Entre los años 2001 y 2021 el Perú perdió 2.7 millones de hectáreas de bosques amazónicos, depredación que se aceleró en la última década, de acuerdo a cifras obtenidas por el monitoreo satelital que realiza el Ministerio del Ambiente.
Tal deforestación alcanzó su punto más alto entre el 2020 y el 2021 (hasta donde llegan las cifras oficiales), a raíz de la pandemia del Covid-19, aunque se teme que habría avanzado aún más en los últimos años por diversos factores sociales, y que se mantenga una tendencia creciente, según expertos.
Cifras del Programa Nacional de Bosques del Minam, Geobosques, indican que solo en el 2020 se perdieron 203,272 hectáreas boscosas, el mayor volumen reconocido oficialmente de las dos últimas décadas, y que representó un crecimiento de 37% frente a las 154,426 hectáreas de árboles perdidas en el 2019.
Según la entidad antes citada, en el 2021 la cifra en la pérdida de zona boscosa habría alcanzado las 137,976.
Sin embargo, de acuerdo con la plataforma internacional Global Forest Watch, en el 2021 en el Perú la pérdida habría sido mucho mayor: de 224,000 hectáreas, es decir la cifra más alta registrada hasta ahora.
¿Dónde se pierde más bosques?
Conforme a Geobosques, la pérdida de cobertura boscosa registra las categorías de alta, muy alta y extremadamente alta en los departamentos de Pucallpa, Huánuco, Junín, Ucayali, Madre de Dios, Iquitos, Amazonas y Puno.
Según Sandor Lukacs de Pereny, Profesor del MBA y de los Programas de Sostenibilidad de ESAN, si bien la deforestación había estado cayendo antes de la pandemia, tras alcanzar un pico en el 2016, recobró fuerza tras la llevada del Covid-19 al país.
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¿Cuáles son las causas del avance en la deforestación?
De hecho, indicó que, según datos de Serfor, en los últimos años, el 51% de la desaparición de bosques fue explicado por el avance de la agricultura, y un 40% debido a la ganadería de pequeña escala.
Otro 6% -refiere el experto-, tendría como causante el avance de la minería informal e ilegal, y un 2.3% se explicaría por la expansión de los plantíos de coca. Ello se suma a la tala ilegal, o el avance informal de cultivos para producción de biocombustibles, como la palma aceitera.
En tal sentido, coincidió en que, como la pandemia agudizó la pobreza, provocó la migración de pobladores de zonas andinas a la Amazonía en busca de nuevas tierras agrícolas.
Frente a esta situación, destacó que el Midagri, entre sus políticas para reducir la deforestación, en su regulación prohíbe ahora el cambio de uso actual con fines agropecuarios. Así. ese ministerio busca reducir las licencias para expansión de cultivos, buscando frenar la deforestación.
Pérdida de bosques se podría agudizar
Sin embargo, refirió que, de acuerdo a la data (de Global Forest Watch), no se observa que en el país haya mucho avance en frenar la deforestación.
Por el contrario, consideró que esa práctica aumentará, porque la pobreza monetaria en el país se ha incrementado en gran medida, y se ha retrocedido en la lucha contra ese flagelo por lo menos una década.
“Estamos al nivel de pobreza de hace diez años, y esa población como no tiene trabajo, se va a reubicar en el campo para obtener dinero, sea por tala ilegal, por minería informal, o agricultura de subsistencia. No va a haber una reducción en tanto no haya medidas macroeconómicas que reactiven la economía”, anotó.
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Impacto en los mercados
En la misma línea, José Luis Capella, director del Programa de Bosques de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), advirtió que la pérdida de zona boscosa en el Perú ha pasado de una categoría baja a moderada, y que la tendencia es que la deforestación aumente, en parte por la búsqueda de ampliar la frontera agrícola.
Sin embargo, indicó que el crecimiento de esa frontera hacia la agricultura a regiones de selva tiene efectos negativos, pues, por un lado, el suelo de la Amazonía no ofrece las mejores condiciones para el desarrollo agrícola.
Pero, además, indicó que hoy cada vez los grandes mercados, como el europeo, están exigiendo que productos como el café o el cacao no provengan de prácticas de deforestación, lo cual se espera que en pocos meses se plasme en una regulación a nivel de países de ese continente.