En una organización es frecuente encontrar todo tipo de colaboradores con diferentes personalidades; sin embargo, algunos de ellos en lugar de aportar a la empresa en la que trabajan, crean un clima laboral pesado. Pero ¿qué sucede si esta persona es un empleado altamente competente?
Aunque muchos jefes prefieren quedarse con este tipo de trabajadores por su rendimiento alto y no pasar nuevamente por el proceso de buscar a alguien adecuado para el puesto, lo único que logran es que las actitudes negativas de esta persona le quite las ganas de laborar a muchos de sus compañeros.
Hace unos años, Eric Sinoway, cofundador de Axcess Worldwide, una consultora par alianzas empresariales, escribió un artículo para Harvard Business Review sobre las tensiones conflictivas entre la competencia de los empleados y la cultura de la empresa. En él se refirió a los “trabajadores vampiros” a los consideró una verdadera amenaza.
“Estos empleados tienen un buen desempeño, pero de una manera que está en múltiples propósitos con la cultura organizativa deseada. Debido a que su desempeño funcional es fuerte, adquieren poder e influencia. Con el tiempo, también adquieren seguidores: los zombies (su comportamiento no se alinea con la cultura de la empresa y su desempeño es mediocre) que comparten sus diferentes valores y aspiran a un mejor rendimiento. Pronto, hay un pequeño ejército de vampiros y zombies atacando a las estrellas, altos potenciales y líderes que están haciendo lo correcto”, escribió.
Se corre el riesgo de reducir el rendimiento de todos sus colaboradores. Además, la carga mental que lleva a un CEO se hace superior, pues ya no se centra en las actividades que debe realizar a diario, sino en solucionar algún tipo de conflicto que surge.
Fiona Macaulay, experta en liderazgo empresarial, señaló en una publicación de Inc. qué acciones tomar cuando uno se encuentra con este tipo de colaboradores, pues mantenerlos, incluso a un costo para la cultura de la compañía, no sólo dañan a la organización, sino a la gente que trabaja con ellos y a usted, pues su salud se verá seriamente afectada.
Primero debe analizar qué es lo que quiere para su empresa y sus empleados. Si la respuesta es alcanzar los objetivos en un ambiente donde todos se sientan identificados y felices, no cabe duda: usted tiene que dejar ir a esta persona que tanto hace daño a todos.
Si duda en dejarla ir porque no quiere volver a esperar un proceso de reclutamiento que demande tiempo y costo, piense qué lograra con esa decisión. Quizás, el hecho de incorporar a alguien en su reemplazo será más beneficioso en todo aspecto y más para la organización.
Debido a que este tipo de trabajadores no cambian su forma de ser de un día para otro, vienen con un historial, cuyo empleador puede dar más detalles antes de contratarlo para su empresa. Si no detecta esto, “corre el riesgo de que este vampiro traiga a más vampiros”, señala Macaulay.
Por ello, la especialista recomienda hacerse las siguientes preguntas si piensa que este tipo de personas altamente competentes pero tóxicas deben permanecer en su organización: ¿qué mensaje le estoy enviando a otros empleados? y ¿cuál es el costo real para mí, los clientes y los colaboradores de tener un vampiro entre nosotros?