Las exportaciones del sector textil tuvieron un crecimiento cercano al 20% en todo el 2022; sin embargo, las proyecciones de los industriales del ramo no son tan optimistas para el presente año, pues temen una contracción de esa industria debido a factores tanto externos como internos.
Según ComexPerú, el último año, los envíos al exterior de la industria textil y confecciones sumaron US$1´882,505, lo que significa un aumento del 19.79%. en comparación con los US$1´571,492 del 2021.
Sin embargo, si se analiza el comportamiento mes a mes de los embarques de esos productos, desde la segunda mitad del 2022 en adelante se aprecia un freno y consiguiente caída en el valor de prendas de vestir y confecciones despachadas al exterior, según la Sociedad Nacional de Industrias (SNI).
Antonio Castillo, gerente del Instituto de Estudios Económicos y Sociales de la SNI, explica que entre agosto y setiembre, los exportadores textiles y de confecciones empezaron a perder el ritmo de crecimiento que tuvieron en los primeros siete meses del 2022.
Ya en octubre, precisó, sus embarques se habían contraído en 3.8% respecto a igual mes del 2021, mientras en noviembre cayeron en 15.8%, y en diciembre se habría producido una reducción de -11.3%.
¿Por qué empezaron a caer las exportaciones textiles?
Tal contracción la atribuyo a las medidas de control de la inflación que dictó el Gobierno de Estados Unidos, como el incremento de las tasas de interés, lo que restringió fundamentalmente la adquisición de bienes de consumo en ese país, que es el principal mercado de las exportaciones del ramo del Perú.
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En tal sentido, si bien los productos textiles que exporta el Perú son de alto valor y sus compradores en el país norteamericano también son de altos ingresos, Castillo indicó que los importadores norteamericanos han reducido los plazos de sus contratos de compra a proveedores peruanos.
“Ahora los distribuidores ya no están presentando pedidos de largo plazo, como eran antes por encima de un año, sino que ahora sus pedidos son más cortos, de seis meses a tres meses”, refirió.
Esta situación, precisó, afecta tanto a grandes empresas (15 de las cuales exportan por encima de los US$ 50 millones anuales), como a medianas y pequeñas empresas, con la diferencia que a estas últimas los contratos de suministro de prendas y textiles se ha reducido en su mayoría a sólo 3 meses. En otros casos, simplemente se han cancelado contratos de compra, acotó.
Proyección declinante para este año
Toda esa situación, concluyó, reduce la predictibilidad de la producción, y por consiguiente, hace prever al sector que la tendencia declinante en las exportaciones de esta industria, que se vio desde el segundo semestre del 2022, continuará el 2023.
Así, indicó que su gremio ha previsto que, en el primer trimestre del 2023, las exportaciones textiles y de confecciones se podrían contraer en 12% en comparación con igual periodo del 2022.
Por otro lado, según Castillo, las restricciones que aplicó el mercado norteamericano y la reducción de los pedidos estarían llevando a algunas empresas a disminuir su personal.
En ese escenario, Castillo consideró que este es el peor momento que eligió la Comisión de Trabajo del Congreso, para aprobar un proyecto de ley que promueve la bancada de Perú Libre, que elimina el régimen laboral para la exportación no tradicional, y que rige en el país desde la década del 70.
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Ya el laboralista Jorge Toyama ha advertido que, de prosperar esa medida en el pleno del Congreso, las empresas exportadoras de productos no tradicionales no podrían realizar contratos temporales a sus trabajadores, sino tendrán que pasarlos a un régimen de plazo indeterminado.
Se podrían perder 65 mil empleos
Según Rafael Zacnich, gerente de estudios económicos de ComexPerú, el régimen de exportaciones no tradicionales le da mucha competitividad a ese tipo de envíos al exterior, porque permite a las empresas del sector darle mucho valor agregado a nuestros productos.
“La posibilidad de poder contratar por campañas le brinda mucha competitividad a un sector que genera mucho empleo, y que viene creciendo independientemente de la coyuntura”, aseveró.
Si esa norma se deroga, remarcó, podría ser un golpe bastante fuerte para las inversiones asociadas a las exportaciones de los sectores textiles, pesqueros, agroindustriales.
Al respecto, Antonio Castillo estimó que, de eliminarse este régimen, además, se pondrían en riesgo unos 65 mil empleos sólo en la industria textil y de confecciones, pero perjudicaría sobre todo a más de 2,300 medianas y pequeñas empresas exportadoras del ramo.