Por Aaron Brown
El bitcóin tuvo un martes difícil, tras caer casi un 10% en un día que debería haber sido motivo de celebración. Por primera vez, el bitcóin se convirtió en moneda de curso legal en una nación soberana, El Salvador.
Sin embargo, problemas técnicos en torno al lanzamiento y manifestaciones contra la adopción de las criptomonedas arruinaron el debut y provocaron la caída de otras monedas digitales.
Los problemas fueron del tipo de los que pueden surgir con cualquier lanzamiento masivo, especialmente por parte de un Gobierno, y las interrupciones inmediatas pueden terminar siendo menores y de corta duración.
Sin embargo, apuntan a una incógnita mayor que puede ser mucho más importante en la evolución del bitcóin: ¿la gente realmente lo adoptará? Me recuerda a mediados de la década de 1990, cuando una de las mayores preguntas para los inversionistas en internet era cuántas personas estarían dispuestas a comprar computadoras, pagar tarifas de acceso y aprender sobre computadoras y navegadores para aprovechar la red mundial.
Solo con la adopción masiva (que por supuesto se produjo), las empresas, los Gobiernos y otras entidades construirían los cables de fibra óptica, los servidores y otras infraestructuras que harían que internet fuera rápido, barato y universal.
Lo mismo ocurre con las criptomonedas. Algunas monedas digitales pueden prosperar en un segundo plano, con una actividad limitada en gran medida a pequeños grupos de usuarios especializados y sin que la mayoría de la gente sea consciente de ello.
Pero gran parte de la promesa de los criptoactivos necesita que miles de millones de personas los incorporen a sus rutinas diarias; esto, a su vez, impulsará el hardware, el software y otras inversiones que pueden hacer que las criptomonedas sean rápidas, baratas, fáciles de usar y, como internet, universales.
Hasta la fecha, la mayoría de los usuarios de criptomonedas pertenecen a una de estas cuatro categorías: tecnófilos a los que les encanta la idea; inversionistas a los que les gusta la volatilidad, el apalancamiento y la naturaleza no regulada del mercado; personas que realmente las necesitan (como los residentes de países con monedas fallidas y represión financiera, personas que repatrian pequeñas cantidades de dinero al extranjero y delincuentes de ransomware); y especialistas en aplicaciones de nicho.
Una de las razones por las que no se ha extendido su uso es que nadie ha dado con la “aplicación asesina”que sea tan atractiva y poderosa como para que casi todo el mundo la adopte. Pero otra razón es la desaprobación de los Gobiernos y la sola novedad de la idea.
El Salvador es un caso de prueba de cómo las criptomonedas pueden prosperar con el activo apoyo y estímulo del Gobierno. Se estima que entre el 10% y el 20% de la población de El Salvador ya usaba criptomonedas —como es habitual en los países latinoamericanos que dependen en gran medida de las remesas de trabajadores expatriados—, y el Gobierno está regalando US$ 30 de bitcóin a todos los residentes, lo que debería fomentar una mayor popularidad.
Si la criptomoneda no encuentra una adopción rápida y entusiasta en estas condiciones, los inversionistas deben replantearse su propuesta de valor general.
El éxito en El Salvador puede invitar a la imitación y podría impulsar a empresas multinacionales como McDonald’s Corp., por ejemplo, a crear procedimientos sólidos para el manejo del bitcóin, incluidos informes financieros, cuestiones legales, custodia, gestión de efectivo, inversiones, cobertura y otras funciones.
Una vez estandarizados, la adopción de las criptomonedas sería mucho más fácil en todas partes. Pero eso solo ocurre si muchos clientes realmente usan el bitcóin. Si El Salvador sigue basándose en el dólar estadounidense, y el bitcóin solo se utiliza para comprar dólares del Gobierno, o si el Gobierno abandona el experimento en unos meses, esta oportunidad se perderá.
Este fue un día de eventos en una pequeña economía. El lanzamiento tuvo problemas, pero no fue un desastre como el de Healthcare.gov o Windows 8. Y la caída del precio del bitcóin no es un acontecimiento inusual según los estándares históricos de una moneda digital que ha tenido su cuota de oscilaciones aún mayores.
Si esta es una gran historia, y creo que lo es, no es debido a los movimientos de precios ahora; se trata más bien de lo que ocurra en los próximos meses. Un fracaso total en El Salvador no condenará a las monedas digitales, pero forzará una revisión a la baja en la participación de mercado potencial de muchas cripto ideas. Un éxito en El Salvador podría inspirar revisiones al alza del mismo tamaño.