuestos en efectivo y los grandes billetes prácticamente nunca se utilizaron.

Incluso Martin Buyle, el director ejecutivo de Orell Fuessli, la casa de 500 años de antigüedad que produce los billetes de banco de Suiza, no espera que el nuevo billete de 1,000 francos se use comúnmente.

El cash conservará su atractivo "durante mucho tiempo", gracias al anonimato, dijo. En cuanto a los 1,000 francos, añadió que "será un billete muy simpático que la mayoría nunca verá a menos que se vaya a un banco y se lo muestren".