Sesenta y cinco billones de dólares no solo es un número muy grande, ¡es un número enorme, apenas comprensible! Es más de dos veces y medio el tamaño de todo el mercado del Tesoro de Estados Unidos, el más grande del mundo. Equivale al 14% del valor de todos los activos financieros a nivel mundial, según un recuento del Banco de Pagos Internacionales (BPI).
También es el valor de la deuda oculta en dólares no registrada en los balances de los bancos no estadounidenses y los bancos en la sombra hasta junio de este año, también según el BPI, el banco central de los banqueros centrales. Dicha cifra ha aumentado rápidamente y casi se ha duplicado desde el 2008.
El hecho de que la mayor parte de esta deuda oculta se deba a los bancos es otro recordatorio de las interconexiones cada vez mayores y poco transparentes entre el sistema financiero tradicional y el sector bancario en la sombra. Una serie de minicrisis recientes ha demostrado que estos vínculos son parte de la razón por la que los bancos centrales siguen viéndose obligados a intervenir y estabilizar los mercados de bonos del Gobierno y otros activos cuando aumenta el nivel de estrés.
Esta deuda de US$ 65 billones de la que estamos hablando no es un conjunto de préstamos o bonos propiamente tal: son las obligaciones de pago de forwards y swaps en moneda extranjera. Estos instrumentos suelen ser utilizados por los bancos e inversionistas extranjeros cuando quieren comprar un activo denominado en dólares, como un bono del Tesoro de Estados Unidos.
Los forwards y swaps están totalmente garantizados y, por lo tanto, deberían ser relativamente seguros para la contraparte. Cuando alguien usa un swap para pedir prestados dólares, en realidad los paga con su propia moneda y se compromete a vender los dólares en una fecha determinada en el futuro, por lo general en menos de un año.
El problema surge cuando se vuelve difícil obtener dólares, especialmente porque los prestatarios a menudo usan swaps a corto plazo para comprar activos a largo plazo. Como ejemplos de cuando ocurrió esto se pueden mencionar el comienzo de la pandemia de COVID-19 en marzo del 2020 o el punto más álgido de la crisis financiera de 2008-2009. Una escasez global de dólares dejó a los propietarios extranjeros de activos en dólares en una carrera por encontrar los fondos que necesitaban; de lo contrario, se verían obligados a vender buenos activos rápidamente, lo que se sumaría a las espirales de precios a la baja.
Idealmente, a los banqueros centrales les gustaría poder ver venir estas tensiones antes de que lleguen. En el 2020 y 2008, la Reserva Federal utilizó líneas de swaps de divisas masivas con otros bancos centrales importantes para sacar dólares al mundo y calmar el caos. Pero debido a que estos flujos están ocultos fuera de los balances, nadie sabe realmente en qué parte del mundo encontrar esta deuda de forwards y swaps de divisas. Tampoco nadie tiene una mejor manera de evitar que las olas de escasez de dólares se vuelvan desestabilizadoras.
El BPI estudió este problema por primera vez en el 2017 y, en un informe actualizado del 5 de diciembre, advirtió sobre las dificultades para los bancos centrales de establecer políticas para hacer frente a las restricciones de dólares en medio de la crisis.
“La deuda en dólares fuera de balance puede permanecer fuera de la vista y de la mente, pero solo hasta la próxima vez que se restrinja la liquidez del financiamiento en dólares”, escribieron los autores, encabezados por Claudio Borio, jefe del departamento monetario y económico del BPI.
Los bancos centrales tienen que esperar a que estalle el caos antes de saber dónde y cuándo se necesitan los dólares, e incluso entonces es posible que no estén completamente seguros de si están dirigiendo los flujos hacia donde se necesitan.
Esta deuda no se registra en los balances debido a las convenciones contables de los derivados. Estas convenciones permiten a los bancos, fondos de pensiones, aseguradoras, entre otros, registrar solo su exposición neta. Con un swap de divisas, la exposición neta inicial es cero y solo subirá o bajará a medida que cambien los tipos de cambio.
Este tratamiento contable está bien para la mayoría de las clases de derivados que pueden cerrarse con una amortización en efectivo de solo el valor neto del contrato. Sin embargo, con los forwards y swaps de divisas, la cantidad total de dólares adeudados debe conseguirse y reembolsarse a la contraparte para cerrar la operación; eso es lo que los hace más parecidos a la deuda.
El BPI ha mejorado los datos disponibles, pero distan mucho de ser perfectos. El estudio muestra que los bancos en la sombra, o intermediarios financieros no bancarios, para darles su nombre oficial, han aumentado sus pasivos de swaps y forwards en dólares a US$ 26 billones, que es el doble del tamaño de sus deudas en dólares en el balance general. Los bancos fuera de Estados Unidos tienen US$ 39 billones de pasivos similares, más del doble que sus deudas en dólares en el balance general.
Estos números se derivan parcialmente de la encuesta trienal global de derivados del BPI, pero los economistas aún no saben exactamente cómo se distribuyen estas deudas entre los diferentes tipos de bancos en la sombra.
El Consejo de Estabilidad Financiera global y otras entidades se están centrando cada vez más en el problema del apalancamiento oculto debido a su capacidad para causar oleadas repentinas de estrés que recorren los mercados y amenazan el sistema global en su conjunto. El BPI también está preocupado por la falta de transparencia en las exposiciones del sistema bancario al mundo bancario en la sombra.
Años de tasas de interés ultrabajas y la búsqueda intensa de retornos por parte de los inversionistas han impulsado el apalancamiento al alza y el crecimiento de la deuda de forwards y swap de divisas es un ejemplo gigantesco de eso. El aumento de las tasas y la volatilidad de los precios de los activos hacen que el alto apalancamiento sea una peligrosa fuente de inestabilidad, y más aún porque está oculto.
Más transparencia sería prudente. Para los forwards y swaps de divisas en particular, los cambios contables también podrían ser útiles: los acuerdos de recompra, o repos, donde se intercambian bonos y efectivo, ya se informan en términos brutos en lugar de hacerlo de forma neta como los derivados. Tal vez lo mismo debiera ocurrir con estas deudas monetarias.