En esta era de crisis climática, el mundo está consumiendo más crudo que nunca. ¿Estamos en un pico de la demanda de petróleo? Todavía no. Quizás algún día, tal vez incluso pronto, hacia el año 2030. Por ahora, sin embargo, la economía mundial todavía funciona con petróleo.
Pasará un tiempo antes de que los Gobiernos lo certifiquen, pero todos los datos apuntan en la misma dirección: en las últimas semanas, la demanda de petróleo superó el pico mensual que se estableció en 2019, antes de la pandemia de covid-19.
En términos de barriles por día, el nuevo récord en el consumo mundial de petróleo asciende a unos 102,5 millones —probablemente se alcanzó en las últimas semanas de julio— y supera los 102,3 millones de agosto de 2019. Es más clara esta imagen: usamos suficiente crudo para llenar alrededor de 6.500 piscinas olímpicas todos los días. Más de un tercio de esas piscinas se necesita para saciar a dos países: Estados Unidos y China.
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No es que esto sorprenda. La Agencia Internacional de la Energía (AIE), que recopila estadísticas de oferta y demanda de referencia, lo ha anticipado durante meses. Era solo una cuestión de tiempo, ya que la demanda de petróleo aumenta durante el verano del hemisferio norte, cuando millones de familias europeas y estadounidenses viajan durante sus vacaciones, lo que se traduce en un consumo de gasolina y combustible para aviones. El costo mayorista de productos refinados, como la gasolina, también está al alza.
Por supuesto, este nuevo máximo en la demanda es tan solo un dato endeble. Las estadísticas mundiales de consumo de petróleo se revisan de forma rutinaria, y es probable que la cifra final no se establezca hasta el próximo año, o incluso en 2025. El margen de error también es relativamente amplio, probablemente de al menos 1 millón de barriles por día. Pero la experiencia indica que la demanda normalmente se revisa al alza, y no a la baja.
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Hasta ahora, solo contamos con cifras parciales para mayo y junio, y evidencia direccional para julio. Al extrapolar desde anteriormente este año, la información reciente, incluida la congestión del tráfico en tiempo real en varios países y los viajes aéreos globales, sugiere que la demanda de petróleo superó recientemente el pico previo al covid, incluso al tener en cuenta el margen de error.
Tenemos información mucho mejor para el período de enero a abril. La demanda mundial de petróleo promedió los 100,8 millones de barriles diarios durante los primeros cuatro meses de 2023, por encima del mismo período de 2019, cuando el promedio fue de 99,9 millones, según mis cálculos basados en datos mensuales de la AIE.
Irónicamente, la gasolina, el combustible más impactado por el auge de los vehículos eléctricos, desempeña un papel principal en el aumento de la demanda. Hace solo unos meses, se decía que en 2019 se había marcado el pico en el consumo de gasolina. Ahora, parece cada vez más que la demanda de gasolina, como mínimo, igualará el máximo previo a la pandemia.
La gasolina se beneficia de tres factores: pese al auge de los autos eléctricos, el número absoluto de autos que funcionan con gasolina sigue en aumento; los consumidores mantienen sus vehículos durante más tiempo, lo que retrasa la mejora que viene de la mano con modelos más nuevos y eficientes en el consumo de combustible; y en Europa, los consumidores han cambiado sus autos diésel por autos a gasolina, dando a estos últimos un improbable impulso. La AIE calificó el reciente aumento en el consumo de gasolina de “funeral”... es probable, pero no sería la primera vez que se escribe el obituario del combustible.
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Independientemente de lo que suceda a continuación con los automóviles, lo que está claro es que, según las tendencias actuales, la demanda de petróleo aumentará entre un 3% y un 4% más en los próximos cinco años, antes de estabilizarse en un nivel alto. Por ahora, no hay señales de que el consumo vaya a registrar una caída en picada en el corto plazo.
Quisiera estar equivocado, pero actualmente no hay posibilidad de que el mundo reduzca el consumo de petróleo para 2030 tanto como es necesario para cumplir con sus objetivos de cero emisiones netas. Y por eso es que muchos Gobiernos occidentales, predican en público a favor de lo “verde”, pero en privado instan a los ejecutivos petroleros a seguir invirtiendo en más producción.