El domingo, Elon Musk se reunió con ejecutivos de Twitter Inc. para discutir su oferta de comprar la empresa. La junta actualmente está trabajando para definir los términos de una transacción y podría llegar a un acuerdo este mismo lunes si las negociaciones se desarrollan sin problemas, según una persona con conocimiento del asunto que pidió no ser identificada debido a que la información es de carácter privado.
Pero hay otros intereses que deberían tenerse en cuenta en esta ya explosiva combinación, como el bienestar de la democracia en Estados Unidos y el extranjero.
Musk ha dejado en claro que su principal objetivo al comprar Twitter es apoyar la expresión sin restricciones y reducir el veto a usuarios o la eliminación de tuits individuales.
“Es muy importante que haya un escenario inclusivo para la libertad de expresión”, dijo este mes durante una entrevista en la conferencia TED. “Twitter se ha convertido en una especie de plaza pública de facto, por lo que es realmente importante que las personas tengan tanto la realidad como la percepción de que pueden hablar libremente dentro de los límites de la ley”.
Si bien su propios antecedentes en cuanto a tolerar un discurso que critica sus intereses son indudablemente mixtos, Musk agregó: “Una buena señal de si hay libertad de expresión es preguntarse: ¿Alguien que no le agrada puede decir algo que no le agrade? Si ese es el caso, entonces tenemos libertad de expresión”.
Detrás de este objetivo aparentemente loable se vislumbra el destino de la famosa cuenta de Twitter de cierto expresidente estadounidense y probable futuro candidato presidencial. Twitter, como podrá recordar, vetó de forma permanente a Donald Trump del servicio el 8 de enero del 2021, “debido al riesgo de nuevas incitaciones a la violencia” después de los disturbios en el Capitolio.
Musk ha dicho que prefiere mantenerse al margen de la política, pero hay buenas razones para sospechar que, si Twitter pasa a ser propiedad de Musk, reactivaría la cuenta del presidente Trump.
Más allá de decir en la conferencia TED que quiere ser “muy cauteloso con los vetos permanentes”, Musk aplaudió al expresidente hace dos años, cuando Trump apoyó los planes de Tesla de reabrir una planta automotriz en California durante el confinamiento por el COVID-19. Y en algunos tuits recientes, Musk parece adoptar la perspectiva derechista de Fox News sobre varios temas culturales cruciales (“El virus de la mente despierta está haciendo que Netflix no se pueda ver”, tuiteó Musk la semana pasada).
Todas estas son razones por las que, como escribió Politico, los conservadores han adoptado a Musk como su salvador de Twitter.
Musk también ha sido un importante donante de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés). El grupo ha escrito sobre las ventajas primordiales de preservar el discurso político de todos los candidatos para ayudar a que votantes y tribunales tomen decisiones más informadas. La organización de derechos civiles que una vez estuvo asociada con cierto liberalismo débil (en los días de Bush versus Dukakis) ahora señala que todas las figuras políticas deberían tener acceso sin obstáculos a las redes sociales, sin importar los riesgos.
Es por eso que la oferta de Musk parece mucho más que una adquisición económica de Twitter. También es una adquisición política, similar al acuerdo de Rupert Murdoch en 1976 por el New York Post y la compra en 2007 de The Wall Street Journal. La persona más rica del mundo, que ha dicho que “no le importa la parte económica” de la compra de Twitter, apunta a adquirir un tipo diferente de poder: controlar uno de los megáfonos más grandes del mundo y la capacidad de imponer su ideología libertaria sobre cuestiones de moderación y desinformación.
Y así como se acusa a Murdoch de usar sus medios de comunicación para defender sus intereses comerciales, Musk también tendrá no solo razones éticas sino también fuertes motivos financieros para permitir que algunas de estas voces previamente vetadas regresen a la plataforma.
Por ejemplo, si Trump es reelegido y Tesla busca restituir los créditos fiscales federales para sus vehículos eléctricos, Musk podría enfrentarse a la extraordinaria tentación de restablecer la cuenta del presidente, si es que aún no lo ha hecho. Con más de 80 millones de seguidores, ya utiliza Twitter como un poderoso motor de marketing para sus empresas.
La presión será aún más significativa fuera de Estados Unidos. En el 2020, Twitter dijo que comenzaría a etiquetar como “medios afiliados al Estado” las cuentas pertenecientes a algunas autoridades del Gobierno chino y medios de comunicación vinculados al Estado, además de asegurar que los tuits de esos perfiles no fueran amplificados. El Gobierno chino seguramente odia estas restricciones. Podría decirse que suprimir declaraciones gubernamentales contamina el discurso de la libertad de expresión, pero Tesla también tiene importantes objetivos comerciales en China y necesita el apoyo del presidente Xi Jinping.
Todo esto recuerda la compra del Washington Post por parte de Jeff Bezos en el 2013, cuando el fundador de Amazon.com Inc. prometió no entrometerse en las decisiones editoriales de la sala de prensa. Cualesquiera que fueran sus razones para comprar el periódico (vanidad, visibilidad o interés en rescatar una importante institución estadounidense), parece haber cumplido en gran medida su promesa.
Aquí Musk está prometiendo todo lo contrario: que se va a involucrar. Entonces, haga lo que haga para instalar su propia ideología en Twitter, no solo impactará a los usuarios y accionistas de las redes sociales, sino a todos nosotros.