JPMorgan Chase estima que la economía rusa se contraerá un 7 % en el 2022 por la guerra en Ucrania, el doble de lo anticipado hace unos días, a consecuencia de las sanciones de Occidente contra Moscú y el éxodo de empresas internacionales del país.
“Está claro ahora que nuestra evaluación previa del año económico que provocaría el conflicto en Ucrania fue demasiado benigna”, indicaron sus analistas en un nuevo informe fechado el jueves, en el que revisan al alza otras cifras ofrecidas a principios de la semana.
En el primer trimestre del año, JPMorgan calcula que la economía rusa se reducirá un 10% y en el segundo trimestre un 35%, lo que contribuirá a una caída del Producto Bruto Interno (PBI) anual de 7%, el doble del 3.5% estimado el lunes pasado en una primera nota.
Los expertos esperan que la caída del PBI ruso desde su punto más alto hasta el más bajo sea de en torno a 12%, lo que superaría las métricas de crisis anteriores, en 1998 (un 10%), en el 2008 (un 11%) y en el 2020 con el “shock” del COVID-19 (de 9%).
Para el conjunto del 2022 asumen que, teniendo en cuenta la gran “incertidumbre”, las exportaciones rusas bajarán 13% y la demanda nacional 10%, mientras que el “desplome” de las importaciones podría acercarse a 30%, lo que “amortiguaría el golpe”.
“Las sanciones y las decisiones de empresas extranjeras de pausar o cerrar sus operaciones en Rusia han llevado a un atasco en el comercio internacional, han reducido la producción e interrumpido la cadena de suministro”, explican los expertos, que alertan de una mayor inflación.
El informe señala el “temor reputacional sobre los negocios” con Rusia, que dificulta incluso la venta del petróleo ruso y que está llevando a las autoridades a intentar frenar la salida de empresas mediante regulaciones, aunque una parte de ellas “probablemente nunca volverán”.
Los sectores afectados más directamente por el conflicto son el de producción, el de transporte y el financiero, en los que las presiones en los precios podrían verse agravadas por el cruce de divisas y, finalmente, desembocar en una mayor inflación, que los analistas sitúan en 14%.
“La mayor inflación se comerá el poder adquisitivo; la restricción en el crédito contribuirá a debilitar la demanda. La estabilidad del sistema bancario local es una incógnita, pero datos recientes sobre las retiradas de efectivo sugieren que la intensidad del pánico bancario está menguando”, agregan.