La economía peruana cerrará el 2023 con uno de sus peores desempeños en las últimas dos décadas, influenciada principalmente por el desplome de la inversión privada. El Instituto Peruano de Economía (IPE) compartió en exclusiva con Gestión un análisis sobre este indicador que hasta ahora no ha logrado salir de terreno negativo.
Luego de una caída de doble dígito durante el primer semestre, el retroceso de la inversión privada se ha moderado durante la segunda mitad del 2023. Sin embargo, los indicadores de expectativas empresariales anticipan su débil recuperación hacia el 2024. En un escenario adverso, la inversión privada podría inclusive culminar nuevamente en terreno negativo el próximo año, retrasando aún más la recuperación de la economía peruana y el bienestar de la ciudadanía.
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Radiografía del 2023
En el tercer trimestre del 2023, el gasto de inversión en el sector privado registró una caída de 6.2% respecto a similar periodo del año anterior, lo que apunta a una moderación de la tendencia negativa tras una contracción de 10.3% en el primer semestre.
El desplome de la inversión no minera fue el factor que más contribuyó a la caída de la inversión privada durante el 2023, explicando cerca del 80% de la contracción en los primeros tres trimestres del año. Según el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), este resultado fue influenciado por el estancamiento de las expectativas empresariales en terreno pesimista y el menor dinamismo en la inversión en proyectos residenciales.
La inversión minera también registró importantes caídas durante el 2023 debido a la ausencia de nuevos proyectos de gran envergadura que sustituyan a Quellaveco. Por su parte, si bien la inversión en proyectos de infraestructura de transportes creció, no fue suficiente para revertir el resultado.
Un indicador importante para analizar la inversión privada son los despachos de cemento, los cuales registraron constantes caídas durante el año, en línea con la menor inversión en autoconstrucción y proyectos inmobiliarios.
Así, los despachos cayeron 8.7% a nivel nacional en el tercer trimestre del año, luego de experimentar una reducción de 14% en el primer semestre. Este resultado indicaría una moderación de la tendencia negativa que es más notoria en los despachos de la zona norte del país.
El comportamiento de la inversión privada también puede explicarse por los balances financieros más estrechos con los que cuentan las grandes empresas. Luego de recibir ganancias extraordinarias en el 2021, las utilidades de las principales firmas que cotizan en la Bolsa de Valores de Lima (BVL) se redujeron en promedio 24% en lo que va del 2023. Así, la menor disponibilidad de recursos ha venido afectando negativamente su capacidad para poner en marcha nuevos proyectos de inversión.
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Perspectivas
Los indicadores disponibles muestran que la inversión privada continuó moderando su caída durante el último trimestre del 2023. El resultado se explica por la recuperación de los volúmenes de importación de bienes de capital, los cuales registraron un crecimiento anual de 10.6% en octubre, luego de tres meses de caídas consecutivas.
Esta mejora permitió compensar la continua contracción de la inversión en construcción. En efecto, el consumo de cemento acumuló 14 meses negativos en octubre al mostrar un retroceso de 8.5%. Con ello, el IPE estima que la inversión privada habría experimentado una caída de alrededor de 2.1% en octubre de 2023, cifra menor a la registrada en el trimestre previo (-6.2%).
Pese a esta ligera mejora, la inversión privada culminaría el 2023 con una caída de 7.7%, debido en buena parte a la fuerte contracción experimentada durante el periodo de alta conflictividad registrado en el comienzo del año. Sin considerar la pandemia, este será el peor retroceso desde la Crisis Financiera Global del 2009.
Para el 2024, las estimaciones del IPE apuntan hacia un modesto avance de 0.3% de la inversión privada, en un contexto de gradual recuperación de las expectativas empresariales, menores presiones adversas sobre el gasto de autoconstrucción y condiciones de financiamiento más favorables. El mayor dinamismo estaría liderado principalmente por la inversión no minera, que registraría un crecimiento cercano al 0.8%, cuya contribución permitiría contrarrestar el aporte negativo que provocará la caída de 4.7% en las inversiones mineras.
El avance de la inversión no minera estaría vinculado a obras residenciales – favorecidas por el reciente repunte en las nuevas colocaciones de créditos hipotecarios – y a proyectos de infraestructura como la Ampliación del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez y el Terminal Portuario de Chancay. El incremento podría ser mayor si se establecen cronogramas concretos de ejecución para los US$ 2,300 millones de inversiones comprendidas en los 14 proyectos de Asociaciones Público-Privadas (APP) adjudicados durante el 2023.
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Escenario de riesgo
El panorama de la inversión privada hacia el 2024 posee aún significativos riesgos a la baja que podrían derivar en un desempeño inferior al previsto. Entre octubre y noviembre, los índices de expectativas empresariales – altamente correlacionados con la inversión privada – se han deteriorado a niveles que anticipan una continua debilidad del gasto de inversión durante la primera mitad del próximo año.
En un escenario donde la confianza del sector privado permanece en terreno pesimista inclusive hasta el cierre del 2024, el IPE estima que la inversión privada ya no registraría un avance de 0.3%, sino una caída de 1.5%.
Así, el principal reto de la política económica en el 2024 será el adoptar las políticas apropiadas para garantizar un mejor entorno para hacer negocios, caracterizado actualmente por la inestabilidad política, conflictos sociales, repunte de la inseguridad, e ineficiencias en el aparato estatal. Esto limita la ejecución de los proyectos de gran envergadura que el país necesita para salir de la recesión, generar empleo y aumentar el bienestar de la ciudadanía.