Las protestas en el Perú ya comienzan a tener repercusiones en las proyecciones de mediano plazo para la economía y no solo en el primer trimestre del año.
Un reporte elaborado por Moody’s Analytics señaló que si bien la economía peruana ha sabido estar aislada de la agitación política de los últimos años, las protestas que se viven actualmente “marcan un punto de inflexión”.
Esto último, porque si bien hay un debilitamiento del modelo de crecimiento basado en materias primas, agravado por la pandemia y la desigualdad, el reclamo va más allá, pues se busca un cambio de la constitución y se replantee el modelo de crecimiento.
Pese a ello, el escenario base que se maneja es que el Perú salga de esta coyuntura y continúe creciendo en lo que resta del año, aunque este avance se hará de “manera exigua”.
Según Moody’s, el daño a la confianza empresarial, producto de este escenario de protestas, impactará en la inversión privada, la contratación de trabajadores, los ingresos y la inflación, lo que “amerita un ajuste a la baja en los pronósticos”.
“En Moody’s Analytics estamos proyectando un crecimiento de 1.9% para la economía peruana en el 2023, con un crecimiento de 0.4% del consumo privado y una contracción de 1.5% en cuanto a la inversión fija”, precisó a Gestión Jesse Rogers, economista subdirector de Moody’s Analytics.
Precisó que La previsión actual (1.9%) no incluye el impacto de las últimas manifestaciones y será revisado a la baja en febrero.
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Para Rogers, los impactos del mediano plazo sobre la economía peruana no se deben solamente a las manifestaciones sino también al estancamiento político que de alguna forma les dio origen.
Además, prevé que las bajas tasas de crecimiento de la inversión privada y de empleo se mantendrán incluso si la crisis se resuelve.
Al respecto, el exministro de Economía y Finanzas, Alfredo Thorne, coincidió con el análisis de Moody’s sobre que tanto la inversión privada como el consumo son los que serán más afectados en el mediano plazo.
Incluso, el economista considera que esta situación podría ser más complicada si empresas que actualmente operan en el Perú deciden retirarse del país producto de la convulsión y los ataques que vienen recibiendo por parte de los manifestantes.
“Lo digo por Antapaccay o Las Bambas. ¿En qué momento estas empresas dicen ya no voy a insistir en mis operaciones en el Perú? Las empresas matrices les van a pedir una cierta rentabilidad y puede haber un momento en el que digan que no se pueden tenerla y que, además, no seguirán con la inversión en el país”, precisó.
Según Thorne, estas decisiones, sobre todo de empresas extranjeras, dependerán del tiempo que dure la incertidumbre política.
Cambio de escenario
Según Moody’s Analytics, hasta ahora, el daño económico inmediato de las protestas ha sido limitado, con interrupciones de la actividad minera en el sur -rico en recursos- compensado por una mayor producción en otras regiones.
Sin embargo, advierte de que esto podría cambiar rápidamente si las manifestaciones dan un golpe más fuerte al turismo y si las protestas en Lima, hogar de un tercio de la población y de la producción económica del país, repercuten entre una coalición más amplia de estudiantes y trabajadores en un eco de los recientes movimientos de protesta en Chile y Estados Unidos y Colombia.