(Foto: iStock)
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Las diferencias que existen entre las personas son oportunidades para consolidar equipos de alto desempeño. Sin embargo, tales diferencias también pueden originar conflictos que dificultan la colaboración y, por lo tanto, los resultados.

, la plataforma de capacitación corporativa más grande de Latinoamérica, da a conocer los diferentes tipos y rasgos de esos compañeros que pueden tener personalidades complicadas, y las claves para poder gestionar efectivamente las relaciones desde la asertividad y la empatía dentro y fuera del trabajo.

Las personas difíciles son aquellas que, por su manera de ser e interactuar, crean dificultades en sus relaciones personales.

Estas, en lugar de generar un comportamiento voluntario e intencional, no tienen control sobre sus propias reacciones”, aseguró el profesor de UBITS, Joaquín Terrazas.

Existen, por lo menos, 4 tipos de personas difíciles:

1.- Los narcisistas, que son personas que se centran en sí mismas, en sus intereses y prioridades. A nivel neuronal, pueden tener una deficiencia de células espejo, que son las que facilitan la empatía. Tienen condicionamientos infantiles que acentúan su egocentrismo, como la ausencia de la necesidad de compartir y negociar con sus pares.

2.- Los dependientes, que centran su discurso en torno al “tú” y al “ustedes”, ya que evitan hablar o considerarse a sí mismos. Una de sus características es que necesitan mantener vínculos constantes con otros a quienes someten su voluntad.

3.- Los histriónicos, que necesitan ser el centro de atención, ya que durante su infancia carecieron de esta o, por el contrario, la recibieron en exceso. Esto los hace personas improductivas, poco colaboradoras y muy competitivas en sus trabajos, incluso generan una competitividad interna innecesaria en las organizaciones.

4.- Los obsesivos compulsivos, que necesitan mantener el control, probablemente porque el ambiente familiar en el que crecieron fue inseguro o inestable. Aunque su “perfeccionismo” suele verse como algo positivo y deseable en el entorno laboral, en realidad, tienden a ser exigentes a un extremo impráctico e improductivo, lo que no facilita el trabajo colaborativo.

Ante ello, brinda algunos principios que pueden ayudar al momento de lidiar con personas difíciles:

  1. El autoconocimiento: aunque nos veamos al espejo todos los días, aún hay muchas cosas de nosotros que no sabemos, y las ignoramos porque no son evidentes; sin embargo, lo más seguro es que sí lo sean para los demás.
  2. El autorrespeto: para gestionar a las personas difíciles es preciso cuidar nuestro círculo de seguridad y no caer en provocaciones. Ten presente que no debes responder a todas las agresiones. Pregúntate y pregunta: ¿es realmente necesario discutir por esto? y de ser así, ¿existe otra forma de abordarlo?
  3. Mantener la calma: en un conflicto participan -al menos- dos personas: quien lo busca y quien le da cabida. Si mantienes la calma, propicias un ambiente de conciliación.
  4. Enfocarse en el objetivo: mantén tu foco en la solución de la dificultad, no en la persona. Si no hay objetivo o problema, entonces es una discusión vana y sin sentido; aclara la situación y continúa en tus labores. No juzgues a la persona ni tomes el problema como algo personal.
  5. Evitar juegos de manipulación: existen diversos juegos en las relaciones personales en los que caemos sin darnos cuenta. Para evitarlos hay que conocerlos e identificarlos cuando se presentan.
  6. Asertividad: sé asertivo, no aceptes lo que no quieras aceptar y no rechaces lo que no quieras rechazar. Acepta a la persona, pero no a la solución no deseada.
  7. Abordamiento: gestiona, no ataques; hazlo en el tiempo y el espacio que proceda, sin forzarlo. Aborda a la persona sin juzgarla y busca sus talentos, habilidades y capacidades con atención, apertura e interés por sus aportaciones.